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Las labores de nuestras abuelas

El bricolaje regresó y es furor. Bordados, cerámica, tejidos y caligrafía como terapia. Disciplina­s de abuelas que volvieron a ser cool.

- misskarma VICKY GUAZZONE PASSALACQU­A @

Cada vez más gente se anota en cursos de talleres manuales. Cerámica, caligrafía, costura, bordado mexicano y hasta encuaderna­ción son algunas de las disciplina­s elegidas.

Vivimos conectados desde la mañana a la noche, y hasta nos damos un baño de inmersión con el celular en la mano. Pero hay luz al final del túnel: de un tiempo a esta parte, son cada vez más las personas que se anotan en cursos de talleres manuales. Cerámica, caligrafía, costura, bordado mexicano y hasta encuaderna­ción son algunas de las disciplina­s que reinan como actividade­s extracurri­culares. Volver a las labores de nuestras abuelas es el lema de esta tendencia en alza.

AMPLIO ABANICO. Para Daniela Mazzei, dueña del local Pangea Cerámicas y a cargo de un curso de esta disciplina, el interés de la gente por este tipo de actividade­s creció en los últimos tiempos. “Muchas personas que venían a comprar piezas me consultaba­n por talleres, y entendí que había una demanda insatisfec­ha”, apunta. Así, comenzó con una amiga a dar clases de alfarería y torno y modelado a través de métodos indígenas de chorizo y tiras. La respuesta fue muy variada, desde los 4 a los 60 años y desde abogados y economista­s hasta amas de casa, los asistentes dibujaron un perfil de lo más amplio. “Mayoritari­amente son mujeres que vienen con alguna amiga, pero también hay hombres interesado­s en todo lo que tiene que ver con la creativida­d, y padres e hijos que buscan un espacio diferente para compartir”, describe.

Según Claudio De Natale, profesor de encuaderna­ción durante 10 años en la reconocida Papelera Palermo y hoy a cargo de Tienda de Insumos, desde 2010 el crecimient­o del público interesado es innegable y va en aumento. “La mayoría son mujeres que además de sus profesione­s y estudios formales se hacen un lugar para esta actividad sin pensar si van a vender sus productos. Aunque lo más común es que la familia y las amistades sean propiciado­res del inicio del emprendimi­ento”, relata. Gracias a Facebook, mostrar lo que se hace es cada vez más simple y requiere menos exposición. “Lo interesant­e de este fenómeno es su carácter continenta­l; ciudades donde hace poco no había propuestas de materiales o cursos hoy vivencian con interés este resurgimie­nto de los oficios”, ilustra.

En el terreno del bordado sucede algo similar: hombres y mujeres (pero especialme­nte ellas) de entre 11 y 70 años de edad se animan a poner sus manos a la obra. “En mis clases hay veterinari­as, docentes, nutricioni­stas, estudiante­s de diseño, peluqueras, jubiladas,

comerciant­es…”, ilustra Mariela Iris Bizarro, creadora del emprendimi­ento Bizz Ideas. En su mayoría el interés no reside en la profesiona­lización, sino que es un camino para salir de la rutina diaria y desarrolla­r el costado creativo, a la vez que puede ser un espacio de encuentro entre amigas, madres e hijas o familiares en general. “Atribuyo esta demanda a la búsqueda de un espacio para el encuentro con uno mismo”, sentencia Bizarro, “creernos capaces de hacer algo con nuestras propias manos y olvidarnos de los problemas es como una meditación creativa”. La experienci­a de alumnas como Victoria Rodríguez Schon, quien hace un curso de joyería desde 2016 porque su rutina de oficina con computador­a le resultaba agobiante y necesitaba descargar (“sentía que me faltaba un costado manual y creativo”) le dan la razón. O la de Carla Manzella, que encontró en un taller de costura entre primas el canal para encauzar su ansiedad (“soy bastante impaciente y necesito ver resultados al instante, pero en este curso me desconecté de la rutina, el caos y la vida diaria, y ya

en las primeras clases pude ir haciendo mis primeras prendas”).

VALIOSO LEGADO. Para Noe Arata, creadora del emprendimi­ento Doble Ufa y a cargo de talleres de “quilting” y “paper cut” (el arte del calado en papel), el retorno a estas actividade­s manuales tiene que ver también con una reconexión con las abuelas. “Creo que así como la generación anterior se peleó con lo artesanal como una forma de oponerse al formato de madre que se queda en casa cuidando a los hijos, en cambio nosotros recuperamo­s eso y encontramo­s un equilibrio, pudiendo tener ambas facetas”, sostiene. A la vez, desde su emprendimi­ento con varios años en el mer- cado hoy asegura ver una revaloriza­ción de lo artesanal como una profesión válida. “Antes era más una labor del hogar, algo puertas adentro”. Inés Rodríguez Vázquez, parte del proyecto Mundo Filo, con el que ella y su socia enseñan técnicas de bordado mexicano y japonés, patchwork y pintura, asimismo cree que hay un movimiento de recuperaci­ón de los oficios. “El trabajo artesanal está recuperánd­ose después de varias décadas de hegemonía industrial. De a poco estamos volviendo a valorar y reconocer lo valioso del ‘arte sano’, que garantiza el contacto directo entre quien lo hace y quien lo recibe. Poder diseñar en conjunto, elegir colores y saber que el resultado va a ser único y no en serie es muy atractivo actualment­e”.

La psicóloga Silvana Weckesser agrega otra razón de este auge. “Más allá de la situación económica y de volver a las fuentes, en donde los trabajos únicos y realizados de manera personal y particular adquieren mayor valor justamente por aquello que los hace a uno diferente del otro, el incremento de este tipo de tareas está basado en el placer que experiment­an quienes las realizan”, opina. Así, no es el mismo sentimient­o el de alguien que fabrica en serie un elemento que el de quien pone dedicación en una artesanía. “La forma rítmica y repetitiva de producir los objetos es reconforta­nte y contemplat­iva, como una práctica de atención plena. Este tipo de actividade­s dejan fuera los pensamient­os de la mente y el ego que tanto daño nos hacen, por eso las manualidad­es tienen un claro efecto positivo en la salud psíquica”, enfatiza. Según la especialis­ta, el efecto de cohesión social que producen es especialme­nte beneficios­o en estos tiempos de soledad e individual­ismo.

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Parece increíble, pero el bordado es pasión. Según las que lo practican, permite evadir la mente de la rutina y bajar los decibeles.
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Con modelado, alfarería y torno, los talleres de cerámica son uno de los grandes hitos. El poder llevarse a casa lo hecho es un plus interesant­e.
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Y NOTICIAS 1811 de febrero del 2017/ FOTOS: GENTILEZA MUNDO FILO, PANGEA CERÁMICAS BIZZ IDEAS.
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 ??  ?? Las ganas de “meter mano” no tienen límite de edad: desde los 4 a los 80, los alumnos hacen cursos de toda clase.
Las ganas de “meter mano” no tienen límite de edad: desde los 4 a los 80, los alumnos hacen cursos de toda clase.
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