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Yo me equivoqué

En la edición anterior, el autor de la nota de tapa cometió un error que asume y explica.

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Lo peor que puede pasarle a un periodista es equivocars­e. Cierto: errar es humano y asumir la falla no será divino, pero lo siento digno. Yo me equivoqué.

En la edición anterior, la nota de tapa llevó mi firma. Allí sostuve que la subdirecto­ra general de la AFI, Silvia Majdalani, en el pasado había consumido cocaína. Textual: “En otra etapa de su vida, consumía cocaína, pero ‘logró domarla’”. La afirmación es falsa. Fue un error producto de la mala interpreta­ción de una una charla con la propia Majdalani a principios de enero. Le había preguntado por un ex funcionari­o que ella conocía y me comentó que dicha persona estaba mal.

-¿Qué enfermedad tiene? -pregunté.

-La papa supuestame­nte -me dijo.

-No escuchaba esa palabra hace mucho.

-Yo siempre la uso. Soy una sobrevivie­nte de la papota.

-Debe ser duro dejarla -quise saber más.

-O la domás o te mata. -Y sí. -Hay que ponerle actitud -concluyó.

Quedé convencido de haber logrado una confesión muy íntima sobre su pasado. Había entendido que “papa” y, sobre todo, “papota” eran sinónimos de cocaína y que había “sobrevivid­o” la adicción, la había “domado” con “actitud”. Majdalani habla, en general, de un modo muy coloquial, a veces al límite entre el lunfardo y lo zafado. El

centro de la nota era otro: cómo Majdalani había logrado unir lo injuntable al ganarse la enemistad de dos mujeres de peso en la política argentina: CFK y Carrió. Además de contener informació­n de actualidad, también tenía un costado biográfico, donde se contaba que había tenido cáncer de útero y que le habían pro- nosticado seis meses de vida. En ese tramo se sumó el malentendi­do sobre la cocaína. Lo del cáncer es correcto.

El viernes 27, con la revista recién salida de imprenta y antes de que llegara a los kioscos, el vocero de la AFI, Hernán Nisenbaum, me llamó muy molesto. Desconozco cómo tenían el ejemplar tan temprano, pero dijo que la Señora 8 estaba ofendidísi­ma porque habíamos cuestionad­o su moral. Primero pensé que hubiera preferido que aquella experienci­a se mantuviera oculta, pero luego de hablar con algunas personas sobre las metáforas que ella había utilizado, descubrí que “papa” es sinónimo de cáncer. Y tras debatir el tema con mis editores, llegué a la conclusión de que habíamos tenido un cortocircu­ito generacion­al. Ella utilizó una metáfora del cáncer que ya casi no se usa debido a que esa enfermedad dejó de ser un tabú. La expresión “papota” también me había resultado confusa, pero sentí que no quedaban dudas cuando le comenté que “debe ser duró dejarla” y ella me respondió: “La domás o te mata”. Tengo 30 años. El tabú de mi generación es la droga. “Papa” y sobre todo “papota”, en nuestro argot, remite a cocaína. No

creo haberme enredado en un mal procedimie­nto periodísti­co; de ningún modo pretendí ofenderla y menos, desprestig­iarla. El dislate salió perdido al final del texto y con la única intención de graficar los escollos personales que había podido superar, siendo ella la única fuente.

Soy periodista. Me molesta fallar. Aquí están mis disculpas, que también incluyen, desde luego, a los lectores.

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MAJDALANI. La verdadera jefa de los espías se indignó por un dato de su pasado que era falso.

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