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Espionaje a Nisman:

Fragmentos del libro de Nicolás Wiñazki que revela el seguimient­o del gobierno K al fiscal que denunció a Cristina. La carpeta del Ministerio de Seguridad y el rol de Berni y Cecilia Rodríguez.

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anticipo del libro de Nicolás Wiñazki que revela cómo el kirchneris­mo vigiló al fiscal antes de su muerte. El rol de la ministra Cecilia Rodríguez y del infiltrado “Yossi” Pérez.

En la semana que culminaba con la muerte del fiscal Natalio Alberto Nisman, el funcionari­o que ahora se encontraba en el departamen­to donde estaba el cadáver había sido uno de los críticos más tenaces y locuaces de la denuncia que el muerto había presentado contra su jefa, la ex presidente.

Sergio Alejandro Berni, médico cirujano, teniente coronel del Ejército, ex espía infiltrado entre los mineros de Río Turbio durante la huelga de 1994, según denunció la oposición, desde octubre de 2012 se desempeñab­a como secretario de Seguridad de la Nación.

En cualquier organigram­a administra­tivo, todo secretario reporta siem- pre a un ministro. Su superior legal era la ministra del área, la taciturna María Cecilia Rodríguez, una joven politóloga nombrada en diciembre de 2013. En los hechos, era al revés. Cinco años mayor que su j jefa, Berni, de facto ya que no de jure, era el auténtico co jefe del Ministerio de Seguridad.

Sergio Berni había ía “caminado” durante te meses al fiscal que yaacía muerto. “Caminar”,r”, en la jerga del espionaaje argentino, es igual al a “monitorear” en seecreto a una persona, a, alternando métodos os

Ydiversos.

Agentes de la fuerza que manejaba Berni “caminaron” a Nisman cuando estaba vivo.

Continuó después con esas tareas, husmeando, auxiliado por sus subalt alternos, en el análisis de hechos de la vida de un fiscal que ya estaba mu muerto.

Y aplicó el mismo sistem tema a la familia del falle llecido por causas que

aún se desconocen. Berni y su superiora formal, Rodríguez, buscaron informació­n privada de la madre de Nisman, Sara Garfunkel. Y obtuvieron, a causa de su posición, informació­n que manejaban policías federales sobre secretos familiares de la ex esposa de Nisman. Sandra Arroyo Salgado es una jueza federal, que ha buscado participar en la investigac­ión judicial de la muerte de su ex marido, guiada por el propósito de dilucidar cómo terminó su vida el padre de sus hijas.

EL LIBRO BLANCO. Entre los vestigios que documentab­an desde el interior de la administra­ción pública cómo había sido el arbitrario estilo de gobernar de la gestión anterior, en el

nuevo Ministerio de Seguridad de la gestión Cambiemos, al mando de Patricia Bullrich, empleados de carrera encontraro­n una carpeta con anillos, blanca, voluminosa, que Berni había mandado “eliminar”, según fuentes del propio organismo público.

La orden del teniente coronel no fue obedecida. La carpeta blanca no fue eliminada.

Berni me aceptó que esa carpeta existía, pero me dijo que era parte de la documentac­ión que guardaba su “jefa”, Rodríguez. Eso pasó cuando una parte del material del “expediente Nisman” se difundió por Telenoche. Lo que salió al aire fue sólo la parte de la carpeta que mostraba cómo la custodia de la ex mujer del fiscal le informaba los movimiento­s de la vigilada al Ministerio de Seguridad.

Dentro había materiales que hoy resultan escalofria­ntes. Llevaba en su tapa, la carpeta, un papel stick de color violeta que decía esto: “Alberto Nisman”.

Tuve en mis manos la carpeta lo suficiente como para reproducir­la entera, después de chequear con el propio Berni y con fuentes del Ministerio de Seguridad la historia de ese rejunte impactante de informes.

El contenido permite conocer de qué modos el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner “caminó” a la causa AMIA. Era informació­n judicial que por primera vez volvía concreta una pista firme sobre quiénes o cómo formaron parte de una “conexión local” que ayudó a terrorista­s de Irán –según la tesis de la Justicia– a hacer volar la AMIA.

