Una crisis más que gráfica:
A las dificultades comerciales de la industria se suma el accionar de grupos violentos.
a las dificultades comerciales de la industria se suma el accionar de grupos violentos.
La industria gráfica argentina está atravesando un período crítico y busca estrategias de reconversión. El motivo principal es la tendencia de la gente a leer cada vez menos en el soporte en papel. Pero a eso se le agregó ahora un factor inesperado: la acción de facciones gremiales de izquierda que están actuando en algunas empresas buscando su cierre, según denuncian algunos empresarios del sector. Paradójico, porque dicen defender a los trabajadores, pero con su accionar atentan contra los puestos de trabajo, resaltan los dueños de imprentas.
En los últimos tiempos cerraron tres de las cinco grandes imprentas de diarios, revistas y otros productos en la Argentina. Donnelley, el grupo impresor más grande del mundo, cerró sus puertas en 2014 y hoy se encuentra en proceso de quiebra (ver aparte). A ellos se sumó World Collor y desde hace algo más de un mes, Artes Gráficas Rioplatenses (AGR), la impresora de revistas, folletos y otros trabajos del Grupo Clarín.
Permanecen en pie Anselmo Morvillo e IPESA. Pero en el caso de Morvillo, se quedó sin su socio norteamericano Quad Grafics (número dos mundial, detrás de Donnelley).
Lo peor es que a todas las dificultades que enfrentan los imprenteros argentinos, de pie y dispuestos a dar pelea para reinventarse y sobrevivir, se agrega el accionar de estas facciones que pertenecen al Partido Obrero y se infiltraron en varias empresas.
“Por la penetración en nuestros talleres de facciones sindicales de extrema izquierda que se autodenominan La Naranja Gráfica, todo nuestro trabajo de años, que dio empleo a generaciones de familias se está derrumbando”, explicó el presiden-
te de la Federación Argentina de la Industria Gráfica y Afines (Faiga), Juan Carlos Sacco. Otros dueños de imprentas opinaron lo mismo que Sacco.
El accionar de estos grupos se vio en evidencia el pasado 22 de febrero, cuando un grupo de entre 20 y 30 personas que se presentaron como despedidos de AGR irrumpieron en Kollor Press, la imprenta que tiene talleres en Avellaneda, la desalojaron y se dedicaron a hacer destrozos de todo tipo en las máquinas y los trabajos que estaban listos, a punto de salir a la calle.
“Me vinieron a decir que no imprimiera nada de AGR, y yo les dije que no estaba imprimiendo nada de ellos. Hay algunos clientes que compartíamos, sí, como Frávega, que no imprime con un solo proveedor. Es todo una locura, yo estoy luchando para sobrevivir y me vienen con esto, hicieron destrozos de todo tipo”, dijo César Solari, dueño de Kollor Press.
“Entraron a la imprenta, les dijeron a los empleados que tenían 10 minutos para cambiarse e irse y después se quedaron rompiendo y destruyendo, prendieron fuego a material que estaba para salir”, dijo Solari. Entre
los daños, los intrusos destrozaron los cinco comandos de las rotativas y las dejaron inutilizadas, arrancaron los monitores y los arrojaron al piso. Tiraron los teclados de las máquinas en tachos de tinta y sacaron folletos, revistas y demás impresos a la calle para prenderles fuego.
En diálogo con NOTICIAS, un apesadumbrado Solari comentó que la situación por la que atraviesa la industria es crítica y este tipo de episodios lo hacen repensar en seguir o no.
“Yo estoy luchando para salir adelante, tenemos todo tipo de contratiempos, la presión impositiva, los costos y una coyuntura en la que la gente lee cada vez menos el soporte en papel. Antes Internet era el complemento del papel. Ahora es al revés: el papel es el complemento de Internet”, dice Solari.
UN EJEMPLO ILUSTRATIVO. La cadena de artículos para mejoras del hogar Easy (Cencosud) imprimía antes 2 millones de folletos de 80 páginas. “Hoy está haciendo 200.000 y de 30 páginas”, explica Solari, para poner en números lo que generó el impacto de Internet en la actividad imprentera.
La Asociación de Entidades Periodísticas de la Argentina (Adepa) condenó el ataque a Kollor Press y reclamó "a las autoridades competentes el esclarecimiento del hecho y la sanción a los responsables".
El tiempo corre, y como si no fueran suficientes los desafíos que im- ponen las nuevas tecnologías, los empresarios gráficos argentinos se enfrentan a un enemigo interno que, paradójicamente, "debería estar para defender los puestos de trabajo y lo único que logra es amenazarlos”, según un empresario que prefiere el anonimato.