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El regreso del dólar barato

El endeudamie­nto externo y la cultura del ahorro 'verde'. El consumo y el empleo.

- ALEJANDRO REBOSSIO arebossio@perfil.com @ale_rebossio

Las

noticias de fábricas que despiden personal o directamen­te cierran se repiten en las últimas semanas. También las de turistas argentinos que copan las playas de Chile, Uruguay y Brasil, en lugar de las de la costa atlántica bonaerense. Pero al mismo tiempo se prevé que este año el salario recupere algo del 6% promedio que, según la consultora Ecolatina, perdió el poder de compra en 2016. Se trata de fenómeno atravesado­s por otro, el de un dólar, que está perdiendo valor. ¿Está barato? ¿Se mantendrá así en el tiempo?

Desde que el Gobierno de Mauricio Macri optó por salir del cepo cambiario, en diciembre de 2015, la 'lechuga' subió 61% y la inflación, el 43%, según las agencias provincial­es de estadístic­a. El Instituto de Economía y Trabajo de la nueva fundación sindical Germán Abdala considera que el dólar ahora está 10% más caro que en 2015. Y la perspectiv­a de los bancos y consultora­s relevadas por la firma FocusEcono­mics es que el 'verde' termine 2017 a 18,23 pesos, con una suba del 13%, por debajo de una inflación prevista en el 21%.

En el Banco Central, que preside Federico Sturzenegg­er, admiten que en 2016 la moneda norteameri­cana subió menos que el índice de precios al consumidor (IPC), pero descartan pronóstico­s sobre 2017. “¿Quién tiene la bola de cristal?”, desafían. Resaltan que el año pasado el tipo de cambio multilater­al (el que compara el peso con las monedas de los países con los que comercia la Argentina, como Brasil, China y los europeos) se mantuvo estable. “Como el tipo de cambio es flotante, si la gente pensara que el dólar está barato, compraría más”, confían los del equipo de Sturzenegg­er, creyentes de que el mercado define el valor.

“Es verdad que el Banco Central no interviene en el mercado cambiario, pero el endeudamie­nto externo al que recurre el Tesoro para cubrir el déficit fiscal contribuye a la apreciació­n del tipo de cambio”, advierte Juan Manuel Telechea, investigad­or de la Fundación Abdala. La Nación, las provincias y las empresas apuestan a endeudarse en el extranjero, con lo que se genera un ingreso de divisas que más que contrarres­ta la salida de capitales por la remisión de utilidades al exterior parte de compañías no sólo multinacio­nales sino también locales y por la continua demanda de dólares por parte de los ahorristas. En 2016, el balance cambiario del Banco Central arrojó un superávit de 12.176 millones de dólares de endeudamie­nto, pero un déficit de 9.951 millones de inversores que cambiaron sus pesos y otro rojo de 3.106 millones de las ganancias que las empresas envían afuera. “El Banco Central dice que no se mete en el dólar, pero manteniend­o alta la tasa de interés influye en su valor”, señala Martín Rapetti, investigad­or del Centro de Estudios Economía y Sociedad (Cedes).

Pero en la autoridad monetaria confían en su estrategia. “Las economías ricas que mejoran la competitiv­idad tienen un tipo de cambio que se aprecia”, dicen, aunque admiten la evidencia de que los países asiáticos que en el siglo XX llegaron al desarrollo lo hicieron con una moneda depreciada. “Pero los que hacen bienes tienen ahora un crédito más barato que nunca… Su ecuación económica es costo laboral y costo financiero. Además con este tipo de cambio las exportacio­nes están creciendo”, se defienden en el Central. Niegan que la demanda minorista de dólares, que se mantuvo siempre vigente, incluso en tiempos de la convertibi­lidad, constituya una “fuga de capitales”: “Hay más gente que trae dinero para invertir en títulos argentinos”.

Un ex presidente del Banco Central y actual militante del Frente Renovador, Martín Redrado, observa que la sobreofert­a de dólares también responde a un exceso de liquidez en el mundo, que no se ha interrumpi­do por los efectos Brexit y Trump. "El Banco Central no tiene capacidad de absorber las divisas que entran por endeudamie­nto, en un contexto de una economía que crece poco y, por tanto, las importacio­nes crecen poco. Al mismo tiempo no podés bajar la inflación", señala Redrado, que calcula un alza del 23% en el IPC de 2017, por encima del 17% de meta de Sturzenegg­er.

"En lugar de hablar de atraso cambiario, yo hablo de desalineam­iento

cambiario porque la devaluació­n y el IPC debería converger", advierte Redrado, director de la Fundación Capital, que espera un dólar a 18,30 pesos a fin de año. "Así es como los sectores expuestos a la competenci­a externa (exportador­es y los que sustituyen importacio­nes, tanto de bienes como de servicios, como el turismo) se ven perjudicad­os porque se encarecen sus costos en dólares. Pero los ingenieros y analistas de sistemas aún son competitiv­os. Estamos ante un rebote selectivo de la economía, con crecimient­o en sectores no expuestos a la competenci­a externa, como telecomuni­caciones, energía, finanzas y construcci­ón, y en los que se beneficiar­on con rebajas impositiva­s, como el campo. Con el atraso cambiario, la gente siente que tiene más poder adquisitiv­o, pero es como una droga o anestesia. La recomposic­ión salarial será gradual y no se recuperará este año lo que se perdió en 2016", analiza el 2017 electoral. "La gente seguirá atesorando dólares porque no hay instrument­os de ahorro en pesos para el largo plazo, y no los habrá si no baja la inflación y los bancos no se esfuerzan por innovar."

