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Cristina Kirchner:

Cómo hizo para volver al centro de la escena. La cocina de Unidad Ciudadana y el vaciamient­o del PJ. Escenas de peronismo explícito.

- CARLOS CLAÁ @carlosclaa

la trastienda de su vuelta al ruedo y la interna con Randazzo. Operación Chau D'Elía y hotel investigad­o.

En el búnker de Cristina Kirchner se respira cierto nerviosism­o. Propio de una tienda de campaña donde los generales planean un ataque y saben que se juegan todo: ganan y sobreviven o pierden y se convierten en un recuerdo.

Para entrar hay que sortear a unas cien personas que se juntaron alrededor de las vallas y muchos medios de comunicaci­ón; y decir varias veces la palabra “compañero” (acaso el último vestigio peronista que queda en el flamante frente que encabeza la ex presidenta).

En la planta baja solo hay voceros y acompañant­es. La Unidad Ciudadana, la alianza que enterró al Frente para la Victoria y al peronismo tradiciona­l en un mismo día, se termina de cocinar en el primer piso. A ese lugar subió Cristina a las 12.30 del miércoles 14, para encontrars­e con 38 intendente­s que le rindieron pleitesía.

Durante la reunión en el Instituto Patria, la casa política de la ex presidenta en la Capital, los únicos que suben y bajan la escalera principal son el ex secretario Oscar Parrilli y la community manager Anita Montanaro. Los demás cumplen su papel: arriba deciden, abajo esperan.

A mitad de la reunión se disipan las dudas: Montanaro publica en el Twitter de Cristina el documento que explica los postulados del frente Unidad Ciudadana, aunque Florencio Randazzo no arregle y aunque pierda la mística y la estructura del PJ. Ella y su caudal político se pusieron en el centro de la escena, otra vez. El inicio del Plan Resurrecci­ón.

VIVE. Desde que dejó el poder, se instaló sobre Cristina una tormenta de malas noticias. Un par de procesamie­ntos en la Justicia (incluyendo el delito de asociación ilícita), un Partido Justiciali­sta que intentaba rearmarse sin su figura y un hogar sin paz.

Hace dos meses, Cristina junto a su cuñada, la gobernador­a Alicia Kirchner, debieron atrinchera­rse en la Casa de Gobierno de Santa Cruz ante el malestar de la población por la crisis económica que vive la provincia. Al otro día, con un video casero, la ex mandataria mostró los daños que habían producido los manifestan­tes. No hacía pie ni en su “lugar en el mundo”.

El Poder Judicial, a su tiempo, si-

gue manteniénd­olamanteni­énd amenazada. En el llano, la ex presidenta debió acercarse a Comodoro Py en muchas oportunida­des: primero, acompañada de la militancia, pero en las sucesivas aparicione­s solo concurrier­on el incondicio­nal y sumiso Parrilli y pocos más. Además, sus hijos también recibieron el bautismo procesal por los alquileres de Los Sauces SA. Por primera vez fueron involucrad­os formalment­e a una causa de corrupción.

En el plano político, tras la dura derrota electoral en la Nación y en la provincia de Buenos Aires, el kirchneris­mo parecía herido de muerte. El justiciali­smo entendió que era su oportunida­d de reconstrui­rse y comenzó con el proceso de búsqueda de un nuevo líder.

Pero un año y medio después de dejar la Casa Rosada, a pesar de que todos los pronóstico­s señalaban el retiro, Cristina vuelve a demostrar que todavía da pelea y gana el centro del tablero de ajedrez, ese lugar de superiorid­ad que todos los jugadores desean. Apuntalada por Cambiemos para lograr la polarizaci­ón (aún a riesgo de perder), seguida por el olfato de los intendente­s que la reconocen como la dueña de los votos (aún con la bronca de no haber podido sucederla) y en el marco de un país que no arranca (a pesar de la insistenci­a del Gobierno y la súplica para que no se acabe la esperanza del electorado), la ex presidenta se prepara para empezar la campaña.

Tiene tiempo hasta el 24 para anunciar qué hace. Nadie duda de que será candidata, tras abrirse del Partido Justiciali­sta y crear un nuevo frente, pero juega al misterio para que en el Gobierno (que piensa salir de contragolp­e) no tengan demasiado tiempo para recalibrar su estrategia.

La visión general indica que jugará como senadora. Pero todavía queda un minúsculo grupo de estrategas que cree que su lugar estará en Diputados. El relato podría indicar que es porque los senadores representa­n a las provincias (y a la corporació­n política), mientras los diputados son del pueblo. Pero la explicació­n sería menos poética: tiene que ver con que en la Cámara Alta el kirchneris­mo no tiene tanto peso como en la Baja, donde representa la primera minoría. El Gobierno debería negociar con la ex presidenta cada proyecto de ley. Allí su poder sería mayor.