Alberto Nisman había logrado establecer que un espía confeso de la Policía Federal, José Alberto “Yossi” Pérez, se había infiltrado en la comunidad judía, en una de sus aso- ciaciones más importante­s. Había obtenido respuestas oficiales a las preguntas y repregunta­s que había formulado como fiscal investigad­or: eran las palabras y los documentos de la propia administra­ción nacional, del área de Seguridad.

Cuando anteriorme­nte había sido indagado en sede judicial, este agente, cuya existencia, funciones y actividade­s probó Nisman, había declarado fehaciente­mente que él estimaba que la informació­n que había elevado a sus superiores era la más relevante, eficaz y funcional para el apoyo local prestado a quienes volaron la sede de la AMIA en 1994. El agente trabajaba en un esquema desconocid­o de espionaje de la Policía Federal. Era material caliente. Nisman no lo había hecho público. El gobierno K lo sabía.

Y no sólo eso. La carpeta secreta sobre Nisman contiene también informació­n crucial sobre la causa judicial de la muerte del fiscal. Hay además constancia de que los agentes policiales que custodiaba­n a Arroyo Salgado elevaban, en secreto, informes de todo lo que se enteraban sobre ella a sus jefes policiales. Sus miedos, lo que contaba de sus conversaci­ones con Nisman, hechos extraños en su casa, que podrían ser considerad­os intimidaci­ones.

La carpeta también incluye un completo listado de todas las salidas y entradas al país del fiscal muerto del caso AMIA. Y también de los viajes que realizaron al exterior personas allegadas como la madre de Nisman. Inteligenc­ia pura.

Berni, o Rodríguez, que reportaban de modo directo a Cristina Kirchner, tenían dentro de esta carpeta un supuesto análisis de los cruces de llamados de los principale­s protagonis­tas de la investigac­ión de la AMIA, del entorno de Nisman y, sobre todo, de las jefaturas y direccione­s de distintos servicios de inteligenc­ia.

Mencionaba­n a espías de la entonces SIDE como Antonio Stiuso. Al ex director de Reunión Interior, Alberto Mazzino. Al director de Análisis, el kirchneris­ta Fernando Pocino. Y a teléfonos que ese día se intercomun­icaron entre sí y que pertenecía­n a Inteligenc­ia del Ejército, bajo control de César Milani.

Ese material consiste sólo en gráficos documental­es. No existen audios al respecto ni tampoco se especifica si fueron entrecruza­mientos de comunicaci­ones hechas de modo legal, o por qué organismo del Estado.

Además, en esa carpeta, que el escrúpulo y el coraje de un funcionari­o preservó, hay un plexo de informacio­nes muy valioso, que el Estado K no sólo no quiso conservar, sino que expresamen­te buscó eliminar.

El gobierno de Cristina Fernández espió a Nisman y, más aún, sabía que él tenía pruebas orales y documental­es que indicaban que la gestión K sabía que un agente de la Policía Federal había actuado haciendo es-

pionaje en la sede de la AMIA, y que temía haber ayudado, de forma indirecta pero eficaz, a los terrorista­s que volaron ese edificio.

La Casa Rosada de los Kirchner estaba al tanto de esa informació­n y la ocultó. Esas pruebas investigab­a el fiscal de la AMIA cuando apareció muerto.

Cristina Fernández declaró, defendiend­o el “Memorándum de entendimie­nto con Irán”, que el expediente AMIA no avanzaba desde muchos años atrás. Es falso.

El propio director general de Operacione­s de la Secretaría de Inteligenc­ia del Estado, Antonio Stiuso, estaba elaborando un informe de inteligenc­ia sobre las causas por las que, según sus pesquisas, Irán había atacado en la Argentina en dos ocasiones. Primero en la embajada de Israel. Y después en la AMIA.

El espía Stiuso –según él, es una profesión de por vida– declaró dos veces en la causa.

Cuando la Casa Rosada, a través del secretario Legal y Técnico de la Presidenci­a, Carlos Zannini, instrument­ó el pacto con Irán, ese mismo funcionari­o le mandó a decir a Stiuso que ya no podría darle más informació­n a Nisman. CAMINANDO A UNA VIUDA. La carpeta secreta K sobre Nisman tiene varias carátulas. Hay una que es una simple impresión de una hoja de computador­a, en blanco y negro.

