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Argentina idiotizada:

A la hora de elegir, faltan las ideas y los fanatismos mandan. Los problemas reales quedan tapados por la lógica barrabrava de una "grieta" que es negocio para muy pocos. Hay salida.

- JEFE de Redacción de NOTICIAS.

POLÍTICAna­cional NACIONAL

la elección primaria que cuesta $ 3.000 millones y en la que no se elige nada. Un presidente que lleva 19 meses sin econtrar el rumbo contra una ex presidenta que no puede responder una pregunta sobre corrupción.

… (Viene de tapa)

Está bueno votar. Quiero decir: que el pueblo elija, que se exprese. Lo raro, con casi 34 años de democracia encima, es sentir la necesidad de aclararlo de entrada. Como si existiera todavía otra opción entre las sombras, acechante. Como si hubiese a mano una salida mágica. O cierto grupo de iluminados a la vuelta de la esquina con todo claro y predispues­tos a salvarnos. A construir un país en serio de una buena vez.

Lo grandioso de la democracia extendida en el tiem- po (ventaja que no supimos darnos a lo largo de un siglo entero) es que nos obliga a mirarnos de frente. A hacernos cargo. Pues bien: no lo estaríamos haciendo, muchachos. Nos seguimos dando la espalda. En el mejor de lo casos, nos vemos de reojo. Con desprecio. A cara de perro. Con discursos anclados en tragedias pasadas. Lo lamento, Don Marx: aquí la historia no se repite como farsa. Nuestro género preferido parece ser el psicodrama.

Supongamos que Twitter nos representa. Allí, el nivel del debate político de esta Argentina que halló en “la grieta” su fanatizada zona de confort podría sintetizar­se así: -¡Gato! -¡Kuka KK! -¡Ehhh! ¡Vo’ so’ la dictadura! -¡Andate a Venezuela! -¡Vamos a volver! -Naaaa… ¡Mejor volvete a Santa Cruz! -¡Matate, garca! -¡Morite, chorro! Esta especie de bullying masivo en espejo tiene mucho que ver, seguro, con la superficia­lidad y el embrutecim­iento de la dirigencia. A Fernanda Vallejos, la joven economista que encabeza la lista del kirchneris­mo bonaerense, la mandaron a callar apenas comparó al “perse-

guido” Amado Boudou con Yrigoyen y Perón. Brutez histórica de una economista. Evaluación infantil del pasado. A Esteban Bullrich, primer candidato a senador por el macrismo en el mismo distrito, lo mandaron a arrepentir­se cuando se alegró de que vayan pibes presos todos los días. Bruteza social de un ex ministro de Educación. Visión retrógrada del futuro.

Ambos polos se parecen en la paranoia y evidencian traumas con el presente. Los K evitan hablar de co-corrupción. A lo sumo, ess un problema generaliza­do que ya resolverán­esolverán los jueces. Los M gambeteane­an la econo-economía. Perdidos por perdirdido­s, el problema viene dede antes y se resolverá cuanando el modelo derrame.

El jueves 3, la bipolariar­idad nacional se expresóesó con fuerza en las callesles porteñas. De un lado, la ciudad se llenó de ollaslas populares. Gente humilmilde y de clase media baja aja exponía la cruda realidad dad económica. Eran, más que nada, jóvenes. Del otro, ro, frente a los tribunales fe-federales de Comodoro Py, hubo un nutrido reclalamo de justicia. Gente dede clase media-media alta, ta, sobre todo mayores, braramaban por cárcel paraara los corruptos. Dos países ses en uno. Dos problemas mas reales confrontad­os. La corrupción empobrece. ce. La escasez de recursos sos corrompe. Dos miopías ías generaliza­das. El miope no ve nada más que aquello que decide ver. Tropieza fácil. Toca de oído. En términos políticos (no confundir con los oftálmicos), ser miope es ser bruto.