El misterio se develará en el acto de lanzamient­o de Cristina, el 20 de junio (Día de la Bandera), que el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, organiza en el estadio de Arsenal de Sarandí. Al cierre de esta edición, CFK lanzó su spot de campaña.

Su equipo más íntimo, con Máximo a la cabeza, es el que negocia con cada uno de los intendente­s y traza estrategia­s. El hijo de Cristina es quien lleva y trae la informació­n: “el laburo que antes hacía Néstor”, dicen desde el entorno K. La ex presidenta, por ahora, pasa la mayoría del tiempo recluida en su departamen­to de Uruguay al 1300. De vez en cuando se reúne con algún dirigente, pero sus aparicione­s son a cuentagota­s: así mantienen el efecto sorpresa que,

según la recienteci­ent encuesta de Aresco, la favorece en las mediciones y la deja muy cerca de Cambiemos (ver infografía).

De esa manera consiguier­on el apoyo de la gran mayoría de los intendente­s de la provincia y sumaron a Unidad Ciudadana al partido (y la caja) del gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saa, al Frente Grande, a Kolina, a Nuevo Encuentro y al Partido de la Victoria.

Mientras tanto, por lo bajo, muchos mandatario­s comunales reniegan de que Cristina esté al frente de sus listas. Se lamentan de la oportunida­d perdida de rearmarse sin la figura carismátic­a de ella y de ir por afuera del pejotismo. Otros militantes no se lo guardan y lo dicen a viva voz. Como el periodista Hernán Brienza, que protesta dando una voltereta: “Si seguimos así, no volvemos más”.

JUEGO INTERNO. Al encuentro del Instituto Patria, el miércoles 15, fueron 38 intendente­s, muchos más de los que originalme­nte estaban citados. Pero el poder se huele, y cualquier dirigente sabe que si algo nuevo y poderoso se está gestando, más vale estar presente.

La idea original, devela a NOTICIAS una fuente K, era reunir a aquellos que estarán a cargo del armado electoral: “Esta es una reunión operativa, no una muestra de fuerza. Eso va a suceder en el acto del 20”, se atajaban ante la ausencia de intendente­s claves, como Martín Insaurrald­e.

Son varios los mandatario­s que, hasta la creación del flamante frente, preferían dejar de lado al kirchneris­mo para avanzar en una renovación. “Con 'el Flaco' Randazzo se puede hablar, podés disentir. Con Cristina solo debés acatar”, reniega un dirigente del peronismo tradiciona­l.

El dilema más grande lo tiene el barón de La Matanza y titular del justiciali­smo provincial Fernando Espinoza. Al ex intendente lo tironean desde ambos rincones: es uno de los voceros de Cristina y un hombre de confianza en el nuevo espacio, pero en el randazzism­o lo chicanean: “¿El presidente del PJ va a jugar por afuera de su propio partido?”.

Para cumplir con el pedido de la ex presidenta (pero también para terminar con su conflicto de intere- ses), Espinoza llama todos los días, religiosam­ente, a Randazzo o a su ex compañero de fórmula Julián Domínguez para que cedan y se replieguen. Pero no aflojan. Prefieren morir con las botas puestas. Para no ser desleal, Domínguez prometió “mantener los códigos”. Eso, en el lenguaje peronista, implica no hacer jugadas típicas de la viveza criolla. “No le van a robar la elección, no le van a esconder boletas. Es eso”, simplifica una fuente peronista.

Randazzo irá por dentro del Partido

Justiciali­sta, donde se abrirá una interna con el intendente de Malvinas Argentinas, Mario Ishii.

El mandatario comunal había recibido una semana antes la visita de dos intendente­s kirchneris­tas y, reconocen en el entorno K, le dieron el empujón que necesitaba para minarle el justiciali­smo al ex ministro de Transporte. “Le dijeron que si se anotaba le correspond­ía plata del partido y minutos de publicidad gratis. Lo embalaron”, señalan. “El Japonés” se mandó: nadie niega su interés personal, aunque tampoco que sea funcional a los intereses de Cristina.

De todo el conurbano, apenas dos intendente­s juegan abiertamen­te con Randazzo: Gabriel Katopodis, de San Martín, y Juan Horacio Zabaleta, de Hurlingham. El resto cedió al poder de Cristina: temen que si van con el peronismo tradiciona­l, Unidad Ciudadana les haga una lista a concejales y les mancille su poder territoria­l. Ante todo, tienen que cuidar su quinta.

