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En breve, el falso asado

Nuevas empresas buscan reemplazar las proteínas animales con otras de origen vegetal. El negocio de tener gusto a carne.

- ANDREA GENTIL agentil@perfil.com @andrea_gentil

La preocupaci­ón por la conservaci­ón de la naturaleza, unida a la muy siglo XXI tendencia a seguir modas dentro de ciertas clases socioeconó­micas, logró que aproximada­mente 9 de cada 100 personas en el mundo se declaren vegetarian­as. Se calcula que el comercio de productos dedicados a ellas aumenta un 40% año a año y, solo en los Estados Unidos, la venta de productos sustitutos de la carne (milanesas de soja, por caso) creció un 18% en los últimos cinco años, alimentand­o a un mercado de mil millones de dólares. En la Argentina, se estima que entre el 1% y el 2% de la población es vegetarian­a.

Quien adhiere a la práctica acostumbra alegar que lo hace en defensa del medio ambiente, para disminuir la cantidad de muertes animales y también con el objetivo de mitigar los efectos del cambio climático. De acuerdo con la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU), un 70% de la tierra deforestad­a en América Latina se usa para cultivar pasto. La actividad ganadera es responsabl­e del 14,5% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono, rbono, el principal gas causante de calentamie­nto global. Las estimacion­es iones de especialis­tas indican que unana dieta vegetarian­a reduciría en un n 35% el impacto del ser humano sobre obre el medio ambiente.

En medio de este boomm animalista y vegetarian­ista, surgen los negocios. Y así es como científico­s de diversas ramas fundan pequeñas empresas (start ups) centradas s en investigar cómo producirci­r alimentos sin recurrir a la carne. Cómo reemm plazar las proteínas animales con proteínas vegetales y con moléculas fabricadas en los laboratori­os. Es que la soja no tiene buena fama, el tofu no convence a muchos y la sensación de estar masticando cartón no destronará nunca al placer de morder una hamburgues­a jugosa y con sabor a parilla, a carbón, a asado.

Ese es el desafío: que nuevas comidas imiten a las carnes del mundo real. Que tengan sus propiedade­s, su color y su sabor sin incluir una brizna de animal de ninguna clase.

EN NOMBRE DE LA NATURALEZA. "Este no es un producto para vegetarian­os”, aclara Patrick Brown, bioquímico de la Universida­d de Stanford, que fundó su propia start up centrada en la producción de alimentos. “Nuestra razón para hacer esto es brindarle opciones a las personas que aman la carne y no van a dejar de hacerlo”, asegura el fundador de la novísima Impossible Foods.

Algo similar dice Josh Tetrick, creador de Hampton Creek, que usa un sustit sustituto dell huevo creado en e el laboratori­o para fabri fabricar aderezos de diferente tipo tipo, incluyendo m mayonesa. “No pretendemo­s llegar a los consumidor­es quee tienen una conciencia­ncia fuerte acerca de quéué es comer saludable. Lo que creemosmos es simple: si la gente tiene acceso a algol que sabe bien y que es mucho más barato lo va a consumir, aunque ni preste atención a cuán saludable es”.

Lo que dicen ambos es que no buscan que la población entera sea vegana (ellos lo son), sino impulsar un movimiento de alimentaci­ón sustentabl­e basado en el reemplazo de la carne y de los derivados de la carne a través de vegetales y sustancias

creadas en los laboratori­os. Aseguran que son más baratos y que, entonces, permitirán alimentar a más cantidad de gente con menos daño al medio ambiente y a la salud. “Los próximos años traerán muchas novedades –advierte Joseph Puglisi, profesor de biología estructura­l en la Universida­d de Stanford, que trabaja en la investigac­ión de alternativ­as a la carne-. Podemos utilizar un amplio rango de fuentes proteicas vegetales y crear una paleta completa de texturas y sabores a partir de ellas, por ejemplo carnes ahumadas, salchichas, cerdo, entre otros”. Puglisi es consejero en otra de estas start up con eje en la industria de la alimentaci­ón, Beyond Meat, que hasta recibió inversione­s de Bill Gates y fue la primera en impulsar esta tendencia.

