El arte y la vida
Muestra de “Fabiana Imola”, en Del Infinito Arte y “Gabriel Chaile”, en el Mamba.
Fabiana Imola, Gabriel Chaile y Daniel Joglar (recuadro) utilizan objetos cotidianos en sus trabajos, categorizados como obras de arte. Ponen en marcha la pregunta: ¿qué es el arte? Arte es lo que hacen los artistas que, tal como señala Arthur Danto, “filosofan a través de medios visuales”. Así, el arte legitimado por instituciones posibilita la disociación entre función de uso y dimensión artística; otorgando nuevo sentido y valor simbólico a los objetos corrientes.
Fabiana Imola (Santa Fe, 1967) presenta “El Bosque, la lluvia y otras escenas” en Del Infinito. Una “ficción y poética de lo orgánico” con curaduría de Guillermo Fantoni. Las piezas –selección de “Enramada”, antológica en Museo Castagnino + macro Rosario– sorprenden por la disparidad y transmutación de materiales puestos a conversar.
Los leños carbonizados y el acero inoxidable –de distintos espesores– forman seductores objetos escultóricos e instalaciones que reflejan aspectos del mun- do vivo. ¿Se trata del mundo orgánico versus la tecnología? ¿La artista pone en escena la destrucción y un intento de reconstrucción? Puede ser; el resultado es tan mágico como estremecedor. No perderse el corto con reflexiones de Tomasa –experta en quemar madera bajo tierra–, mujer chaqueña que da cuenta de su trabajo, de la destrucción de bosques, de la sorpresa de saber que sus carbones estarán en un museo, en una galería (Av. Quintana 325 PB).
La exhibición de Gabriel Chaile (Tucumán, 1985), en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, tiene algo de sagrado. “Patricia”, curada por Laura Haker, resulta de una charla interna con su hermana del mismo nombre. “La hice pensando en ella… me gustaba que suene a otras cosas como patria, patriarca, o lo contrario matria”, dice el artista. Tres piezas condensan saberes ancestrales, gustos musicales y preocupaciones sociales
“Patricia” –esculturahorno de adobe que remite a la cultura Condorhuasi del periodo clásico– es madre-naturaleza que encierra en “su redondez y misterio” la posibilidad de producir alimentos, de dar calor. Con encofrado y colchón, “Los jóvenes olvidaron sus canciones” hace pensar en el trabajador golondrina, pero un vaso de agua se mueve por la vibración que emana de un altoparlante formulando una sucesión de canciones. Escritura cuneiforme inventada, “Forma y razón” parece una serie de anotaciones musicales. Conecta con obreros al estar trazada con ladrillo sobre pared blanca donde hay una herramienta de albañil; se asemeja a las indicaciones propias de las construcciones (Av. San Juan 350).