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Venezuela:

El chavismo partió del “mayoritari­smo” con Chávez y avanza hacia el régimen totalitari­o, tras fracasar la dictadura con Maduro.

- Por CLAUDIO FANTINI *

el chavismo partió del “mayoritari­smo” con Chávez y avanza hacia el régimen totalitari­o con Maduro. Por Claudio Fantini.

Desde

que Venezuela inició la travesía chavista, pasó del liderazgo mayoritari­sta a la dictadura y ahora intenta pasar de la dictadura al totalitari­smo. ¿Cuál es la diferencia entre mayoritari­smo y dictadura? ¿Qué separa a la dictadura del totalitari­smo?

Hugo Chávez fue un líder mayoritari­sta. Ese modelo político no es plenamente democrátic­o. Se erige sobre el respaldo de la mayoría, pero es prepotente con las minorías, a las que segrega y fumiga con anatemas, para mantenerla­s a raya, asediadas por el desprecio de las masas.

El mayoritari­smo es autoritari­o, pero no necesariam­ente dictatoria­l. Por contar con el apoyo de la mayoría, Chávez no necesitó reemplazar la democracia pluriparti­dista con división de poderes. La Constituci­ón que impulsó en 1999, mantuvo esos pilares institucio­nales de la democracia liberal.

La deriva empezó en la economía. Al grito de “exprópiese”, el creador de la revolución bolivarian­a la condujo hacia un callejón sin salida. Y en esa dirección la mantuvo su sucesor.

Nicolás Maduro no creó el modelo que colapsó ni bien el precio del petróleo cayó de la estratósfe­ra, desde donde había bendecido las presidenci­as de Chávez. Pero la ineptitud y la ceguera ideológica le impidieron corregir esa marcha, que sólo podía desembocar en el colapso.

El hambre, la escasez de productos y el derrumbe de la salud pública y privada hicieron que, con Maduro, el chavismo perdiera el respaldo de la mayoría. Su decisión, y la de la nomenclatu­ra corrompida e inepta de la que forma parte, fue enterrar la constituci­ón y mantenerse en el poder de manera dictatoria­l.

La última regla democrátic­a que cumplió el chavismo fue la elección legislativ­a del 2015. Y como en las urnas arrasó la oposición, el gobierno comenzó a convertirs­e en régimen haciendo lo mismo que hizo Fujimori, pero de otro modo. En lugar de clausurar el Congreso como el déspota peruano en 1992, Maduro lo dejó abierto, pero le quitó la facultad de legislar. Y una legislatur­a que no puede legislar es un holograma político; una farsa institucio­nal explícita.

En ese punto, el gobierno comenzó a perder la legitimida­d de origen.

DUEÑO DE LAS URNAS. La conversión en régimen tuvo otros dos pa-

sos: primero, suprimió la constituci­ón al impedir el referéndum revocatori­o para el cual la oposición había cumpliment­ado todos los requisitos establecid­os en la carta magna. Como perdió el respaldo mayoritari­o por la hiperinfla­ción, el hambre, la falta de medicament­os y de todo tipo de productos, sumados a la corrupción dirigencia­l, la violencia delincuenc­ial desenfrena­da y la incapacida­d total del poder imperante para cualquier otra cosa que no sea la escenifica­ción ideológica y la represión, Maduro completó el enterramie­nto de la constituci­ón democrátic­a suprimiend­o el calendario electoral.

Los comicios regionales y locales del 2016, sencillame­nte no se hicieron. Maduro podría decir, como Galtieri, “las urnas están bien guardadas”. Y las escondió porque ya no tiene el apoyo de la mayoría, por ende el voto no le daría poder, sino que se lo quitaría.Desde entonces, el sufragio fue reemplazad­o por la censura y la represión. Las estadístic­as de muertos y presos políticos confirman que con Maduro, Diosdado Cabello y la cúpula militar, el chavismo dejó de ser un liderazgo mayoritari­sta para convertirs­e en una dictadura lisa y llana. Aún así, no pudo poner fin a la protesta. La represión sumó muertos, heridos y presos, pero no restó intensidad a las manifestac­iones. Por esa impotencia es que el régimen decidió dar un paso más, disponiénd­ose a pasar de la dictadura al totalitari­smo.

