El hijo pródigo
El Presidente viajó a España esta semana para “relanzar los vínculos históricos”. El objetivo se vio cumplido, dijeron desde el Gobierno, tras las jornadas de múltiples reuniones, en las que participaron unos 200 empresarios que acompañaron a la comitiva oficial. Pero, ¿cuál era el objetivo tangible? Obviamente volver a hacer negocios. Eso quedó claro en el discurso que Macri leyó ante el Congreso español. Habló de “reglas claras” para inversores españoles a los que hay que volver a seducir.
Seducción y vínculos históricos suenan a un viejo romance. Pero hablar de “relaciones carnales” en la diplomacia argentina trae malos recuerdos. Aunque fue justamente en la época de Guido Di Tella, como ministro de Relaciones Exteriores de Carlos Menem, cuando esa relación tuvo su clímax, con Iberia y Telefónica a la cabeza. La venta de YPF a Repsol se produjo más tarde, hacia el fin de los 90, y el proceso se cerró en 2012, con la retórica antiimperia- lista del kirchnerismo embarrando la negociación y lastimando los “vínculos históricos”.
El Gobierno busco mostrar madurez en su tour ibérico, evitando esa lógica binaria de padre benefactor o de amante abusivo, sin embargo vigente y palpable en los augurios y las críticas tuiteras toda la semana.
Sus detractores, a los que les sobran los reflejos de menemismo en Cambiemos, dirán que está mucho más cerca de la segunda. Y los anti K que asumen que Argentina debe penar por los desaires de Cristina y Cía., verán en esto la encarnación de la parábola del hijo pródigo. España ciertamente hace gala de su paternidad benévola cuando acoge por igual a los argentinos que se chocaron post 2001 con el modelo menemista, como a los peronistas de Perón, nuestra tapa, en su refugio madrileño.