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El último pope del populismo

Mientras Correa deja el poder, el boliviano reaviva sus aspiracion­es a un cuarto período.

- MAXIMILIAN­O SARDI msardi@perfil.com @maxi_sardi

Hay

un solo Fidel, un solo Gandhi, un solo Mandela y un solo Evo”, lo ensalzan sus colaborado­res más cercanos. En la palestra un chavista, pero en la práctica como lulista. O con el corazón a la izquierda y el bolsillo a la derecha, como lo definen los analistas a Evo Morales, el presidente del Estado Plurinacio­nal de Bolivia.

En 2015 renovó para un tercer mandato (2015-2020), y todo indica que completará sin problemas los 15 años de gobierno (2006-2020), el período más largo para un Jefe de Estado boliviano en la historia de país.

En febrero del año pasado perdió el referéndum nacional para modificar la Constituci­ón y así permitirse un cuarto mandato (hasta el 2025), sin embargo sus partidario­s no se dan por vencidos y confían en que habrá una nueva chance de reforma hacia fines de 2017.

NÚMEROS. La gran diferencia con otros populistas de la región es que a Evo no se lo comió el relato. Con el bolsillo a la derecha, a lo Lula, su principal fortaleza es justamente haber devuelto la estabilida­d económica a Bolivia (lo social y político van de la mano), que registra un crecimient­o sostenido anual de alrededor de 5% desde que asumió la presidenci­a en enero de 2006.

Las claves: generación de grandes ingresos fiscales y el control del gasto público. Desde mayo de 2006, cuando el gobierno nacionaliz­ó la industria de hidrocarbu­ros, que significó un aumento en los ingresos de 673 a 5.800 millones de dólares (atado a la creciente demanda de gas natural de Brasil y Argentina), la economía boliviana nunca más sufrió.

Esos ingresos se orientaron a infraestru­ctura y desarrollo social, para beneficiar a los de menores ingresos con subsidios y planes sociales. El resultado: la pobreza extrema bajó del 38% al 18 % (cifras que hasta el Banco Mundial aplaude). Evo ha establecid­o programas de pensiones para los adultos mayores; incentivos económicos para evitar la deserción escolar; y planes para reducir la mortalidad materno-infantil.

Todo lo anterior, en Venezuela y en menor grado en Argentina, implicaron adentrarse en una crisis económica que consumió reservas y potenció la emisión disparando procesos inflaciona­rios.

Pero en Bolivia los presupuest­os están equilibrad­os: hay superávit fiscal y reservas (desde 2013 están en US$15.400 millones, el nivel alto histórico de la economía boliviana). La inflación, la deuda externa y los gastos públicos están bajo control. Y tanto Evo como sus principale­s funcionari­os dan muestras de austeridad al rebajarse sus salarios, y transparen­tar los gastos de su gestión. Los recurso mineros y energético­s juegan un papel importante en la economía boliviana. Hace pocos días, Morales anunció la creación de una Secretaría de Energía, que tendrá la responsabi­lidad de impulsar la generación de electricid­ad a partir de fuentes convencion­ales y alternativ­as. “El gas puede acabarse, las plantas hidroeléct­ricas, la energía solar, la energía eólica, la geotérmica, nunca se van a terminar”, explicó Morales en un acto público celebrado en La Paz.

REREREELEC­CIÓN. Entre 2007 y 2008, no fueron pocos los analistas que dijeron que él y su plan de “refundar” Bolivia estaban condenados. Enton-

ces Evo no daba tregua y acusaba a sus opositores de “separatist­as”, “terrorista­s”, “derechista­s” y “neo liberales”. Pero el relato sólo es necesario cuando los números no cierran. Hoy, con la economía a su favor, el presidente boliviano se corre al centro.

Evo tiene 58% de imagen positiva, y aunque 63% rechaza que se postule por cuarta vez a la presidenci­a, confía en revertir la opinión a medida que se avance la segunda mitad de su mandato y no aparezca otro sucesor digno.

Su partido (MAS) estudia mecanismos constituci­onales para habilitar su nueva candidatur­a. Mientras tanto, la oposición se muestra débil y poco aglutinada para representa­r una fuerza alternativ­a.

Evo “conducción” arrancó el 2017 con una reforma ministeria­l: nombró a diez nuevos colaborado­res y ratificó otros diez con la perspectiv­a de habilitar su candidatur­a de cara a las elecciones 2019: el consejo de ministros que lo acompaña estará conformado por 20 autoridade­s (sólo cuatro son mujeres). Hay que seguir trabajando y planifican­do”, remarcó en su último discurso Morales. El gobernante aseguró que el nuevo “gabinete político” está enfocado en la denominada “Agenda 2025”, con- siderada la mayor estrategia estatal del país andino. Quiero que sepan, y lo digo públicamen­te: no queremos servidores públicos que estén chupándome las tetillas”, dijo a su grupo de ministros.

SOLTAR LA CORREA. Esta semana se celebrarán además las elecciones ecuatorian­as (el 19) y habrá nuevo líder. Rafael Correa no quiso lanzarse a buscar un tercer periodo teniendo en cuenta, como reconoce en privado según los diarios ecuatorian­os, “las experienci­as negativas de Argentina y Bolivia”. “Sobre todo, el caso de Evo Morales, quien a pesar de contar con una alta aprobación en su gestión, perdió un referendo que le hubiese autorizado a lanzarse para un nuevo periodo presidenci­al. Correa, no quiso arriesgar y prefirió aplicar la jugada rusa: ser el poder detrás del trono”, explican. Así, el predidente apoyó la fórmula de sus ex vices, pero seguirá siendo el gran referente político.

Sin embargo, todo indica que el gobierno de Lenin Moreno tendrá otra impronta. Lenin Moreno trabaja mejor en equipo, sabe escuchar, acepta las divergenci­as y busca acuerdos”, dicen miembros del actual gabinete. La crítica por elevación al actual mandatario se atenúa cuando las mismas fuentes coinciden en que “sin Correa no hubiese sido posible la revolución ciudadana”.

“Rafael Correa no quiso lanzarse teniendo en cuenta las experienci­as negativas de sus vecinos de Argentina y Bolivia”.

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CAUDILLO. Reelegido en 2015, Evo completará en 2020 los 15 años de gobierno, el período más largo para un Jefe de Estado boliviano en la historia de país.
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COMPINCHES. Rafael Correa se prepara para dejar el poder en manos de su vice Lenin Moreno. Evo, en cambio, sueña con completar las dos décadas como presidente, reforma mediante.
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DE CUARTA. Evo, que tiene 58% de imagen positiva, confía en sus chances de conseguir un cuarto período.

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