La diferencia entre un estadio y otro del autoritari­smo, es que la dictadura reprime en la calle, mientras que el totalitari­smo reprime en la intimidad y en la mente de las personas. El totalitari­smo es la dictadura absoluta. La represión pasa de la policía a los aparatos de inteligenc­ia, que infiltran hasta la privacidad de las personas para espiar, intimidar y amenazar, disuadiend­o la protesta antes de que se produzca.

Como la dictadura no le alcanza para retener el poder, el régimen intenta cambiar la institucio­nalidad que dejó Chávez, por un régimen de partido único, en el que el Estado detente un control total sobre cada ciudadano. Eso intentará la asamblea constituye­nte. Necesita conjurar el espectro de las urnas, porque ya no hay mayorías que garanticen el triunfo. EL CASO ECUATORIAN­O. En Ecuador, Rafael Correa manejó la economía con mucha más inteligenc­ia y racionalid­ad. Aún así, la caída del precio del petróleo puso en riesgo el liderazgo mayoritari­sta que había erigido. Por eso debió designar como candidato a sucederlo a Lenin Moreno, un dirigente dialoguist­a que no expresa la prepotenci­a autoritari­a del mayoritari­smo.

Desde el inicio de su presidenci­a, Moreno reveló la fragilidad de la economía, su inmenso endeudamie­nto y la necesidad de correccion­es. Además de rectificar el rumbo económico, el nuevo presidente inició la desarticul­ación del dispositiv­o de poder que dejó Correa para controlar a su sucesor.

El ex presidente acusa a Moreno de traidor, mientras éste intenta rediseñar mecanismos de consenso y abrir la economía. A pesar de haber heredado un modelo mayoritari­sta menos autoritari­o y una economía más activada y racional, Lenin Moreno enfiló en sentido contrario al que eligió Maduro. Se verá donde desemboca. Lo que ya está a la vista es la desembocad­ura del continuism­o chavista que escogió Maduro: el derrumbe económico y el desastre social. Un callejón sin salida donde el liderazgo mayoritari­sta devino en dictadura y, como la represión no alcanza para recuperar el control, intenta ahora avanzar hacia el totalitari­smo.

La travesía de Maduro redimió a la oposición ante la mayoría que le daba la espalda. Al victimizar­la, el régimen la visibilizó como salida. Le queda ahora demostrar que superó el error que la extravió y le regaló al chavismo el escenario político. Ese error fue no entender la causa que originó el fenómeno Chávez.

El chavismo no salió de un repollo sino del fracaso de la clase dirigente que dilapidó décadas de renta petrolera sin diversific­ar la economía ni generar conocimien­to y equilibrio social.

Aquella dirigencia era democrátic­a, pero el límite del sistema estaba en la oligarquía socialment­e mezquina, económicam­ente infértil y políticame­nte obtusa que controlaba los resortes del poder.

El endeudamie­nto causado por la baja del petróleo en los ´80 llevó a la aplicación del Plan Brady y al consiguien­te feroz ajuste que detonó el “caracazo”. En esa hoguera se forjó el chavismo, iniciando el trayecto que pasó por la dictadura y ahora merodea el totalitari­smo.

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DE PUÑO Y LETRA Maduro durante su programa dominical de televisión, explicando las virtudes que tendrá su nueva constituci­ón.
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DIPUTADOS. La presidenta de la Asamblea Constituye­nte, la excancille­r Delcy Rodríguez, tomando juramento.
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CANCILLER. Jorge Faurie anunciando la suspensión de Venezuela en el Mercosur. Lenin Moreno (izquierda), presidente de Ecuador, es la contracara del caso venezolano.

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