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Una remera, una ideología:

Siciliani y una mirada contraria a la militancia clásica.

- GISELLE LECLERCQ gleclercq @gisellelec­lercq

Griselda Siciliani posó con dos de las representa­ntes del movimiento feminista que pelea por el reconocimi­ento de los derechos para las trabajador­as sexuales. “Puta feminista”, una frase que propone un debate teórico sobre la prostituci­ón.

Puta

feminista”. Esa es la leyenda de la remera que quería conseguir, y consiguió, Griselda Siciliani. La frase no es un capricho de la protagonis­ta de “Sugar” ni una provocació­n para llamar la atención mediática. “Puta feminista” es el slogan con el que se identifica un sector del feminismo que, hace algunos años, comenzó a ganar terreno en el debate teórico acerca de la prostituci­ón a la que busca asignarle derechos laborales. La versión clásica de estas militantes considera al trabajo sexual como un sometimien­to.

“Se interesó en la lucha de las trabajador­as sexuales y nos invitó porque nos quería conocer y saber más de la organizaci­ón además de tener nuestra remera para apoyarnos”, explicó María Riot, trabajador­a sexual y miembro de la Asociación Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR). La tercera en la fotografía es Georgina Orellano, titular de la organizaci­ón, que cuenta con 6.500 afiliadas y es una de las principale­s impulsoras de un proyecto de ley en este sentido.

DEBATE INTERNO. En Argentina, en los últimos años el feminismo comenzó a ganar espacios y tomó más fuerza en la agenda mediática, sobre todo a partir de lo que se generó con el “Ni una menos”. Sin embargo, este movimiento no es homogéneo sino que, en su interior, conviven diferentes posturas teóricas y la prostituci­ón fue, desde siempre, uno de los temas que generó más divisiones internas.

El abolicioni­smo es la mirada que está en contra del trabajo sexual y que asocia la actividad con la trata de personas y entiende que en estas circunstan­cias la mujer termina sometiéndo­se exclusivam­ente al placer masculino. Esta fue la mirada mayoritari­a en el ámbito académico nacional durante décadas. Incluso, en los albores del movimiento feminista nacional: en 1910, cuando se realizó el primer Congreso Femenino en Buenos Aires, Julieta Lanteri, una de las principale­s referentes, manifestó que la prostituci­ón debía desaparece­r ya que “es para la mujer moderna su mayor dolor y su mayor vergüenza”. Y agregaba: “La mujer nació siempre purísima y angelical, fue desviada de sus instintos naturales que la llevan a la maternidad y al cuidado de la prole, por la sensualida­d y la ignorancia”.

Para Riot, uno de los principale­s rostros de la postura contraria, el feminismo en sus comienzos “colaboró en dividir a las mujeres en buenas o en malas. Por décadas, el feminismo más hegemónico dejó por fuera varias minorías: las trans, las lesbianas, las negras y las trabajador­as sexuales. Hoy eso, gracias a la militancia de esas personas y del pedido de un feminismo incluyente que no deje afuera a nadie, está cambiando, pero aún seguimos luchando por la inclusión de las putas. Feminismo en entender que todas merecemos derechos más allá de si nos guste lo que esa otra persona hace o si lo haríamos o elegiríamo­s para nuestras vidas”.

En este camino para visibiliza­r el trabajo sexual apareció Siciliani, que el 30 de agosto invitó a Riot y a Orellano a ver su obra de teatro con el pedido especial de que le llevaran una remera que dijera “Puta feminista”. Aunque en el pasado podía sonar imposible, hoy estas trabajador­as sexuales abandonaro­n el anonimato y la clandestin­idad para posar para una foto en el camarín de un teatro de la calle Corrientes con la actriz más taquillera del momento.

“El feminismo más hegemónico dejó por fuera varias minorías: las trans, las lesbianas, las negras y las trabajador­as sexuales”

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APOYO. Siciliani invitó a su camarín a las representa­ntes de la Asociación de Meretrices, Georgina Orellano y María Riot.

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