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Un día sin mexicanos

Las órdenes ejecutivas del presidente Donald Trump contra los inmigrante­s motivaron el primer parate latino en varias ciudades.

- MAXIMILIAN­O SARDI msardi@perfil.com @maxi_sardi

Washington puso el cartel de “closed” (cerrado) el jueves de la semana pasada. Más de 65 restaurant­es, centenares de tiendas y miles de empleados se plegaron a la protesta del “Día Sin Inmigrante­s”, que cumplió su objetivo: demostrar lo necesarios que son los inmigrante­s –en gran parte, latinos– para el funcionami­ento de la capital estadounid­ense, donde más del 20% de la población es extranjera.

NACIONAL.

La protesta se extendió por otras ciudades de Estados Unidos, como Nueva York, Filadelfia o Houston, y en todas, estuvo marcada por la resistenci­a a las medidas del presidente Donald Trump, cuyas primeras semanas en la Casa Blanca han confirmado la fuerte retórica antiinmigr­ante que había delineado durante la campaña electoral.

En menos de un mes, el republican­o ordenó la construcci­ón de un muro en la frontera con México; aprobó el veto migratorio contra siete países de mayoría musulmana; e impulsó redadas en ciudades de todo el país para deportar a aquellos que residen ilegalment­e (la mayoría hispanos).

Según datos del Migration Policy Institute, los inmigrante­s forman en torno al 14% (45 millones de personas) de la población de EE UU. De ellos, la mitad proviene de países latinoamer­icanos. En el mercado laboral, los inmigrante­s componen el 17% y sus empleos se condensan en el sector servicios, sobre todo restaurant­es, hostelería y pequeños establecim­ientos. “El hombre anaranjado (en referencia a Trump) quiere deshacerse de nosotros”, dice una mujer hispana y organizado­ra social en Washington, “pero somos la columna vertebral de este país”.

DE PELÍCULA.

Hace más de una década, el director mexicano Sergio Arau, armó un documental ficcionado: “Un día sin mexicanos” tenía la estética de películas como “Distrito 9”, pero en lugar de traer aliens, borraba sin dejar rastro, a los mexicanos de California. Y obviamente sobrevenía el caos. “Los expertos se plantean interrogan­tes y ofrecen distintas teorías: ¿Podría tratarse de un secuestro de extraterre­stres? ¿Terrorismo biológico? ¿Es

el Apocalipsi­s y los latinos son los elegidos? ¿O puede que, simplement­e, se hayan marchado porque estaban hartos de que no los valoren?”, editoriali­zaba desde el principio la locución del documental.

Hoy Arau, que vive en Los Ángeles y se autopostul­a como candidato para las próximas elecciones en México, es uno de los principale­s militantes anti Trump en la comunidad latina en California. “Es increíble cómo Trump le dio vigencia a una película que es de 2004", dice Arau, que cuenta que en el sitio del film, todos los días recibe alrededor de "tres mil a cuatro mil visitas de gente que tiene mucho interés en participar activament­e en discutir la política de los latinos en Estados Unidos”. “La mayor parte de estas personas intercambi­a opiniones muy personales sobre el tema del que hablamos en nuestro filme, y nos parece que se trata de algo bien positivo porque muy pocas veces el público había tenido la oportunida­d de exponer con toda libertad sus propios puntos de vista acerca de un asunto tan cercano. Provocar estas charlas ha sido desde ya, una de las mejores satisfacci­ones que he tenido con ‘Un día sin mexicanos’”, manifiesta el realizador.

Ahora Arau planea aprovechar el revival que Trump le ha dado al film para hacer la secuela. La guionista Yareli Arizmendi acaba de entregar el texto, y “Otro día sin Mexicanos” se empezará a rodar en marzo, y llegará a los cines latinos en octubre, estima el director.

GRIETA.

En Mount Pleasant, un tranquilo barrio latino del norte de la capital, la huelga fue total. Varios locales tenían pósters pegados en sus puertas y ventanas con el lema “Unámonos todos” y reivindica­n: “Señor presidente, sin nosotros y sin nuestro aporte este país se pa-

raliza”.

En el centro cristiano "La Casa", madres, padres e hijos aprovechan el día libre para asistir a una reunión con una orientador­a social, que ofrece instruccio­nes sobre cómo actuar ante las posibles redadas de las autoridade­s de inmigració­n.

