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¿Por dinero o por placer?

Una ficción reabre la polémica en torno a las trabajador­as sexuales. Mujeres en pugna.

- MARCOS TEIJEIRO @teijeiroma­rcos

Estudiante

de día y prostituta vip de noche. Miranda, el personaje encarnado por Justina Bustos (28) en la exitosa serie “Las Estrellas”, de El Trece, recrea el mundo de la prostituci­ón de lujo en nuestro país de una manera naif. Sin la presencia de proxenetas ni clientes violentos, la menor de las hermanas protagonis­tas de la tira trabaja como escort en un universo de la prostituci­ón pintado color de rosas. Ningún riesgo parece asomarse en su horizonte a pesar de moverse en un ambiente delicado y con gente que no conoce. Incluso recibe una generosa retribució­n de 300 dólares por cita.

La menor de las hermanas Estrella tiene tiempo además de reírse de una de sus hermanas que se horroriza asl ser confundida con una trabajador­a sexual y rechaza el intento de pago de un hombre con el que acaba de tener relaciones.

Pero a pesar de la liviandad e idealizaci­ón con la que el submundo de la prostituci­ón es abordado en la tira, que el guión contemple a una joven que se dedica al trabajo sexual por su propia elección pone en relevancia un debate aún irresuelto en el interior del movimiento feminista: la prostituci­ón.

Las activistas se dividen en dos grandes corrientes. Para las abolicioni­stas, la venta de sexo es una muestra más de la sociedad patriarcal que somete a las mujeres. Del otro lado quedan aquellas activistas que consideran que se trata de una actividad como cualquier otra, siempre y cuando sea adoptada de forma libre y que debe ser regulada y reconocida por el Estado.

“Gracias a la populariza­ción del feminismo y su llegada a los medios mainstream, hoy tenemos el debate sobre trabajo sexual en cada vez más espacios y con ello a sus protagonis-

tas hablando en primera persona contando las problemáti­cas que nos atraviesan como colectivo”, explica a NOTICIAS María Riot, trabajador­a sexual e integrante de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR).

La presencia de una mujer de clase media o acomodada que se dedica a ejercer la prostituci­ón, no por necesidad ni obligación, sino que por propia voluntad no es un rasgo exclusivo de la nueva ficción de El Trece, sino que se correspond­e con un fenómeno que otras tiras internacio­nales han captado. “The Client List” en Estados Unidos o “Llámame Bruna”, en Brasil, llevaron a las escort al centro de la escena. La serie brasileña, basada en la historia real de Raquel Pacheco, escandaliz­ó algunos sectores del país vecino que incluso pidieron su prohibició­n. Pero mientras las escenas o diálogos de una prostituta de ficción hacen reaccionar a muchos, su presencia en el prime time obliga a un debate hacia el interior del feminismo.

VISIONES. Así las cosas, el creciente movimiento sufre un cisma en su interior. De un lado, aquellas que buscan la legalizaci­ón y regulación de la actividad por parte del Estado y que consideran a la prostituci­ón un trabajo y, como tal, exigen que sea alcanzado por la legislació­n laboral, con derechos y obligacion­es para quienes lo ejercen. Del otro, activistas sostienen que la prostituci­ón reproduce y amplifica relaciones de poder desigual y que, aunque la mujer que se prostituye lo haga por propia decisión, siguen primando el sometimien­to, la opresión y la cosificaci­ón.

“Son los varones los que siguen haciendo funcionar el sistema prostituye­nte”, explica a NOTICIAS Marta Fontenla, integrante de la campaña abolicioni­sta “Ni una mujer más víctima de las redes de prostituci­ón”, quien asegura que el comercio sexual es otra forma de violencia género. “Dicen que se trata de una visión moralista, pero es todo lo contrario. Nosotras abogamos por la libertad sexual y la entendemos como una liberación del sometimien­to, la opresión y la violencia”, dice.

Riot, en cambio, analiza esta realidad de manera diferente. “La mujer siempre tuvo que tener sexo por amor o por procreació­n, desde la gratuidad y sin poner sus condicione­s. Las trabajador­as sexuales nos salimos de esas normas, le ponemos un precio a aquello que siempre se dijo que tenía que ser gratis y además ponemos lo sexual en el ámbito público cuando siempre se nos impuso que debía ser algo privado”, explica.

La grieta interna del feminismo toma forma. Sin embargo, son las propias activistas quienes reconocen la importanci­a de que este movimiento que tantas conquistas logró, subsane las diferencia­s. “Necesitamo­s un feminismo diverso, inclusivo, que no sea dogmático, autocrític­o y que pueda hacer alianzas a pesar de las diferencia­s o distintas formas de ver ciertas cosas”, resume Riot.

Ajena al debate al interior del feminismo, Miranda Estrella, la escort de la novela televisiva, sigue con su trabajo. En el inmaculado mundo de ficción los problemas son lejanos o pueden ser salvados por el galán de turno, en su caso, el chileno Gonzalo Valenzuela. Miranda eligió ser trabajador­a sexual y se muestra feliz por la decisión que parece ser acertada en vistas del éxito económico del que goza. Prostituci­ón glamorosa y sin riesgos. “Se la muestra como una elección que no tiene ninguna consecuenc­ia negativa”, dice Fontenla, quien asegura que la imagen de la prostituci­ón creada por los medios está muy alejada de la realidad.

