Promover la movilidad social que fortalezca a la clase media requiere un esquema fiscal moderno.
El curso de la civilización nos demanda rapidez y valentía para desentrañar lo que viene, pues se plantean desafíos importantes. La tecnología, la clase media en expansión, la creatividad, el emprendedorismo serán algunas de las columnas que sostendrán ese futuro tan cercano. Y la Argentina tiene, en ese sentido, el camino allanado: es una nación con una clase media históricamente fuerte, que está en el top ten de los países con mayor actividad emprendedora y con alta capacidad de adaptación a las nuevas tecnologías.
Pero lo más sorprendente del paradigma de la tecnología de la información es que no evoluciona hacia su cierre como sistema, sino hacia su apertura como una red multifacética. Sus cualidades fundamentales e indiscutibles son su carácter integrador, su tremenda complejidad y su interconexión. La tecnología de la información ha adquirido tal celeridad disruptiva que se está modificando definitivamente la relación de fuerzas en el mundo. La combinación de esa “destrucción creadora” y el cambio tecnológico trazan una gigantesca reestructuración.
Si los hombres del siglo XXI son capaces de comprender este momento, así como los renacentistas aprovecharon la trascendencia de la imprenta, tal vez haya llegado el tiempo de la cooperación de las ideas, con la tecnología como herramienta central. En el trabajo en red, cada persona y cada país se especializa en aquello en lo que es experto, aquello que naturalmente posee, y la tecnología nos permite identificar esas habilidades. Trabajar en red es establecer agrupaciones temporales, enlazadas por las tecnologías de comunicación, para compartir conocimientos, costos, relaciones, métodos y acceso a los mercados. No todos sabemos de lo mismo, no todos somos efectivos en lo mismo ni tenemos tienen las mismas características productivas.
CAMBIO DE ÉPOCA. Aquellas grandes alternativas a la organización económica de mercado que han mantenido su sistema político a partir de las revoluciones socialistas, hoy se encuentran en pleno desarrollo como resultado de su acercamiento a las políticas de mercado; con sus propias recetas, en sus propios tiempos, con sus propias reglas, es cierto, pero casi ningún país sobre la faz de la Tierra sostiene ya un modelo económico radicalmente diferente al capitalismo. Hoy es casi indiscutible que lo que está creando desarrollo, sobre todo en el segundo y tercer mundo, es la marcha hacia una matriz económica más abierta e integradora. Y las tecnologías de la información son cada vez más importantes para controlar, expandir, fortalecer y reconocer estos procesos políticos.
En los principales foros de debate ya hace tiempo que está fuera de discusión cuál es el modelo que organiza la economía global. Y parecen derrumbarse aquellas disputas y divisiones que impulsaron y movilizaron el siglo anterior. Escenarios típicos del enfrentamiento de paradigmas, como izquierda-derecha, campo-ciudad, estado-mercado, pasaron a un segundo plano.
La actualidad nos encuentra en presencia de nuevas formas de debate; con nuevos argumentos para plantear, nuevas categorías y nuevos ejes de interpretación. La transición desde las dicotomías hacia la cooperación es el paso que define al panorama político global de los últimos 25 años.
Así como el siglo XX marcó la etapa más violenta y dramática de la humanidad –con dos guerras mundiales que dejaron ochenta millones de muertos, con genocidios y dictaduras terribles, con la aparición de armamentos de destrucción masiva– los hombres parecen haber cobrado conciencia de que es posible vivir con menos conflictos. Las tensiones continúan, pero ahora es posible que esas tensiones actúen como una energía movilizadora que lleve a la colaboración y la participación. ¿Quién hubiese pensado, sesenta años atrás, que enemigos históricos como Alemania y Francia serían los pilares de Unión Europea? ¿Quién imaginaría que Estados Unidos y Japón serían aliados estratégicos? Los mercados comunes, los tratados internacionales y los grandes acuerdos comerciales son los emblemas de nuestra época. También el debate sobre izquierda y derecha dejó de ser el eje de la formación de los gobiernos; en Europa la discusión se centra en este momento en cómo potenciar el bloque económico y cómo hacer frente a los problemas provocados por los procesos inmigratorios. La tensión de las dicotomías no tracciona ya la acción política.
Y dicho escenario viene a romper una de las más famosas dicotomías que alimentaron los debates en el pasado: Estado o mercado. Hoy esa discusión se ha diluido, y aún los teóricos más críticos aceptan, razonablemente, que la cooperación e integración del Estado y el mercado permite que las cosas funcionen más eficientemente, buscando y generando una sociedad más cohesionada. La exigencia es entonces multiplicadora: la nueva ecuación reclama más Estado y más mercado.
Solo trabajando de forma mancomunada y compartiendo esfuerzos, los líderes políticos y los líderes del empresariado lograrán generar progreso y mantener el apoyo de esa clase media cada vez más participativa e inflexible. Ya no se puede pensar un país, o una democracia, o un mercado, sin que se incluyan valores de solidaridad, de integración política y social. Decimos más Estado y más mercado porque ahora la discusión va por otro lado, por nuevas facetas. Los términos y las dicotomías tienen que asumir la velocidad en la que se mueve la historia. El enfrentamiento de los términos se queda en un campo de la dialéctica mientras que los hechos y la sociedad sigue sucediendo.
En Argentina, la serie de gobiernos populistas que gobernó desde comienzos del siglo XXI fracasó en la construcción de una economía desarrollada y una sociedad moderna. Más que marcar el inicio de una nueva fase histórica, esos gobiernos replicaron y exacerbaron las antiguas dicotomías entre campo e industria, Estado y mercado, exportaciones y mercado interno, que tanto atraso y pobreza generaron en la historia de nuestro país.
* EL CONSEJERO de la Bolsa de Buenos Aires, y el embajador argentino en Brasil, son coautores de "Llegar al futuro" (Sudamericana).