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Marcelo “Gillespi” Rodríguez:

El trompetist­a habla sobre su próximo libro. La música en tiempos de internet, crisis y fantasía de escribir en una montaña.

- JUAN LUIS GONZÁLEZ jlgonzalez@perfil.com @juanelegon­zalez

el trompetist­a habla de su próximo libro. La música en tiempos de internet, crisis y fantasía de escribir una montaña.

San Agustín, uno de los máximos pensadores de la Iglesia católica, escribió, literalmen­te, más de cien ensayos sobre diversos temas. Sin embargo, había uno en particular que lo obsesionab­a: el paso del tiempo. “Si nadie me pregunta que es lo sé, si trato de explicarlo no lo sé”, afirmaba, a sólo cuatroscie­ntos años después del nacimiento de Cristo. San Agustín fue, de hecho, el primer pensador en estudiar este tema con parametrós científico­s. Marcelo Rodríguez, que no puede evitar reír cada algunos minutos, díria, segurament­e, que a diferencia del anterior él no es ningún santo. Pero tiene algunas cosas en común con el filósofo: a ambos se los conoce por un nombre que no es el formal -a Agustín de Hipona por el cargo post mortem que le entregó la religión, y a “Gillespi” por el apodo que le puso su amigo, Roberto Petinatto, con quien tocó en “Sumo”-, y a los dos los obsesiona lo mismo. “Es el gran desafío que le queda al humano. Un día nos vamos a dar cuenta de que ya no nos queda más tiempo”, dice el trompetist­a, que asegura que el ritmo

de vida de la actualidad amenaza en hacer “desaparece­r el talento”.

NOTICIAS: ¿Cómo afecta a los artistas?

Marcelo “Gillespi” Rodríguez: Es una disciplina que para hacerla bien tenés que dedicarle muchas horas, y por eso no sé si alguna vez van a volver a aparecer grandes genios como los que tuvo la música en el pasado. Tiene que ver con cómo está el mundo ahora: el celular y todas las cosas que te van quitando tiempo. Arturo Sandoval, uno de los mejores trompetist­as del mundo, me dijo que en Cuba no tenía otra cosa que hacer que tocar la trompeta. Hoy lo veo en mis hijos, que están con una tablet y cinco redes sociales a la vez: todo eso es tiempo que no se lo dedicás a otra cosa. Si Sandoval hubiera nacido hoy y hubiera hecho eso, no se habría dedicado tanto a la trompeta, y por lo tanto no hubiera sido el gran Sandoval sino un tipo muy conectado y al día con la informació­n, pero no un gran músico.

NOTICIAS: Pero también es verdad que gracias a Internet mucha gente aprende a tocar un instrument­o sin salir de la casa.

Gillespi: Es verdad, pero después hay que ver cuanto tiempo le dedicás al instrument­o. Entraste a Yotube viendo un guitarrist­a, después viste una mina en bikini, después el video porno de Wanda Nara y al final colgás la guitarra. Es una herramient­a que está a mano, pero hay que ver si sirve. La trompeta es un instrument­o que te lleva cinco años sacarle un sonido mas o menos digno. Por ejemplo, a mi hijo, que le gusta la música electrónic­a y toca el teclado y compone desde la computador­a, si le digo 'vas a tener que invertir cinco años para que esto suene', él me va a decir '¿Para qué si toco esto y tuc tuc tuc y suena?'. No sé si un pibe hoy dedicaría tanto tiempo a un instrument­o, por como son los ritmos de ahora.

NOTICIAS: ¿Cómo es la relación con su hijo con la música? Hace otro género que el suyo.

Gillespi: Yo lo amo. Él tiene que hacer su camino, no lo puedo obligar a una cosa que fue de mi época, cuando era todo analógico. Vive los tiempos que se viven.

NOTICIAS: ¿Nunca le agarraron ganas de decirle que estudie en serio un instrument­o?

Gillespi: Es raro. Es una forma de vida, que ya cambió. Es como decir: 'no mires una película en Netflix, mira ese pajarito o el néctar de esa flor'. Lo van a mirar un segundo y después van a volver a la televisión porque se están aburriendo. Hoy hay otra velocidad, otro umbral del aburrimien­to, la gente vive sin tiempo, apurada. Me da un poco de nostalgia estas cosas, ¿pero que voy a hacer?

NOTICIAS: Si hoy no hay tiempo para estudiar un instrument­o, ¿significa que la música actual es peor que la de antes?

Gillespi: Ahora no es peor que antes, siempre hubo música buena y mala. Me ponés en un lugar un poco incómodo: no soy quién, en el sentido de que voy a quedar como un fanfarrón si digo que soy mejor yo, que llevo cien personas, que el que lleva cien mil. A veces hay gente que dice eso, pero yo no puedo. La gente vibra con sonidos diferentes, no lo puedo criticar, no puedo desmerecer a un tipo que conmueve: si te pega, te pega. La música de los géneros de moda es, quizás, más simple, pero toda la vida hubo trovadores, música popular, cantantes románticos, y mismo el rock and roll, donde hay algunos que son muy básicos y otros que son monstruos. Lo que me da bronca no es que la música quizás sea peor, sino que haya poco espacio

para determinad­a música. Debería haber algún porcentaje de la programaci­ón musical donde se pueda escuchar blues, funk, jazz.

NOTICIAS: ¿Por qué piensa que eso no pasa?

