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Escribir el absoluto:

A ver teatro también se aprende. Cursos y maestros de lujo que guían el recorrido por propuestas no comerciale­s y de vanguardia.

- LENI GONZÁLEZ @LenideEsca­lada

novela de Daniel Guebel clave de la literatura argentina. Es la historia de un artista que quiso salvar al universo.

Aunque todos podemos vivir nuestra propia y singular aventura intelectua­l ante una película, una obra de teatro o un cuadro, adueñarse de mayor informació­n permite ampliar la mirada para traducir mejor aquello que se percibe. En esa capacidad, como diría el filósofo francés Jacques Rancière (“El espectador emancipado”, 2008), reside el poder del espectador. Para desarrolla­r, pero no adiestrar, ese potencial sin prejuicios, cada vez más hay clases para espectador­es de teatro.

El decano de estos cursos y talleres es la Escuela de Espectador­es del Centro Cultural de la Cooperació­n (CCC) que fundó el profesor Jorge Dubatti: “Quise empezar en 2000 pero no se anotó nadie. En 2001 puse un aviso en el diario. La gente llamaba y no entendía de qué se trataba. Finalmente, logramos reunir a 8 personas en Liberarte. Dos años después, nos mudamos al CCC donde estamos hasta hoy, todos los lunes de marzo a noviembre: 340 personas y una lista de espera con más de 700 anotados”, dice el académico. El objetivo es formar al “espectador compañero”, es decir, aquel con disponibil­idad, apertura al diálogo y a la escucha. Según Dubatti, nunca faltan los negativos y negadores: el espectador verdugo, muy agresivo; “el metroteatr­al”, que se las sabe todas; el que descree de los críticos y supone que todo está comprado. “Soy un agitador, no busco homogeneiz­ar. La gente viene a crear, hoy el público es muy activo. El espectador nunca fue un cliente ni un consumidor pero tampoco es seguidor de críticos. Ya nadie espera la opinión de un Ernesto Schóo o de César Magrini. Por otro lado, hay necesidad de construir pensamient­o crítico porque se ha pauperizad­o. Y en teatro, el pochoclo no funciona”, dice Dubatti, director del Instituto de Artes del Espectácul­o de la UBA y autor de “Escuelas de espectador­es. Hacia un espectador compañero”, libro que saldrá en mayo por Atuel.

“Aprender a mirar: cruces entre teatro, cine y literatura” es el seminario que desde hace una década dicta el periodista Osvaldo Quiroga. Comenzó en el Teatro San Martín; después se mudó a la Casa del Bicentenar­io, donde era gratis. Este año logró continuar los sábados en la histórica sala IFT. “No diría que formo espectador­es de teatro. Pero sí que intento que compartan mi pasión. Lo mejor que me han dicho es que el teatro les cambió la vida, como me la cambió a mí. Creo que un crítico tiene que saber no sólo de teatro sino también de filosofía, historia y psicoanáli­sis”, dice Quiroga que el 8 de abril retoma, además, “Otra trama”, su programa de cultura por la TV Pública.

NUEVAS MODALIDADE­S. “Tal vez antes era más común juntarse con amigos, armar salidas grupales y 'filosofar' sobre el arte. La posmoderni­dad nos sacó un poco ese derecho. Por eso, nuestra intención es formar un auténtico club de teatro con gente con muchas ganas de debatir y decir lo que piensa”, dicen Jazmín Carbonell y Mercedes Méndez, críticas de teatro que decidieron iniciar camino en el acompañami­ento al espectador teatral, en un

“Nuestraes formar intenciónu­n auténtico club de teatro con gente con ganas de debatir y decir lo que piensa”. Jazmín Carbonell y Mercedes Méndez

espacio muy amable para los frecuentad­ores del “off”: El Camarín de las Musas. Su taller es “Cómo mirar teatro”.

La opción a distancia también está a mano para los espectador­es curiosos. Nara Mansur Cao, dramaturga y crítica teatral cubana residente en Buenos Aires, y Celia Dosio, crítica e investigad­ora, por segunda vez dictan el taller “Crítica y apreciació­n de espectácul­os teatrales”, uno de los cursos a distancia que ofrece el Centro latinoamer­icano de creación e investigac­ión teatral (Celcit) y que les permite llegar a participan­tes de distintas partes del mundo. “Nuestros tallerista­s buscan adquirir herramient­as críticas para escribir sus experienci­as. Es un público muy entrenado que quiere profundiza­r. Proceden de distintos países y tradicione­s teatrales. Por eso damos bibliograf­ías específica­s como punto de partida a la discusión, un encuentro semanal por chat y un foro donde se cuelgan los ejercicios prácticos”, dicen las profesoras.

FORMAR DESDE ABAJO. En una ciudad con tantas propuestas teatrales, no parece raro que el fenómeno de las escuelas para espectador­es siga en ascenso. Una mirada posible señalaría que el estímulo de la incesante movida del “off” produjo este interés por saber más y mejor. Con un pie en cada una de estas orillas, el programa Formación de Espectador­es, de la Dirección de Inclusión Educativa del Ministerio de Educación del Gobierno porteño, apunta a plantar semillas entre los jóvenes. “Soy profesora de Litera- tura y crítica teatral y veía que los chicos de las escuelas secundaria­s de Capital Federal desconocía­n el circuito teatral. En 2005, con la especialis­ta en Educación Laura Fumagalli, presentamo­s el proyecto al Ministerio de Educación y al Instituto Nacional del Teatro (INT), prendió y así empezamos”, explica la coordinado­ra general Ana Durán, quien trabaja junto a Sonia Jaroslavsk­y en el área teatral (también hay cine y danza), en este programa dirigido a alumnos. Durán y Jaroslavsk­y son también autoras de “Cómo formar jóvenes espectador­es en la era digital” (Leviatán, 2012) y promotoras desde este año del área Gestión de Públicos en el Teatro Nacional Cervantes. Desde distintos lugares y a cualquier edad, promover lazos entre los artistas y la gente siempre será una forma de erotizar al mundo.

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Osvaldo Quiroga y Jorge Dubatti, dos grandes críticos que ponen al teatro en relación con el arte en general.
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