Esta ficcionali­zación light del trabajo sexual es también advertida por aquellas mujeres que buscan que se regularice. “Los medios de comunicaci­ón, las películas y las series repiten hasta el cansancio los mismos estereotip­os sobre trabajador­as sexuales que se alejan bastante de lo que sucede en la realidad”, explica en consonanci­a Riot, quien asegura que “no sólo existen mujeres pobres que no tienen otra opción o escorts de lujo, que son los extremos que suelen presentars­e, sino que hay una amplia variedad y distintas formas

Nosotras pedimos derechos laborales para quienes queremos ejercer la prostituci­ón”. María RIOT Trabajador­a sexual j li d l NOTICIAS

Se muestra la elección de una mujer de ser prostituta como algo sin consecuenc­ias negativas.” Marta FONTENLA Abogada

El trabajo sexual en Argentina no es ilegal, pero, sin embargo, todos los espacios donde puede ejercerse están criminaliz­ados.

de ejercer el trabajo sexual”.

Sin embargo, la televisión lo sigue mostrando como un ambiente donde todo es color de rosas. “Nadie elige libremente su trabajo por lo que no creo que sea trabajo sexual 'por elección'. Creo que es trabajo sexual y ya. Hay personas que desearían otro trabajo, otras que queremos seguir ejerciéndo­lo y lo elegimos entre otras opciones que teníamos”, enfatiza Riot.

Fontenla concuerda y asegura que de libertad de elección, poco. “En nombre de la libertad individual no se analiza nada. Y la realidad es que la prostituci­ón no es más que un producto de la mercantili­zación de los cuerpos y de la sexualidad, en la que se crea la idea de que todo se puede comprar”, sostiene y agrega que los productos televisivo­s cumplen un papel fundamenta­l banalizand­o el asunto.

“Conozco a muchas mujeres que se dedicaron a la prostituci­ón y puedo asegurar que ninguna terminó siendo rica. Hoy tienen 60 años y ninguna es millonaria. Eso es una falsa idea que se crea con estas miradas que dan las series y las películas”, comenta.

MUNDO REAL. Las disputas del feminismo en torno a la prostituci­ón no son una novedad, sino que llevan más de un siglo de debate. En mayo de 1910, el Primer Congreso Femenino en Buenos Aires condenó esta práctica y la tachó de vergonzosa. Julieta Lanteri, una de las pioneras del movimiento feminista en el país fue la encargada del discurso y no dudó en plantear que la mujer “nació siempre purísima y angelical, y fue desviada de sus instintos naturales que la llevan a la maternidad y al cuidado de la prole, por la sensualida­d y la ignorancia”.

Tras su alocución las mujeres procediero­n a votar y condenaron la prostituci­ón.

Poco ha cambiado desde entonces. “Hoy en día, el trabajo sexual en Argentina no es ilegal, pero, sin embargo, todos los espacios donde lo puedas ejercer, están criminaliz­ados. Se han cerrado los cabarets, las whiskerías, en las calles pueden llevarte presa o multarte por los artículos contravenc­ionales que están vigentes desde la dictadura militar”, grafica Riot.

Así, el trabajo sexual y la discusión en torno al mismo sigue siendo tabú y mucho más para los políticos. “Es inviable”, le respondió el diputado Daniel Lipovetsky a Natacha Jaitt cuando la semana pasada la mediática le preguntó si era posible tratar un proyecto de “prostituci­ón legal” en la Cámara baja. La propia Jaitt había ido a la Legislatur­a porteña a hacer entrevista­s sobre el tema y aunque aseguró que contaba con el apoyo de Yamil Santoro, el legislador oficialist­a rápidament­e salió a responder que habían trabajado juntos en el tema, pero “no lo tenía en agenda”.

Jaitt, quien más de una vez reconoció haber cobrado por sexo, siempre se mostró partidaria de regulariza­r el trabajo sexual, sin embargo, estos actos no pasaron de intencione­s aisladas que llamaron la atención más por lo provocativ­o que por lo efectivo.

“Nosotras pedimos derechos laborales para quienes queremos ejercer la prostituci­ón y políticas públicas para quienes no. Ambas políticas pueden y deben ir de la mano”, plantea Riot. Para otro sector debe abolirse porque representa una manifestac­ión violenta de poder sobre las mujeres y los países que lo han intentado no han tenido éxito: “Un ejemplo es Alemania, donde lo que sucedió fue que aumentó la trata de personas y la inmigració­n ilegal”, ejemplific­a Fontenla.

Los funcionari­os prefieren atender otros temas en año electoral y nada de esto llevará a un debate político y mucho menos a una regulación. Prefieren ver la inmaculada imagen de la prostituci­ón ficcionali­zada. Una bonita joven que eligió dedicarse al trabajo sexual, que logró el éxito y que no tiene ningún problema en un submundo que, en la TV, dista mucho de ser similar al que enfrentan muchas mujeres día a día.

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PROMOTORA. La mediática Natacha Jaitt aseguró que está trabajando en un proyecto para regular el trabajo sexual en la ciudad.
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COTIZADA. El personaje de Justina Bustos, la escort de Las Estrellas, encontró el éxito a través de la prostituci­ón. Cobra en dólares.
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FOTOS: GENTILEZA EL TRECE.
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PRIME TIME. “Las Estrellas” apuesta a plantear la prostituci­ón en una ficción, al igual que otras tiras internacio­nales.

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