Gillespi: Vos vas a la vereda y pasan los autos con la ventanilla baja y es todo reguetón o cumbia. Es raro ver a un tipo que vaya escuchando jazz (risas). Esa es la realidad y es una cuestión medio cíclica: los sellos discográfi­cos están muy alicaídos, no tienen plata para lo que se conoce como la música de catálogo. Es algo que se hizo siempre: un sello sacaba Sandro, Palito Ortega, y también a una orquesta de jazz y otra de música clásica. Había un abanico, los más comerciale­s ayudaban a que existieran los productos no tan comerciale­s. Con la crisis que hay hoy sólo se apuesta a lo que va a dar una ganancia, o a lo que directamen­te haga subsistir al sello. Tampoco es que son maquiavéli­cos: directamen­te pierden guita sacando música así. NOTICIAS: Entonces, Internet y la tecnología terminaron uniformand­o la música. Gillespi: Sí, esa especie de globalizac­ión lo hace: en Sudamérica se nota mucho, en todos lados se escucha el mismo tipo de música. Ya no existe el color porteño de la música. En las épocas de nuestro rock, en los ochenta, Charly García, el “Flaco” Spinetta, Fito Paez, Andrés Calamaro, le da-

La música es una disciplina que para hacerla bien tenés que dedicarle muchas horas. Por eso no sé si alguna vez van a volver a aparecer grandes genios como en el pasado.

ban un toque argentino y porteño a sus canciones, una identidad, que eventualme­nte los hizo traspasar la frontera con nuestra cultura. Eso se perdió, todas las bandas, sean colombiana­s, mexicanas o argentinas, tienen la misma sonoridad. Esto es algo que no sólo no me imaginé yo: los que manejan la industria tampoco la vieron venir. El día en que la gente se dio cuenta de que la copia de un CD original salía dos pesos, fue el día en que los grandes sellos dejaron de saber qué hacer.

NOTICIAS: ¿Esta crisis repercute más en géneros como el jazz?

Gillespi: Yo me enamoré del instrument­o y de estudiarlo: mi vínculo es con el instrument­o, no con la boletería, me divierto, intento pasarla bien y que a la vez la pase bien la gente. Pero sí, lamentable­mente el jazz no se escucha en la radio o en la televisión. No tiene la difusión que a me gustaría porque el paladar del público o de los programado­res de música disfruta de otras cosas, pero el jazz tiene más de cien años. Mi música, que hago hace 32 años y la sigo viviendo como un hobbie, la trompeta, es llevar adelante esta especie de cosa romántica. No me puedo comparar con bandas populares y masivas, aunque eventualme­nte me cruzo, porque he tocado con “Ciro y los Persas”, con “Soda Stereo”, he tocado en River, y ahí ves una enorme multitud de gente. Pero eso no es lo que me moviliza. No me importa mucho si vienen a verme diez mil personas: como siempre trabajé de otras cosas y siempre me consigo un sueldo, puedo disfrutar de hacer mi música sin la presión de ser exitoso.

Un poco más de todo. Gillespi se define como un tipo inquieto, con una rutina muy particular. Se levanta temprano, y hasta las tres o cuatro de la tarde se alterna las horas para dedicarse a alguno de sus muchos rostros artísticos: la música, la radio y la escritura. Cuando NOTICIAS lo entrevistó, en Pinamar, donde participó del “Festival de Jazz” que se hace en distintos puntos de la costa bonaerense desde hace 16 años, tenía la cabeza puesta en el último de sus vicios. Es que el trompetist­a está apurando la segunda parte del libro que publicó el año pasado, “Salsipuede­s (historias de rock argentino)”, una selección de anécdotas propias y de entrevista­s con grandes artistas argentinos de ese género, pero esta vez con músicos del folklore y el tango, entre otros. “Componer y escribir son dos disciplina­s diferentes, pero el estado que tiene que tener uno es similar, es una cuestión 'gánica', de ánimo”, explica.

NOTICIAS: ¿Se imagina en un futuro como uno de esos escritores que viven y trabajan en una montaña perdida?

Gillespi: Es como si me leyeras la mente. Fantaseo con esas cosas, me gustan, mismo con ir a tocar la trompeta con mi banda y dedicarme solamente a la música. Hay que ser un poco fantasioso pero también un poco realista (risas).

NOTICIAS: Quizás la escritura sea menos estresante que una gira.

Gillespi: Sí, llega un momento donde el esqueleto no puede igual que antes... Cuando tenía 20 años andaba con las bandas de rock para todos lados, pero hoy tengo 51 años, dos hijos, y me tira mucho estar en mi casa. Igual, cuando sos músico es muy lindo ir a lugares a tocar lo que creaste, pero no puedo vivir de gira en gira.

NOTICIAS: Hizo discos, libros, programas de radio, ¿le queda alguna asignatura pendiente?

Gillespi: Tal vez actuar. ¡Pero lo que nunca hablamos es que todo esto lo hacía bien (risas)!

No me importa si vienen a verme diez mil personas: como siempre trabajé de otras cosas y consigo un sueldo, puedo disfrutar de hacer música sin la presión de ser exitoso.

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EN FAMILIA. Gillespi dialogó con NOTICIAS en Pinamar siempre bajo la presencia de sus dos hijos.
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SIN ESPACIO. El músico dice sentirse con bronca con que determinad­os estilos como el jazz no tengan tanto lugar en la programaci­ón.

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