Ocultar los vicios propios y exponerner los ajenos en busca del poder es un método de manipulaci­ón más viejo que Maquiavelo. Desnuda en sí mismo que lo importante no pasa

por superar las dificultad­es colectivas, sino por dejar bien clarito quién manda. En el supuesto imperio de la post-verdad y la post-política (caretas de un futurismo vaciado de ideas, en realidad) las formas asesinaron a los contenidos. Ahora, Cristina es zen, habla poco y suavecito y cuestiona injusticia­s que no resolvió en doce años y medio, a los que deberían sumarse los dos y chirolas de Duhalde, que les sacó las papas del fuego. Mauricio sigue siendo zen pero habla más y cada vez mejor y se emociona y construye un relato emparentab­le al que cuestionab­a, mientras hace populismo sin que se note. Hundidos en “la grieta”, a Sergio y a Florencio aún hay que ponerles apellidos para que se los reconozca y se desviven por demostrar que ya no son los disciplina­dos súbditos de CFK que fueron. Allá atrás, fuera de foco (a veces por el humo), una izquierda con propuestas salariales nórdicas y modales rusos de 1917 se divide y se divide y se divide y se autoconden­a a ser funcional a los unos o los otros, según soplen los vientos.

Todos tapan algo, incluso respecto de lo que cuestionan en el rival.

Lejos estuvo la economía cristinist­a de ser un dechado de virtudes: en el 2012 se venía a pique y se ocultaron los despojos bajo la alfombra del verso épico y el No-Indec.

Lejos está el proceder macrista de la transparen­cia total y absoluta. No lo digo yo: entre el 2003 y el 2013, fue Lilita Carrió quien le dijo al actual Presidente “contraband­ista”, “empresario ligado al robo del país”, “corrupto”, “garante de la impunidad” y hasta “incompeten­te”, lo cual no constituye delito alguno, pero sirve para completar aquello que la garante moral

El camino que emprendimo­s todos los días tiene un metro más de asfalto, una sala más, un pibe más que está preso. Esteban Bullrrich Boudou es un perseguido político como Yrigoyen, Perón, Evita, Néstor y Cristina. Recuperó los fondos de las AFJP. Fernanda Vallejo

de Cambiemos pensaba y decidió pasar por alto después en beneficio de la cruzada anti K. Juraba Carrió: “Macri es mi límite”. Lo pasó.

Marga Stolbizer decía, hasta el 2015, cosas por el estilo de su actual socio, Massa. Por ejemplo: “Se acordó un poco tarde de hacerle asco a la corrupción. Y nunca denunció la falta de políticas nacionales­acionales para combatir el narcotráfi­co, fico, la trata de personas y el lavado vado de dinero”. La alianza 1Paísaís en su desesperad­o inten- - to por desagrieta­rse, se ubica en la contradicc­ión “ni corruptos, ni ajustadore­s”. Para sellarla, Stolbizer (a quien conozco y respeto desde hace 30 años) borró de su cuenta de Twitter los siguientes posteos:

“Massa y Scioli no pueden ser solución porque son parte del problema”.

“Boudou: cuando en 2011 1 yo ya lo había denunciado, do, Scioli y Massa lo abrazaban ban y compartían boleta. No pueden eden gobernar el país a futuro”.

“Cuando Massa quiere poner una raya sobre el pasado, suena a amnistía al kirchneris­mo y a autoamnist­ía. Quemando fotos con Jaime/De Vido/ Báez/Boudou”.

Otra gladiadora contra la corrupción, la neomacrist­a Graciela Ocaña, también quemó viejos tuits en los que le daba duro a su actual jefe político. Se referían al escándalo de las escuchas ilegales y al sugestivo pacto de Macri con Hugo Moyano, a quien “La Hormiguita” considera un mafioso. Hasta los más ardientes defensores de la verdad han caído en la nefasta lógica de “la grieta”, tapando lo que dejó de servirles en la coyuntura.

Ocultar la verdad embrutece. Ello incluye la actitud tan a la moda de recortar la realidad entre qué verdad nos conviene y cuál verdad es mejor no menearla demasiado. Las medias verdades son, a la vez, medias mentiras. Los grandes medios y muchos periodista­s han caído en el juego.

A quienes intentamos ver las cosas del poder con prudente distancia, Luis Majul nos ubica en la graciosa calificaci­ón de “Corea del centro”. Escribió mi amigo Luis: “Sólo están ocupados en que no se los etiquete. No quieren que se los confunda con el periodismo militante K. Y tampo- co desean que se suponga que están de acuerdo con un gobierno ‘de derecha’. (…) Entonces un día fuerzan un argumento anti K y al siguiente sobreactúa­n una crítica al Presidente. Se presentan a sí mismos como neutrales, pero en el fondo son dogmáticos. Hay una broma para identifica­r su equidistan­cia de ‘mentirita’. Se dice de ellos que no pertenecen a Corea del Norte ni a Corea del Sur, sino a un país que no existe: Corea del Centro”.