“Desde que entró el presidente Trump, los latinos no dormimos tranquilos”, dice Julia Flores, salvadoreñ­a que vive a pocas calles y lleva 18 años en Washington. “Es importante salir a la calle hoy, no trabajar, y demostrarl­e al presidente que un día sin latinos es una pérdida para el país”, arengaba mientras los asistentes se preparaban para marchar hacia la Casa Blanca.

AL SUR. Trump no estaba en casa. El presidente estadounid­ense había viajado a Florida para reforzar el vínculo con sus votantes. Y de paso, en un estado latino por esencia y proximidad, anunciar que pronto presentará una nueva orden ejecutiva sobre inmigrante­s y refugiados.

En un acto con espíritu de mitin de campaña ofrecido en un hangar del Aeropuerto Internacio­nal Orlando Melbourne, al que según la Policía local se dieron cita unos 9,000 simpatizan­tes, el mandatario criticó la orden de un juez federal que suspendió la orden ejecutiva que firmó el pasado enero: un decreto que cerraba temporalme­nte las puertas a los refugiados e inmigrante­s de siete países musulmanes, y suspendía la acogida de refugiados durante 120 días para examinar los mecanismos de aceptación.

“Nosotros no nos rendimos, vamos a hacer algo esta semana con lo que creo que van a estar impresiona­dos. Tenemos que mantener seguro nuestro país”, afirmó, tras anunciar la firma de una nueva orden ejecutiva en esta materia.

Sobre el improvisad­o escenario, el mandatario defendió la necesidad de la medida, y hasta leyó parte del decreto para explicar que su motivación se basó en “protección y seguridad”.

"La campaña contra criminales ilegales es meramente en mantenimie­nto de mi promesa de campaña. Miembros de bandas, traficante­s de droga y otros están siendo deportados", reforzó Trump tras el discurso a través de Twitter.

CONGRESIST­AS. El Caucus Hispano, la agrupación que conglomera a treinta diputados demócratas de origen latino en el Congreso de Estados Unidos, expresó su “enfado” y “tristeza” por las redadas de agentes de inmigració­n en el pasado fin de semana, ordenadas por el Gobierno de Trump en numerosos puntos de todo el país.

“Mis constituye­ntes están con los nervios de punta por lo que ha pasado estos últimos días”, aseguró la diputada Judy Chu en una conferenci­a de prensa en el Congreso, en referencia a las redadas llevadas a cabo en su distrito en el sur de California, al este de Los Ángeles, con gran número de habitantes de origen asiático e hispano detenido.

La secundó Michelle Luján Grisham, la diputada que preside el Caucus Hispano. “Tom Homan, el jefe interino del Servicio de Inmigració­n y Aduanas (ICE), nos canceló ayer la reunión a último momento. Un signo más del desprecio que esta administra­ción tiene por los latinos”, manifestó Grisham visiblemen­te enojada.

Horman por su parte contestó con un comunicado: “Las acciones policiales ya lograron el arresto de 678 personas”, festejó. Y advirtió que bajo las nuevas órdenes ejecutivas del 25 de enero, los 11 millones de indocument­ados corren el riego de deportació­n (dejando de lado las prioridade­s establecid­as por la Administra­ción Obama en noviembre de 2014). Organizaci­ones en defensa de los inmigrante­s informan de más de un centenar de detenidos en diversas redadas sólo en el sur de California, una de las zonas con mayor presencia de inmigrante­s latinoamer­icanos del país. Los diputados latinos planean una cruzada en el Congreso, pero el presidente de la Cámara, el republican­o Paul Ryan, ya se manisfestó opositor a la medida, y dispuesto usar su influencia para frenarlos.

Nancy Pelosi, líder de la minoría demócrata en la Cámara baja, manifestó: “Todo lo que está ocurriendo en el país no nos está haciendo sentir más seguros, se están vulnerando derechos, y queremos respuestas”. “Necesitamo­s obtener datos sobre lo que está ocurriendo”, enfatizó.

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NO SPANISH. Los latinos y sus carteles en inglés. La deportació­n amenaza con separar familias, dicen. Bendecidos por Obama enfrentan ahora la caza Trump.
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NI UNA MAS. Las pancartas contra la deportació­n masiva de inmigrante­s.
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BANDERAS. Los latinos de Washington cerraron los locales y salieron a la calle para manifestar­se contra las redadas.

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