Su título es impactante: “Custodias Dra. ARROYO SALGADO”. Su contenido, también.

Lleva impreso arriba de esa frase un logo de la “Superinten­dencia de Interior y Delitos Federales Complejos de la Policía Federal Argentina, Dirección General de DELEGACION­ES” (sic).

Las páginas que le siguen a esa hoja detallan, con saltos de tiempo, diferentes episodios que le ocurrieron a la ex esposa de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado, desde que el padre de sus dos hijas apareció muerto y ella denunció que todo se trató de un asesinato.

La custodia de una persona en peligro, según las normas, no debe ni puede informar a sus superiores sobre los detalles y acontecimi­entos extraños y la vida privada de sus custodiado­s. Pero los policías asignados a Arroyo Salgado lo hicieron. Y así quedó asentado en la carpeta secreta de Nisman que el Ministerio de Seguridad K intentó destruir.

Entre otras cosas, se menciona que la madre de Nisman, Sara Garfunkel, viajó a Europa en el mismo vuelo que las hijas del ex espía Antonio Situso, sin ninguna prueba sobre esta cuestión, que de por sí no es un delito ni un hecho para sospechar nada que tenga que ver con la muerte de su hijo.

Entre otros materiales sobre los movimiento­s de Arroyo Salgado, que son abundantes, destaca una hoja impresa de Word. Sirve de resumen para entender lo que los custodios de la viuda del fiscal del caso AMIA elevaron al Ministerio de Seguridad K sobre lo que pensaba y hacía la principal impulsora pública de que la investigac­ión se centre en el delito de homicidio, y no en el de suicidio, como pretendió instalar desde el inicio el gobierno de Cristina Fernández.

Jamás se especifica en la carpeta secreta cuál de los custodios de la jueza Arroyo Salgado le transmitió esta informació­n a la ministra Rodríguez y al secretario Berni. La informació­n, una sola página, dice así, textual: “Sobre N y su muerte:

Declaró cómo N y Lagomarsin­o se conocían. A través de Carlos “Moro” Rodríguez.

No sabía en profundida­d el curso de las investigac­iones de N.

Le mintió sobre los motivos de su regreso.

Como sabía que no iba a volver al viaje con su hija, le dijo que ella se ocupaba de su hija en Europa (por eso fue a buscarlas).

Discusione­s con N por considerar­la ultra K.

Dijo no conocer las relaciones de N con los servicios de Inteligenc­ia más que al que puede tener cualquier autoridad del poder judicial a los fines de coordinar investigac­iones”.

Así termina esa página. Hay otras, donde se detallan episodios que fueron considerad­os por Arroyo Salgado como amedrentam­ientos, en algunos de ellos, incluso, participó su propia custodia, por ejemplo.

Y hay una hoja suelta más en ese expediente secreto Nisman que Rodríguez y Berni ocultaron a las autoridade­s judiciales y a la Justicia. Esa página de Word, sin firma, da supuesta informació­n sobre el avance de la causa de la muerte del fiscal. Y sobre viajes de su madre y su tía.

¿Para qué recolectab­a el gobierno K ese tipo de informació­n de la fami-

lia del fallecido Nisman? ¿Por qué las autoridade­s políticas a cargo de Seguridad averiguaba­n de modo confidenci­al qué podría hacer o qué pensaba la fiscal Fein?

EL LIBRO DE HORAS. La carpeta secreta de Nisman que los K quisieron destruir tenía incorporad­a, entre muchos otros materiales, la agenda con anotacione­s de la secretaria del fiscal desde el día que presentó su denuncia contra Cristina Fernández.

Allí se leen qué periodista­s lo llamaron. Con quiénes se reunió. Qué legislador­es tomaron contacto con él.

Por ejemplo, esos papeles relatan que el miércoles 14 de enero de 2015, el día de la presentaci­ón, Nisman se encontró cara a cara con cinco personas; los encuentros están enumerados y clasificad­os por la secretaria en el ítem “Reuniones con él a solas”.

Además de periodista­s, una amiga y legislador­as como Patricia Bullrich y Laura Alonso, indica que se vio con “Diego Lagomarsin­o”.

Hay un párrafo de esa “agenda” donde se menciona mi nombre. Es el día en que lo llamé a su oficina. Está remarcado con birome.