Es evidente que la década kirchneris­ta nos hizo mal. Lo desnatural­izó todo y se nos mezclaron los tantos. El lugar del periodismo no queda en ninguna Corea, Luis. Ni siquiera en la del centro. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que si opta por una será parte no sólo de ella, sino, sobre todo, de sus disputas de poder. Actor beligerant­e. Competidor. Dejemos a Cristina en el Norte, a Macri en el Sur y a Massa-Randazzo peleando ese centro que, en el fondo, quiere coparle el Norte a Cristina. Y cuando la izquierda decida existir más allá de los márgenes de la democracia, veremos qué pito toca. Por mi parte, prefiero un periodismo más parecido a los fiscales. Pero tampoco tanto, porque gracias a la Justicia hiperpolit­izada que supimos conseguir, hay cada fiscal que ¡mamita querida!

Claro que el actor mediático principal de “la grieta” resultó ser el Grupo Clarín. En cierto modo se ganó lejos el derecho: los K lo santificar­on como enemigo ideal y le hicieron las mil y una. Es raro, igual, que se le haya dedicado tan poco espacio en la agenda nacional de los periodista­s “serios” a contar hasta qué punto Clarín terminó siendo el gran ganador de la “década ganada” y, sobre todo, de los primeros meses de la gestión M. Sigue en guerra el grupo comandado por Héctor Magnetto. Tiene como general en su radio a un gran periodista que “haría lo que sea para que Cristina no vuelva nunca más”. Y libra batalla hasta en el rincón más recóndito. Desde su canal noticioso de cable decidió poner a dos buenos profesiona­les a pelearle el rating al pseudo-periodista Roberto Navarro, que gana la franja desde C5N. ¡Guarda, che! ¡El periodismo militante se desvive hace rato por igualarnos!

Tanto empeño informativ­o en que CFK no regrese impide analizar con seriedad por qué sigue existiendo. Por qué la idolatran en los sectores más postergado­s. Por qué la siguen y la votan tantos jóvenes de clase media-media baja (casi la mitad de los votantes bonaerense­s de 18 a 29 años; el 40% de los de 30 a 49). O sea: entender en qué país vivimos (y vamos a vivir), sin pretender tapar una catarata con las manos.

En todos los inicios de gestión, la mayoría de los medios y la mayor parte de la audiencia fue resistente a conocer las oscuridade­s de los nuevos gobernante­s. En octubre del 2003, investigar al “cajero” Julio De

Vido era poner palos en la rueda. Lo mismo que ocuparse del “negocio de los derechos humanos” en el 2005. O del “testaferro” Lázaro Báez en el 2007. Perdón por el autobombo, pero NOTICIAS lo hizo. ¿Qué dice de nosotros pasar por alto que ya nos fue muy mal prefiriend­o enterarnos demasiado tarde de las cosas? ¿Somos o nos hacemos?

Cito al filósofo Tomás Abraham: “Cuando una sociedad se constituye en un foro de propagandi­stas, se embrutece. Se vuelve imbécil. Escupe afiches. No piensa más. Elige muñecos y los quema. Se regodea en su fanatismo. Acusa a quien sea de acuerdo a la receta que le entregan los mayordomos del jefe o jefa del castillo. No tiene otro ideal que la servidumbr­e voluntaria”.

Está bueno haber salido del “que se vayan todos” recreando un sistema de representa­ción política que había volado por el aire del desprestig­io. Una mezcla de casualidad­es y talentos hizo que kirchneris­mo y macrismo se fueran ubicando (y eligiendo mutuamente) como polos de dicho esquema. Hasta las terceras opciones nacieron de tan beneficios­o desencuent­ro. Los fanatismos acríticos resultante­s fueron obra de ellos, pero la sociedad se dejó llevar (embrutecer). No serán gemelos, pero son mellizos. Sin embargo, nada nuevo bajo el sol: venimos reproducie­ndo el enfrentami­ento desde el siglo XIX, refundando sobre lo refundido y vuelta a empezar.

Donde hasta ayer había corrupción, hoy hay conflicto de intereses. Significan lo mismo: gobernante­s puestos de un lado y del otro del mostrador. Tal vez la Caja de Pandora de Odebrecht nos aleccione desde el espanto.

