Odebrecht coreano:
Corea del Norte perpetró un crimen tipo película de James Bond, mientras Samsung purga la política surcoreana.
Corea del Norte perpetró un crimen tipo película de James Bond, mientras Samsung purga la política surcoreana. Por Claudio Fantini.
Ni siquiera se preocupó por hacer “que parezca un accidente”. El asesinato del medio hermano del líder norcoreano se pareció a eso: un asesinato. Y un asesinato que sólo pudo ser ordenado por Kim Jong-un.
Dos mujeres lo abordaron en el aeropuerto de Kuala Lumpur y lo rociaron con un aerosol. Momentos después, Kim Jong- nam moría en una ambulancia camino al hospital. Como en una película de James Bond, pero sin ningún misterio sobre el autor intelectual del asesinato. A la orden de matar al miembro desapareado de la dinastía Kim sólo pudo dictarla su medio hermano.
A esta altura, Kim Jong-un es un criminal serial. Inauguró su gestión haciendo ejecutar a su tío, Jang Song-thaek. Después le tocó el turno al ministro de Defensa, Hyong Yolchol, por dormirse durante un discurso del dictador. A nadie le extraña que Kim Jong-un haya ordenado el asesinato de su medio hermano. Kim Jong-nam era un desventurado que llevaba años desplazándose por países asiáticos, sabiendo que los agentes del régimen creado por su abuelo lo buscaban para eliminarlo.
Su deriva comenzó en el 2001, cuando en el aeropuerto de Narita lo detuvieron por usar un pasaporte falso. Nadie entendió por qué intentó ingresar a Japón como si fuera dominicano, ni por qué se justificó diciendo que quería conocer el Disneylandia tokiota. De por sí, su posición en la dinastía era endeble, porque su nacimiento fue consecuencia de una fugaz relación extramatrimonial de su padre con una actriz surcoreana que, para colmo, estaba casada. Por eso, al morir Kim Jong-il, su primogénito caído en desgracia huyó a China y comenzó a vivir cambiando de país, para no ser secuestrado o asesinado. Vivió más que nada en China y Macao, pero también en Indonesia, Malasia y Singapur.
A nadie sorprendió que, finalmente, los agentes de Pyongyang le dieran caza. Lo que sorprende es que no hayan disimulado el crimen. Lo asesinaron como se asesina en las películas de espías y en los libros de intrigas y espionaje, con el agravante de que había un solo interesado en eliminarlo: el régimen norcoreano, al que la víctima llevaba años criticando. Mientras
Corea del Norte ejecutaba un asesinato político en Malasia sin disimular el crimen, el Estado surcoreano daba la prueba de institucionalidad más importante de su historia: por orden de una Fiscalía,
Y