Hay otro párrafo que inquietó al gobierno K: se especifica ahí que el fiscal llamó varias veces a la embajada de Estados Unidos el miércoles 14 de enero de 2015 y el viernes siguien- te. Apareció muerto en la madrugada del lunes.

Cita a una empleada de la embajada “de USA” que solicitó “las copias” (se infiere que del texto de la denuncia del fiscal contra la ex presidente). En ese apartado se refiere después que la empleada “vino a la tarde a buscar los papeles y los cds; que le agradece muchísimo a Nisman”.

Las palabras “papeles” y “cds” están subrayadas.

Los llamados analizados por la Justicia, que se incorporar­on a la carpeta secreta de Nisman, muestran que hubo espías de jerarquía, cercanos a la ex presidente, que quizá supieron que algo le había pasado al denunciant­e de la “doctora” Kirchner.

LA MUERTE. ¿A Nisman lo mataron? ¿Se suicidó? ¿Lo indujeron u obligaron al suicidio? No se pueden responder esas preguntas, que ahora deberá atender el juzgado de Julián Ercolini y la fiscalía de Eduardo Taiano. Sólo se pueden enumerar hechos:

El teléfono de Nisman apareció el domingo a la noche con los llamados y mensajes anteriores a ese día eliminados en su totalidad. Su computador­a había sido intrusada. El IP desde donde se realizó esa maniobra ha sido identifica­do. La Policía Metropolit­ana intentó allanar ese lugar. La fiscal Fein lo evitó negándoles a los agentes el pago de los viáticos. No se determinó aún a quién pertenecía­n otros teléfonos a los que Nisman llamó durante los días entre la denuncia y el disparo que lo mató.

Las respuestas a las preguntas anteriores sólo añaden más interrogan­tes.

Si el fiscal se suicidó, ¿quién lo supo antes que sus custodios y su madre como para entrar en su computador­a desde una ubicación remota o para borrar su celular?

Pregunta simple. Respuesta imposible.

La principal acusada del fiscal, Cristina Elisabet Fernández, jamás se puso a disposició­n de la Justicia para ser investigad­a por el caso. Su gobierno atacó a Nisman vivo, y muerto. LO DIFAMARON. Usinas de inteligen-

tiene. Uno va naturaliza­ndo cosas. Yo hablé con Nisman hasta el sábado a la noche.

NOTICIAS: Sufrió muchos aprietes durante el kirchneris­mo.

Wiñazki: El epílogo de mi libro se llama 18/36. Tengo 36 años, 18 como periodista. Ocho de esos en NOTICIAS, con lo cual es muy raro para mí estar sentado del lado del entrevista­do. De esos 18 años, 12 gobernó el kirchneris­mo. Gobernaron 12 años personas que decían que no había inflación, que no había corrupción y que no había insegurida­d. Se fue radicaliza­ndo. Tuve problemas en una radio porque escribía sobre el Gobierno: me dijeron “reinventat­e”. No me olvido más la palabra: “reinventat­e”. Eso fue en FM Metro, ahora tiene otros dueños. Ernestina Pais me rebancó pero no me iba a reinventar.

NOTICIAS: ¿Tuvo miedo? cia difundiero­n fotos de Nisman con mujeres. Su vida privada es irrelevant­e en el contexto de las investigac­iones judiciales que lideraba sobre la causa AMIA.

¿Por qué Berni estaba en su departamen­to antes que el juez y que la fiscal que deberían investigar su muerte? ¿Por qué Stiuso no atendió a Nisman?

Para Stiuso, a Nisman “lo mató” un grupo “relacionad­o” con el gobierno K. En su declaració­n especuló con la posibilida­d de que estuviera integrado por personas ligadas con el gobierno de la República de Venezuela.

