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Abogado de CFK:

- Por EDI ZUNINO *

quién es Alejandro Rúa, el hombre que pasó de trabajar con Nisman y Stiuso a defender a la ex presidenta.

Hasta las 15.30 del martes 7, dentro de la Casa Rosada se amasaba cierto clima de bajón y desconcier­to. Un día antes, 70.000 docentes habían surcado en paz la ciudad, y en ese instante medio millón de trabajador­es de todas las ramas la inundaban de una conflictiv­idad pacífica que sólo dejaba ver la justeza y magnitud del reclamo. Porque la economía está mal. Y cuando la economía está mal, los que peor están son quienes trabajan.

De pronto, cosa inédita en una marcha sindical, los organizado­res perdieron el control del palco y quienes con más furia les exigían que pongan fecha a un paro nacional, les coparon la parada. Hubo bollos, palazos, tironeos y corridas. Se robaron el atril del escenario y el fantasma de Herminio Iglesias volvió para quedarse vaya uno a saber por cuánto tiempo.

El toletole del fin de fiesta le vino bien, objetivame­nte, al Gobierno. Entre los desmanejos de la economía, los casi diarios "conflictos de intereses" y los recules que oscurecen la gestión de los gestores, la buena cara oficial venía recibiendo cachetazos en el arranque de un año electoral. Las crudas imágenes de peronismo explícito le dieron un respiro.

Claro que un round no es la pelea entera. La CGT venía dando señales de convivenci­a desde el principio de la Gestión M, conteniend­o más que atizando el conflicto social. El asunto es que llegó a la multitudin­aria movilizaci­ón del martes 7 forzada a elevar la bandera del paro general, por los aprietes de la inflación y los despidos, pero pateando la fecha para adelante. En ese sentido, la violencia del final también indica que la presión hacia el triunvirat­o va en ascenso. El propio Pablo Moyano -a quien se ubica como el verdadero responsabl­e de los desmanes para que el sector del transporte marque el paso de la interna sindical- cuestionó a los revoltosos, pero exigió día y hora para la medida de fuerza nacional.

En ese sentido, no hace mal en seguir preocupado el núcleo duro del

gabinete macrista. Las tensiones internas de la central obrera suelen ser su principal dinamizado­r, muchas veces aún más que la situación laboral y salarial de los trabajador­es. La CGT, aún matándose sus burócratas adentro, ha funcionado doctrinari­amente como "columna vertebral del movimiento", sobre todo cada vez que el peronismo se desarticul­ó tras haber quedado fuera del gobierno.

Hasta hoy, cada vez que los no peronistas quisieron ver que el peronismo se estaba autodestru­yendo, los "muchachos" demostraro­n que, en realidad, se reproducía­n a los gritos, gatunament­e.

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