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Revolución scout:

La asociación apoyó al matrimonio igualitari­o y estalló el escándalo. Operacione­s religiosas, intrigas y cartas filtradas. El factor Poli.

- JUAN LUIS GONZÁLEZ jlgonzalez@perfil.com @juanelegon­zalez

la asociación cambió su estatuto en apoyo al matrimonio igualitari­o y entró en guerra con la Iglesia. La operación del arzobispo Aguer: intrigas religiosas y maniobras políticas. Que pasará con 75.000 chicos si esta relación no se recompone.

LA REVOLUCIÓN DE LOS SCOUTS

En una gigantesca y centenaria construcci­ón religiosa, un grupo reducido de personas con sotanas negras toma una decisión inesperada. El riesgo es grande pero la jugada es pensada con detenimien­to. Al final, la pieza que se decide mover para patear el tablero es una carta. La correspond­encia privada se difunde y estalla el escándalo. La operación podría perfectame­nte pertenecer a una película ambientada en la Edad Media, pero ocurrió el 9 de febrero de este año en el Arzobispad­o de La Plata. Ese día, desde la institució­n que comanda el obispo Héctor Aguer, se filtró adrede un diálogo entre él y su par de Buenos Aires, Mario Poli, donde este último señalaba que los Scouts locales están influidos por “ideologías de género, hasta el mismo derecho al aborto” y que la relación estaba rota y “sin vuelta atrás”. La repercusió­n es la calculada: la asociación quedó peligrosam­ente al borde del cisma con la Iglesia, y todo el país se hace eco de la “revolución sexual” de los muchachos de pantalón corto. En la catedral neogótica más grande de América latina, las noticias se reciben con alegría cristiana.

El conflicto, que tiene por lo me-

nos veinte años, tuvo su clímax en noviembre del año pasado, cuando, en asamblea nacional, la asociación civil votó cambiar la definición de familia de ‘formada por varón y mujer’, por la de ‘formada por personas’. Ese fue el hilo del que tiró Aguer, hábil tejedor de intrigas, pero el núcleo de la pelea es claro: resolver de quién dependen los 75.000 chicos que hoy integran el movimiento Scouts –que en la práctica trabaja como una asociación autónoma– un número nada menor si se tiene en cuenta que la Iglesia pierde adeptos a nivel mundial todos los años. El escándalo es mucho más inmenso que una veintena de caracteres.

SIEMPRE LISTOS.

Un reconocido historiado­r dijo una vez, en referencia a la incapacida­d de una agrietada Unión Soviética de abrir su economía al mundo y a la vez mantener su sistema comunista: “El diluvio controlado no existe”. A pesar del anacronism­o, parecería que los dirigentes de los Scouts locales tuvieron un problema similar y tampoco pudieron domar la tormenta. Según recuerdan, fue en el 2012 cuando se empezó a hablar de lo que, media década después, los pondría al borde del abismo. En aquel año, en una reunión distrital de dirigentes juveniles, se mencionó por primera vez la idea de reformar el proyecto educativo, algo así como la carta magna de la asociación. Recién en el 2014 el tema llegó a la asamblea nacional, y un año después se votó la moción de transforma­r el texto en el 2016. “Sabíamos que iba a traer cola, pero no podíamos hacer nada: había una necesidad de las propias bases”, dice uno de los dirigentes de los Scouts.

El 12 de noviembre del año pasado se juntaron, como todos los fines de año, los delegados que representa­n a los 165 distritos en que los Scouts dividen al país, más los dirigentes juveniles. Fueron un total de 600 personas que durante tres días discutiero­n, en el centro “Néstor Kirchner” de Ezeiza, diversos temas, y sobre todo uno. Un testigo de ese “debate intenso, pero muy democrátic­o”, recuerda que al final llegaron dos o tres propuestas distintas sobre la frase que se iba a modificar, y los líderes de esos bandos se reunieron en privado durante dos horas an-

tes de que salga la versión final. Los Scouts lograron algo que el Gobierno nacional todavía no pudo imponer: la decisión se tomó mediante el voto electrónic­o, y el resultado fue muy parejo –alrededor de 60 por ciento a favor y 40 por ciento en contra–. Es la primera vez desde 1996, cuando nació la asociación como tal, que se modifica el proyecto, aunque no deja de ser llamativo el hecho de que todo el problema nazca de la decisión de cambiar una sola línea de un texto de 32 páginas. Tampoco hay que pecar de ingenuidad: aceptar que las familias las forman “personas” –es decir, que pueden ser de hombres con hombres y mujeres con mujeres– atenta contra el corazón de la Santa Iglesia. Al día de hoy, la nueva versión del proyecto educativo no está cargada en la web de los Scouts por, según dicen, “falta de tiempo”. “Había que cambiarlo, era algo de otra época, sobre todo si la idea es querer formar personas que se integren a la sociedad y no que vivan por afuera, en una burbuja”, dice uno de los pocos scouts que se animó a hablar con NOTICIAS –la asociación incluso hizo un posteo en Facebook (ver foto) donde pedía que ninguno de sus miembros hablara con la prensa, algo que se cumplió casi como una orden militar–.

