Medio siglo de café concert:
Lino Patalano aggiorna y rinde tributo a los 50 años del género humorístico.
Lino Patalano aggiorna y rinde tributo a los 50 años del género humorístico.
A50 años del comienzo del café concert en el país, Lino Patalano, uno de los productores que vivió la época de oro del género, le rinde homenaje con “Pelointensivo”, el unipersonal de Roberto Peloni (versión actual de un Carlos Perciavalle, ganador del premio "Hugo de Oro 2015", y protagonista de los últimos grandes sucesos del musical). El espectáculo que estrenó hace una semana en el Maipo Kabaret tiene la impronta políticamente incorrecta del género, con comentarios polémicos y humor ácido, además del histrionismo de Peloni (el humorista de Morfi, en Telefe). “El café concert se animaba a decir lo que nadie era capaz de ex- presar sobre un escenario, un set de televisión o la pantalla del cine”, explica Patalano, situándonos en el contexto político de la época.
FOJA CERO Un verso de un poema del francés Jacques Prévert le dio el título: El tiempo de los carozos se llamó el espectáculo músico-actoral que encabezaban Marilina Ross, Federico Luppi y Carlos Moreno, con letras de Paco Urondo. Era marzo de 1966 cuando en una casona de la calle Viamonte esa pieza empezó la historia del café concert porteño. Enseguida vinieron otras, parte de la ebullición cultural de esos años del Instituto Di Tella: performances, encuentros, sótanos y reuniones. Una pequeña salita en La Recova, sobre avenida del Libertador, con escenografía de Antonio Berni, Dalila Puzzovio, Carlos Squirru y Edgardo Giménez, copas en las mesas y sin líneas que dividieran el espacio del público del de los actores. El 23 de julio de 1966 hicieron su primera presentación Edda Díaz, Antonio Gasalla, Carlos Perciavalle y Nora Blay, jóvenes actores que habían compartido aulas en el Conservatorio Nacional y eran entonces los protagonistas de Help Valentino, de Inés Quesada (la dueña de casa convertida en escenario), otra de las pioneras del género. Después vinieron La botica del ángel, La Fusa, La Cebolla, todos reductos pequeños en los que música, humor e interpretación se conjugaban en la noche.
GÉNESIS. Nacido a fines del siglo XIX en Europa, el café concert encontró en varias ciudades argentinas sus propios intérpretes y seguidores. “Yo también quería crear una nueva experiencia. Con un grupo de locos en septiembre de 1970 abrimos La Gallina Embarazada. En diciembre llegó El Gallo Cojo”, recuerda a NOTICIAS Lino Patalano, que en aquel momento trabajaba en el Teatro Regina. “Eran shows que mezclaban música, humor, actuación, una suerte de pub en el que había un show. El espectáculo empezaba cuando el público llegaba. Lo que yo hice fue convertir el café concert en algo más teatral. Fui el primero en hacer unipersonales”, se otorga el actual dueño y director artístico del Teatro Maipo.Llegaron los espectáculos que ponían en la tarima a Cipe Lincovsky, María Rosa Gallo, Ross y Díaz, Nini Marshal.
“¿De qué se ríe, señor ministro?”, cantaba Nacha Guevara en El Gallo Cojo. La actriz venía del Di Tella, clausurado por Onganía, y de La Botica del Angel, en donde había incursionado en el café concert. Con esas palabras del poeta uruguayo Mario Benedetti ella le hablaba al gobierno militar de Marcelo Roberto Levingston.
El momento de esplendor de este género teatral llegó entre fines de los años ‘60 y principios ‘70, y fue apagado por la dictadura. “En el café concert la gente se refugiaba para estar apretada, unos al lado del otro. Era la única forma de reunirse. Ahí
no importaba si eras rico o pobre, venía la señora multimillonaria vestida de largo y el estudiante que no tenía plata. En el café concert estaba todo permitido”, cuenta Patalano sobre los años previos.
FUROR. Varios de los espectáculos que fueron éxito de aquellos años nacieron en La Gallina Embarazada y El Gallo Cojo, que el responsable del Maipo llevaba adelante. También varios artistas encontraron jóvenes allí su trampolín a la popularidad. Y aquellos que ya tenían una carrera se renovaron. “El café concert era el primer paso para después llegar a otra dimensión”, dice, y enumera de memoria: “Eddha Díaz vendía 80 entradas en El Gallo Cojo y pasó a cortar 980 tickets en cada función de El Nacional. Carlos Perciavale reunía a 300 personas en el Margarita Xirgu para luego llenar el Gran Splendid, con 1057 butacas de capacidad. Les Luthiers salió de La Cebolla, Nacha Guevara empezó en La Gallina Embarazada para 70 espectadores, Susana Rinaldi era actriz en La Botica del Ángel y luego explotó”. Niní Marshall fue uno de los fenómenos del género. En 1972 la actriz había anunciado su retiro. En aquel momento, Patalano buscaba un espectáculo para hacer en café concert. Seis meses le llevó convencerla de que hiciera “Y se nos fue redepente”, una obra que ella misma había escrito varias décadas antes, y en la que terminó interpretando sus personajes. El Gallo Cojo se había instalado en Mar del Plata para el estreno, pero la noche anterior Marshall les dijo: “Yo los indemnizo pero no debuto”. Patalano, desesperado, recuerda que le dijo: “Señora, con todo el respeto que le debo. Déjese de joder, vaya al hotel y mañana viene a hacer la función”. Estrenó en 1979 e hizo 1500 presentaciones de ese unipersonal.
ESTRELLA. “Pelonintensivo” tiene a Roberto Peloni como único protagonista. A la vieja usanza, combina humor, música y actuación en un reducto pequeño, con cuatro sillas por cada mesa y con una proximidad en la que todo se ve. Son cinco personajes los que aparecen a menos de un metro de los espectadores, en un
Eran shows que mezclaban música, humor, actuación, una suerte de pub en el que había un show. El espectáculo empezaba cuando el público llegaba.”