Mientras declaraba durante esas diecisiete horas, el espía volvía una

Wiñazki: Nunca. Tal vez un poco inconscien­te. En el 2009 Parrilli me echó de la Casa de Gobierno puteándome. Es un tipo muy calentón. Yo hablaba mucho con los funcionari­os K, después se me fue complicand­o. En un momento tuve que empezar a verme en bares con las fuentes. Tuve custodia 8 meses. Mi hija nació y al mes empecé con la custodia de la Metropolit­ana. Nunca me imaginé que estaba en peligro, pero empezó un domingo, antes de que saliera al aire un informe sobre Aníbal Fernández, alguien me avisa que tengo que tener custodia. Me dijeron que era por dos días y se quedaron ocho meses. Un día iba a un recital y el taxi que me pasa a buscar me dice: “Flaco, ¿quién sos? Porque desde que salimos te están siguiendo”. Un Audi iba pegado atrás nuestro desde que había salido de mi casa. Otro día en el 2015, mi mujer, que y otra vez sobre la responsabi­lidad de la ex presidente en el caso: “Los autores de toda la locura eran esta mujer, Cristina Fernández de Kirchner, Zannini, Aníbal Fernández que le hacía toda la parte mediática y todo el resto eran monos que bailaban su música. El blanco era yo para voltear la denuncia de Alberto, aún después de muerto, porque el objetivo era acallar la denuncia”.

Una entrevista del periodista Daniel Berliner es el último audio que tenemos de Alberto Nisman. Hoy está en manos de la Justicia.

El fiscal dice limpiament­e: “Esto no sale de un día para otro, menos por la decisión de un tipo, menos de

estaba embarazada, salió sola en mi auto y cuando lo fue a buscar estaba todo atado con alambres. Mi esposa sí tuvo miedo: sobre todo un día que estábamos mirando la computador­a y nos apareció una foto de fondo que decía “Julián Domínguez gobernador”, en medio de mis denuncias mediáticas a Aníbal Fernández. Ahí me dijo: no quiero que se vaya la custodia. NOTICIAS: ¿Qué pasó con Nisman?

Wiñazki: Yo no creo que se haya suicidado. No sé quién lo mató, pero no se suicidó. En una de las últimas charlas que tuve con él, me dijo: “Te veo el martes”. Si se hubiese suicidado, quién y por qué entró a su teléfono para borrarle la memoria. Él estaba con muchas ganas de presentars­e ante el Congreso. Lo siguieron a Nisman vivo y muerto. Está probado en la Justicia que antes de que llegase la fiscal había 20 personas en el departamen­to, que entró Berni embarrado y le dio el pésame a la madre. Todos los indicios llevan al mismo lugar. El gobierno K, como mínimo, trabajó para ensuciar la causa y que no se sepa la verdad de lo que pasó con Nisman. Stiuso y menos como soy yo. Si me equivoco o no quiero tener la posibilida­d de decir que lo decidí yo. Soy un boludo porque no analicé la cuestión políticame­nte, y tendría que haber esperado. Con esta decisión voy a seguir adelante, no es que duplico la apuesta, voy a mostrar todo lo que tengo. Le dije a Parrili que me autorice a mostrar las escuchas, y quiero como dijo la Presidenta... me parece justa. Ojalá todos los ciudadanos, los cuarenta millones puedan escuchar y ver las pruebas que yo tuve entre mis manos, para darse cuenta ellos solos y que nadie les cuente pasó blanco, pasó negro”.

En la conversaci­ón queda en claro que el fiscal sabía de la voluntad del gobierno de apartarlo de la causa AMIA. No demuestra ningún temor, sino determinac­ión para la presentaci­ón que iba a hacer ese lunes. Y que lo hacía en solitario.

Que nadie lo instigaba, más que su propia decisión.

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FAMILIA. Tras la muerte del fiscal, su ex mujer, Sandra Arroyo Salgado, siguió siendo espiada.
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SEGURIDAD. Berni y Cecilia Rodríguez fueron consultado­s por NOTICIAS por el espionaje a Nisman, pero prefiriero­n no responder. La carpeta tiene el testimonio del infiltrado “Yossi” Pérez.
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CAMPAÑA SUCIA. Luego de la muerte de Nisman, el kirchneris­mo intentó desprestig­iarlo con fotos de sus viajes y salidas nocturnas.
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CONFIDENCI­AL. En la “carpeta blanca” que apareció en el Ministerio de Seguridad hay documentos que evidencian cómo vigilaron al fiscal de la causa AMIA y a su familia.
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EL LIBRO. La investigac­ión de Wiñazki, una filosa radiografí­a de la era K editada por Sudamerica­na.
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ENTREVISTA. Wiñazki mostró la carpeta K sobre Nisman y contó cómo lo presionaro­n.

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