Para los Scouts es crucial el apoyo eclesiásti­co. La Iglesia tiene Comisión de Pastoral Scout Católica (Copasca), que funciona dentro de la asociación como un órgano de supervisió­n, y cuya cara visible es el mismo Poli, un ex scout, que hasta mediados del año anterior dictaba cursos de “acompañami­ento católico” para los muchachos de los pantalones cortos, y también para curas que trabajaban en sus parroquias con estos niños. Pero el dato más importante es que no sólo el 68 por ciento de los Scouts son católicos, sino que el 65 por ciento –según sus propios datos– de la totalidad de sus chicos usan las parroquias como lugar de encuentro semanal. Ambos números son relevantes: si casi 7 de cada 10 de sus miembros siguen los principios de la Biblia, ¿cómo ganó con el sesenta por ciento la propuesta de cambiar el estatuto? Y la otra duda, más importante, ¿a dónde irán más de la mitad de los niños que se quedan sin un techo para juntarse? Aguer, el obispo que disparó el escándalo, lo tiene muy claro.

NINGÚN SANTO.

Para el polémico arzobispo de La Plata, viejo conocido de Francisco y con el que ha tenido más de un cruce, esta pelea es una deuda histórica personal para la que tiene una solución largamente postergada. “Era un joven obispo cuando se decidió la fusión de la Unión de Scouts Católicos de Argentina con la asociación Scout local. Me opuse decididame­nte a esa medida”, dijo Aguer, en el texto que le envió a Poli el 26 de noviembre del año anterior, sólo 11 días después de que haya finalizado la asamblea Scout –la carta que se viralizó, en verdad, es una respuesta a su par platense–. El hombre que maneja una de las catedrales más grandes de Sudamérica hace referencia a la acción que se tomó en 1996, cuando la Conferenci­a Episcopal resolvió unir a los dos grupos: eso significó, en la práctica, que la Iglesia perdió el control directo de miles de niños.

Pero Aguer, alguien a quien incluso sus enemigos califican como sumamente inteligent­e, no se dejó estar. Meses después de la fusión, un grupo de 17 obispos y muchos curas que “no estaban de acuerdo” con la medida, formaron las Asociacion­es Diocesanas de Scouts Católicos (Adisca), una agrupación que dependería directamen­te de las parroquias: obviamente, el actual arzobispo estaba entre ellos. Adisca hoy funciona sólo en la provincia de Buenos Aires, y su lugar más convocator­io es en La Plata. Al lado de la asociación reconocida internacio­nalmente y que participa en la red de Scouts mundial que reúne a 30 millones de personas, Adisca es muy menor.

Sin embargo, el hábil religioso tiene un as bajo la sotana: de los 23 grupos de Scouts Argentina que están en su ciudad, casi el 90 por ciento se reúne

en una parroquia. La propuesta del arzobispo de “una Federación con dependenci­a directa del obispo y sus delegados, para que los Scouts dejen de parecer huéspedes o 'okupas' de las parroquias”, apunta justo contra el talón de la asociación. Desde que el 10 de diciembre Nicolás Biasi, obispo auxiliar de La Plata, anunció que en el 2017 no renovarían el patrocinio –la única acción formal tomada por parte de la Iglesia contra los Scouts hasta el momento–, los engranajes se pusieron en movimiento. La asociación tiene hasta mitad de año para reacomodar a sus chicos, aunque ya pronostica que más de uno de sus grupos, que literalmen­te se quedarán en la calle, se irán a Adisca. “El diablo encontró la manera de meter la cola”, le dice, como justificac­ión, uno de los voceros de Aguer a este medio.

RECEN POR MÍ.

El futuro del dilema es una incógnita. La posición de Poli es desconocid­a para todos los jugadores. El cardenal, la máxima autoridad católica del país, es el “capellán” de los scouts –la persona designada por la CEA para ser el nexo entre las dos institucio­nes– y ha tenido públicas demostraci­ones de afecto en el pasado. Desde La Plata sugieren que implícitam­ente aprobó la filtración de su carta, aunque eso está lejos de cerrar con el perfil del religioso, que llevó el concepto “perfil bajo” a un escalón desconocid­o: en su primera semana en el Arzobispad­o de Buenos Aires cerró la oficina de prensa, y se jacta de no haber recibido jamás a un periodista. Además, en los papeles debería ser un soldado del Papa quien lo designó con el dedo para ser su reemplazan­te en la ciudad. ¿La difusión de la carta fue un tiro por elevación al Papa, rival histórico de Aguer? ¿Poli, quien en el texto llama “querido hermano Héctor” al obispo de La Plata, cambió de bando? ¿Tiene su propio juego?

Hasta ahora Poli no recibió a los dirigentes de los Scouts, aunque mantuviero­n intercambi­os privados y los últimos pronostica­n que una reunión podría darse en un futuro cercano. Ellos se llaman, por ahora, a un silencio cerrado. “No tenemos mucho para decir sino para hacer”, le dijo a NOTICIAS la vocera, María Julia Pichot. Todos los involucrad­os están más que pendientes de la próxima asamblea de obispos locales en abril, donde probableme­nte se zanje el asunto, y los Scouts quieren participar de esa actividad para dar a conocer su versión. Sólo un milagro de Dios salvaría la situación: pero es verdad que el que tiene contacto directo con él es argentino.

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TIEMPOS MODERNOS. Francisco siempre tuvo llegada con los Scouts, aunque en su país la Iglesia está por separarse. En las redes estallaron los memes con la polémica (der.).
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NUEVOS VIENTOS. En los Scouts cambió la época. Dicen que no son “boy scouts”, sólo “scouts” porque “sería una falta de respeto hacia las miles de mujeres que integran la organizaci­ón”.
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ORDEN. El presidente de los Scouts, Gerardo Mattei, y Juan Salvado, director ejecutivo (izq.). El comunicado oficial donde pedían que sus miembros no hablaran con la prensa: se respetó casi como si fuera una decisión militar.
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