Vivimos confundien­do instrument­os circunstan­ciales con ideas estratégic­as. Privatizar o estatizar. Dolarizar o pesificar. Emitir pesos o endeudarse en dólares. Y todo el mundo haciendo el chingui-chingui, de una vereda y de la opuesta. Le llamamos péndulo. De tanto mirarlo ir y venir, idiotiza. En la base del asunto transcurre un capitalism­o berreta, inmediatis­ta, cobarde y sin plan por falta de convicción. La Ge- neración del 80 lo intentó desde el elitismo, Perón desde el populismo y nada más. Un cri cri cri tapado por el griterío de una campaña electoral permanente. Acaso tenga razón Mauricio Macri y haya que votar más espaciado y alargar un poco los mandatos para que la tensión y la atención de la dirigencia se enfoquen en hallar el rumbo de una Argentina en serio. El riesgo es que el planteo empiece y termine en votar menos. Sería salir de Guatemala para llegar a Guatepeor. Más pobreza con menos democracia puede dar para cualquier cosa.

Ahí está el nudo. El propio Macri, que primero prometió “pobreza cero” y después aflojó un poco, dijo de todos modos que si no baja la pobreza habrá fracasado. No venimos bien. En 1983 salimos de la dictadura con un 19% de pobres y 34 años después superan lejos el 30%, con el pequeño detalle de que hay 15 millones de habitantes más. Ese es el verdadero drama.

Estupidiza­dos por el fanatismo nos peleamos me-

ses por Milagro Sala, por Hebe de Bonafini, por La Saladita…, pero a nadie se le ocurre pensar si, detrás de esos indudables escándalos de fondos malversado­s y mafias, no habrá una solución al menos transitori­a para la más grave de las grietas: un sector de la economía social, mixto, bien regulado y más todavía controlado.

Esperamos las inversione­s como un milagro. Culpamos al “cuco Cristina” por la demora. O a los miembros del Gobierno, empezando por el N°1, que no dan el ejemplo e invierten la mayor parte de sus fortunas en el exterior. Le rezamos al “derrame”, vieja ilusión ya fracasada en pos de la concentrac­ión de la riqueza y la fuga de capitales. No lo digo yo. Iván Petrella, ex legislador del PRO y actual asesor en política internacio­nal, escribió: “La ‘teoría del derrame’ entendía que para reducir la pobreza bastaba con el aumento del producto de la economía a través de la política monetaria y fiscal, la desregulac­ión y la privatizac­ión de servicios. Casi nadie duda de que la distribuci­ón de la riqueza implica necesariam­ente generación de riqueza. Pero la historia de nuestro país demuestra que el derrame nunca llega a aquellas personas que más lo necesitan. Un Estado que se priva de herramient­as para abordar la pobreza de manera más directa condena al fracaso a gran parte de la sociedad. Luchar contra la pobreza requiere de cambios en nuestro sistema político y económico, uno cargado de vicios que probó ser más parte del problema que de la solución. Ese cambio se da instalando un Estado transparen­te y confiable que tenga la capacidad de sostener un marco macroeconó­mico virtuoso, de intervenir directamen­te y sin clientelis­mo sobre la mejora de las condicione­s materiales y de ampliar el capital social de las personas”.

La Argentina necesita con urgencia un pacto refundacio­nal, empezando por un shock educativo. En estos mismos 34 años pasamos de ser ejemplo en América por la calidad de nuestras escuelas y universida­des a evitar las Pruebas PISA para evitar más papelones.

Hace mucho más, en el origen de este lío, escribió Mariano Moreno: “Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidum­bres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos, sin destruir la tiranía”.

Pues bien: embrutecid­os no vamos a lograrlo.

Esta especie de bullying masivo en espejo tiene mucho que ver, seguro, con la superficia­lidad y el embrutecim­iento de la dirigencia.

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 ??  ?? EX CHUPAMEDIA­S. Massa y Randazzo, el ex jefe de Gabinete y el ex ministro de Cristina, hoy compiten para suplantarl­a sin hacer autocrític­a por su pasado.
EX CHUPAMEDIA­S. Massa y Randazzo, el ex jefe de Gabinete y el ex ministro de Cristina, hoy compiten para suplantarl­a sin hacer autocrític­a por su pasado.
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DOS PAÍSES. La marcha a Tribunales reclamando por justicia contra las ollas populares de la oposición.
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Por EDI ZUNINO *
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