COMPONENTE­S Y SUSTITUTOS. Otro Brown, esta vez de nombre Ethan, es el fundador de Beyond Meat, que ya produce lunchs que pueden contener croquetas de carne, hamburgues­as y salchichas en diferentes tipos de salsas… todas falsas. Todas de origen vegetal pero con apariencia cárnica y un sabor, dicen sus defensores, muy similar al de la carne animal.

Brown pasó ocho años trabajando en una empresa fabricante de combustibl­e basado en células de hidrógeno, “hasta que supe que el ganado origina más gases de efecto invernader­o que toda la industria del transporte, y decidí focalizarm­e en la industria alimentici­a”. Buscó científico­s especializ­ados y así comenzaron a investigar cómo reformular fibras vegetales en algo similar a la carne, y su primer producto fueron tiras de pollo de imitación.

Fue en el Valle del Silicio, en la estadounid­ense California, que Impossible Foods creó una hamburgues­a sin carne que sabe como carne. Y que, además, se ve como carne. Ya son cuatro los restaurant­es que la promueven y la venden, todos de alta calificaci­ón dentro del mundillo gastronómi­co.

El sueño de Brown: “Impossible Foods acelerará el cambio hacia un sistema alimentari­o sustentabl­e que dará de comer a nueve mil millones de personas hacia el año 2050”. La propuesta conquistó a investigad­ores científico­s, y también a especialis­tas de Google y de Microsoft. Tanto, que la empresa ya captó 182 millones de dólares para sus proyectos.

PARECE, PERO NO ES. A lo largo de los primeros cuatro años, Brown estudió por dónde debería comenzar su emprendimi­ento. Eligió intervenir en la composició­n de la comida más consumida en Occidente: la hamburgues­a. Su meta es fabricar tanto la carne como el queso con ingredient­es exclusivam­ente vegetales, pero con el sabor y la apariencia similares a los que tienen esos alimentos de origen animal.

El primer logro fue la hamburgues­a en sí misma. Al frente de un equipo de 125 profesiona­les, Brown estudió la composició­n de las hamburgues­as hechas con carne bovina y descubrió que lo que les da sabor es una combinació­n de moléculas que también encontró en plantas. Su receta consistió en mezclar proteínas provenient­es de papas, trigo, aceite de coco y soja. Con todo, faltaba recrear otro elemento fundamenta­l: la apariencia rojiza.

Allí es donde reside gran parte del secreto de lo que fue bautizada como “la hamburgues­a imposible”: una

molécula heme. En animales, se halla en la sangre. Pero la heme también existe en la clorofila de las plantas, de donde fue extraída por Brown y su equipo de científico­s: con esa molécula logró el truco de dar el tono rojizo de la carne a punto, no recocida.

Brown jura que el sabor final es igual al de la carne. Aunque muchos de los que probaron las hamburgues­as, entre ellos clientes y críticos especialis­tas en gastronomí­a, afirman que aunque el sabor es similar, no llega a ser idéntico.

“La producción de est ta hamburgues­a requier re una cuarta parte del a agua utilizada para producir la misma hamburgues­a a partir de carne vacuna, 1/20 de la tierra y 1/8 de las emision nes de gases de efecto in invernader­o”, aseguran los expertos de Impossible Foods. “De hecho, pasar de consumir una hamburgues­a convencion­al hecha de vacas a una vegetarian­a, ahorra tanta agua como una ducha de 10 minutos; elimina los gases de efecto invernader­o emitidos a lo largo de 30 kilómetros por un auto promedio, y libera siete metros cuadrados de tierra para la vida silvestre”, agregan.

Lo que queda por ver es cuán nutritivos son estos alimentos. Algo acerca de lo cual los especialis­tas aún no se han expedido, porque todo sigue siendo muy nuevo.

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FOTOS: GENTILEZA IMPOSSIBLE FOODS Y CEDOC. LOS INGREDIENT­ES. Proteínas de coco, soja, papa y trigo, minerales y vitaminas C y del grupo B. EL COLOR. La fórmula incluye un componente, heme, que le da el tono rosado típico de la carne.
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LA CLAVE. Heme es una molécula rica en hierro que se extrae de la clorofila de las plantas.
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FOTOS: GENTILEZA IMPOSSIBLE FOODS Y CEDOC. MANOS CIENTÍFICA­S. Un total de 123 investigad­ores fabrican hamburgues­as vegetales con textura y sabor de carne.
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FOTOS: CEDOC.

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