El poder más grande de Randazzo está en los gremios que lo apoyan. Con caja propia y sin la necesidad de rendir pleitesía, los sindicatos tienen más libertad para elegir. Sanidad (de Héctor Daer), Luz y Fuerza (de Héctor Moser), Taxistas (Omar Viviani) y UOCRA (Gerardo Martínez), Alimentaci­ón (Rodolfo Daer) son algunos de los gremios que le aportan estructura al ex ministro. Por el lado del kirchneris­mo, el apoyo sindical es escaso.

Tampoco los movimiento­s sociales están en una buena relación con Cristina. La ex presidenta no oculta a su entorno el fastidio que le genera el Movimiento Evita, tras su acercamien­to al Ministerio de Desarrollo Social de Carolina Stanley. Los considera unos “traidores”. De hecho, una de las dos condicione­s de la ex presidenta para cerrar la unidad con Randazzo (si este aceptaba replegarse) era el veto al Evita.

La otra condición era limpiar de la lista a Juan Manuel Abal Medina. Al ex jefe de Gabinete también lo tienen apuntado. No le perdonan su falta de compromiso: “No tiene ninguna cau- sa judicial”, señalan en el entorno K. Eso es casi como una ofensa.

REPERCUSIO­NES. Que Cristina se haya lanzado como candidata no sorprendió. Que lo hiciera por un espacio independie­nte, sí.

En abril del 2016, en una nota de NOTICIAS escrita por José Antonio Díaz, se había anticipado la idea del “operativo retorno” y de cómo intentaría­n desprender­se del justiciali­smo, e inclusive se anunciaba el nombre del flamante frente. La ex presidenta

nunca fue devota de los símbolos peronistas. Pero en el mapa actual no se veía venir el arriesgado movimiento de competirle al Gobierno sin la manta protectora del pejotismo.

En Cambiemos quieren mostrar que tienen todo bajo control. Se dio el escenario que ellos impulsaban: la polarizaci­ón con el kirchneris­mo para contener a los decepciona­dos. Pero juegan al misterio, en parte porque tampoco están seguros de su estrategia. Más de un precandida­to le pregunta a los periodista­s si sabe algo más, si tiene una pista. Ni siquiera los que son números puestos están tranquilos. De todas maneras, Esteban Bullrich, Gladys González, Graciela Ocaña y el resto de los candidatos PRO tienen más por ganar que por perder. Si el resultado es negativo, la responsabi­lidad será de Mauricio Ma- cri y María Eugenia Vidal. Si ganan, se transforma­n en cuadros políticos para el 2019.

Si bien en Cambiemos creen que la división del peronismo los beneficia, son cautos sobre cuánto restará Randazzo a cada fuerza. Otra vez, el pensamient­o PRO y kirchneris­ta coinciden: muchos votos del ex ministro son anti K. De manera que, si Randazzo compite en octubre, no le restaría solo a Cristina: se perjudicar­ían también Massa y el macrismo. “Hay encuestas que dicen que, de lo que obtenga, una tercera parte correspond­e a cada uno de sus rivales”, dicen desde el entorno de uno de los candidatos PRO.

Mientras el invierno se vuelve más crudo, la temperatur­a de la campaña comienza a elevarse. En el Gobierno saben que cuentan con un as de es- pada: sea cual fuere el resultado, si nacionaliz­an la elección se saben ganadores (nadie tiene representa­ción en todas las provincias como Cambiemos, por lo tanto nadie será capaz de alcanzar sus votos). Ya tienen un título positivo, aunque la batalla los deje malheridos.

Pero también tienen una preocupaci­ón: si Cristina gana las PASO, va a generar más incertidum­bre en el sector empresaria­l. Las compañías que cotizan en bolsa van a bajar sus cotizacion­es y comenzarán a ver con buenos ojos a una tercera opción (¿Sergio Massa?). Siempre es mejor prevenir. Cristina produjo el efecto Fénix: resurgió de sus cenizas y se puso, otra vez, en el centro de la escena. Arriesgará lo que le queda de su capital en las legislativ­as. “No hay que olvidar que pasó de tener el 54% a nivel nacional a un 30% en la provincia de Buenos Aires”, le dice a NOTICIAS el dirigente peronista Julio Bárbaro. Pero ese caudal puede ser suficiente para comenzar con el Plan Resurrecci­ón.

Después de todo, el país no termina de hacer pie. “Somos como aquel hombre que se casa con una nueva mujer, pero sigue pensando en la anterior”, plantea Bárbaro. Y completa: “Cuando la ex reaparece se revuelve todo, pero es culpa de que la nueva no termina de enamorar”.

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Arde la pelea en el justiciali­smo. Scioli reaparece, bajo la sombra de CFK, igual que Espinoza. noza. Randazzoo parece ser er el enemigo go número uno.no.
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FOTOS: JUAN OBREGÓN CEDOC.
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