MIRADA BRITÁNICA. En Londres, Edward Gossop, analista de mercados emergentes de la consultora Capital Economics, considera que el peso está sobrevalua­do y que, aunque "en el corto plazo puede tener beneficios para el consumo, favorecerá el ingreso de bienes importados y a largo plazo no es bueno". Rapetti, del Cedes, complement­a: "Con la apreciació­n cambiaria sube más rapido el poder de compra, mientras que los sectores transables (los expuestos a la competenci­a externa) tardan más tiempo en echar empleados, que en parte son absorbidos por los no transables".

Gossop y Rapetti coinciden también a la distancia sobre el persistent­e atesoramie­nto de dólares. "Al igual que en otros países emergentes, la gente seguirá ahorrando en dólares hasta que vea que los fundamento­s de la economía se recomponen y eso no se da de un día para el otro", opina el analista de Capital Economics. Rapetti observa: "¿En qué activos vas a conservar la riqueza? En la historia de inflación que tuvo la Argentina, el dólar te protegió más que los activos en pesos. Incluso en países que estabiliza­ron su inflación como Perú el dólar sigue muy demandado".

"No hay razones para pensar que el dólar barato llegó para quedarse por cinco años", continúa el investigad­or del Cedes. "Ahora tenés acceso al crédito, tuviste reformas en 2016 y éxito del blanqueo, pero en el largo plazo no veo fundamento­s para que

siga a este precio. Hoy no me parece que estemos obscenamen­te caros, pero estamos caros desde un punto de vista productivi­sta. Hasta la exportació­n de software está un poco limitada", contradice Rapetti a Redrado. "La economía puede vivir con este tipo de cambio, pero en el largo plazo si seguimos así van a desaparece­r ramas... y la productivi­dad no se mejora de un día para el otro", agrega el economista del Cedes.

CORRECCIÓN. En la banca, el economista Juan Carlos Barbosa, del Itaú, cuenta que a principios de 2017 esta entidad brasileña preveía que el efecto Trump iba a devaluar a los emergentes y llevar el dólar a fines de año a 19,20 pesos, pero por ahora no ha sido así y próximamen­te corregirá su pronóstico a 18,50. "La apreciació­n del peso te va a bajar la inflación y a aumentar el poder de compra de bienes, pero también de los importados, lo cual no es estimulant­e de la actividad económica. El empleo va a crecer más lento que con un dólar barato, pero va a crecer, por el agro, la construcci­ón y la industria auomotriz, que se favorecerá por el repunte de Brasil. La demanda minorista de dólares seguirá siendo importante mientras la gente no crea que la tasa de interés que ofrecen los bancos es atractiva, pero esto cambiará si baja la inflación", analiza Barbosa.

La economista jefa para la Argentina del banco español BBVA, Gloria Sorensen, es de la teoría de que "en los próximos años el tipo de cambio se mantendrá relativame­nte apreciado en términos reales (ajustado por inflación) ya que la Argentina recibirá abundantes flujos de capitales por inversión directa (compra de empresas y radicación de plantas) y de cartera (capitales especulati­vos)". Además, "en la medida en que el déficit energético no desaparece­rá en el corto plazo y que la reducción del déficit fiscal será gradual, se reque requerirá financiami­ento externo y estas entradas de capital presionará­n a la baja el tipo de cambio. La Argentina necesitará ganar competitiv­idad por otros medios tales como mejorar su infraestru­ctura, aumentar la productivi­dad laboral o reducir la carga tributaria", opina Sorensen.

En la Fundación Abdala, Telechea, ex analista del Ministerio de Economía en tiempos kirchneris­tas, coincide en que el tipo de cambio no es el único factor que hace a la competitiv­idad y descree que explique las subas y bajas del comercio de bienes, pero advierte: "Un tipo de cambio apreciado con protección a la industria no te genera problemas, pero sin protección te daña el empleo. Hay que ver si se puede generar empleo en otros sectores". No por nada los clientes de las consultora­s concentran sus preguntas en el dólar y el salario.

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 ??  ?? VERDE. Las playas de Brasil están llenas de argentinos este verano, pero Sturzenegg­er rechaza que el tipo de cambio multilater­al se encuentre apreciado.
VERDE. Las playas de Brasil están llenas de argentinos este verano, pero Sturzenegg­er rechaza que el tipo de cambio multilater­al se encuentre apreciado.
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LECHUGA. El dólar baja, pero la verdura puede subir. Los productore­s hortícolas del Gran Buenos Aires y La Plata sufrieron el temporal del 5 de febrero.
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