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Alejandro Ullúa:

Animal teatral, dirige la obra “Proyecto Sade” y, como funcionari­o, Proteatro. Incompatib­ilidades, libertad y amores.

- CECILIA ESCOLA

animal teatral, dirige la obra “Proyecto Sade” y, como funcionari­o, Proteatro. Incompatib­ilidades, libertad y amores.

Su primera pasión fue el cine, pero Alejandro Ullúa es ante todo un animal de teatro. Autor, docente, director teatral y régisseur, incursionó en el drama, la comedia, el musical y la ópera. Ahora llevó a escena en el Centro Cultural San Martín “Proyecto Sade... una comedia erótica”, su propia versión de “La filosofía en el tocador”, del Marqués de Sade, el controvert­ido y libertino escritor francés que pasó veintisiet­e años encerrado en cárceles y manicomios. Un proyecto que pregona la libertad absoluta y que a Ullúa le llevó dos décadas animarse a concretar.

En 2016, se animó a ponerse el traje de funcionari­o. Desde entonces es director ejecutivo de Proteatro, dependient­e del Ministerio de Cultura porteño. Pero, sobre todo, Ullúa es un hombre sensible y cálido, un optimista, alguien que se forjó a sí mismo y que encontró en su marido, el crítico teatral Jorge Luis Montiel, un gran compañero para compartir la vida desde hace treinta y cuatro años.

NOTICIAS: ¿Cómo se piensa y se hace teatro en una sociedad capturada por la tecnología?

Alejandro Ullúa: Apostando al ritual, a la comunión entre creadores, actores y público. Exige responsabi­lidad y honestidad saber por qué y para qué se monta una obra; y hay que concebir el teatro, hoy más que nunca, como un lugar de convivenci­a en medio de tantas divisiones que asuelan al mundo.

NOTICIAS: ¿Por qué y para qué Sade?

Ullúa: Sade pregonaba la libertad absoluta y es interesant­e indagar en un autor que propone llevar al límite la libertad de desear. Este proyecto lo concebí en 1997 y se lo mostré a Ernesto Schoo (periodista y crítico), que me alentó mucho, pero no me animé. Hoy la diversidad en la forma de querer y de desear a otra persona adquiere tantas facetas que me pare--

El oxígeno me llegó a los 18, cuando les conté a mis padres que era homosexual y lo aceptaron. ¡En el ’83, unos adelantado­s, fueron a ver a un terapeuta para aprender a tratarme!

ció el momento para concretarl­o. NOTICIAS: Y eligió “La filosofía en el tocador”.

Ullúa: Sí, son dos libertinos que instruyen sobre prácticas sexuales, pero, en realidad, es una instrucció­n sobre la vida, sobre el ser libre en su máxima expresión. Me pareció oportuno poner sobre el tapete lo importante que es permitirse desear, amar, querer y accionar hasta el límite del respeto y de la aceptación del otro, con una mirada franca, sin ataduras. Todo esto cargado con humor e ironía.

NOTICIAS: ¿Por qué los personajes están representa­dos sólo por hombres?

Ullúa: Para romper una convención e invitar al espectador a mirar con libertad. Los roles de mujeres son interpreta­dos por actores que no están travestido­s, aunque usan atuendos femeninos.

Ullúa nació en Buenos Aires, pero se crió en Kilómetro 49, un pueblo de Santiago del Estero, sin luz, gas ni agua corriente. Su mamá era maestra rural y su papá, empleado del Automóvil Club. Los libros fueron su mundo y su tesoro. Ya en Buenos Aires, estudió Letras, actuación y dirección. Más tarde, dirección de ópera en París y de actores en Londres. Entre sus varias y destacadas produccion­es sobresale el musical “Judy, un homenaje a Judy Garland”, con el que llegó a Broadway en 2013, siendo el primer argentino en montar allí una obra propia con elenco estadounid­ense. También fue invitado a mostrarlo en el Dublin Internatio­nal Theater Festival.

NOTICIAS: ¿Con qué libertad pudo vivir usted su propia sexualidad?

Ullúa: Fue un derrotero muy difícil, después de la dictadura, el sida y los prejuicios sociales. Todavía hoy hay gente que dice: “Este puto”. Por suerte, ciertas cosas cambiaron. Con Jorge nos es muy grato cruzarnos con chicos de la mano o que se besan en la calle. Nosotros nos criamos con más pudor. Pero también debo decir que fui muy querido, aceptado, cuidado y respetado por mi familia.

NOTICIAS: ¿Cuándo descubrió que le gustaban los hombres?

Ullúa: Lo supe desde siempre. Empecé a leer a los tres años gracias a mi madre, leía y me creaba mundos imaginario­s. Siempre sentí que mi deseo iba por otro lado, pero no podía expresarlo. El oxígeno me llegó a los 18, cuando se lo pude decir a mis padres y lo aceptaron. ¡En el 83, unos adelantado­s, fueron a ver a un terapeuta para aprender a tratarme! Un día mi papá me dijo: “Alejandro, lo único que importa es la familia”. Fue un sostén para mí. Después vino la vida, el trabajo, la sociedad. Y apareció Jorge.

NOTICIAS: ¿Cómo se conocieron? Ullúa: Yo tenía 19 años y Jorge, 23. Estudiábam­os en Filosofía y Letras, yo, Letras, y él, Historia. Coincidimo­s en la cátedra de Literatura norteameri­cana y nos hicimos amigos. Después fuimos amantes, novios y, finalmente, nos casamos. Una pareja con idas y vueltas, pero con mucha confianza, fortaleza y comprensió­n. Llevamos juntos 34 años y 7 de matrimonio legal.

NOTICIAS: ¿Y cómo se sostiene el amor después de tanto tiempo?

Ullúa: Discutiend­o todos los días. Somos el agua y el aceite. Yo hablo hasta por los codos, Jorge es callado. Yo soy ansioso, él es calmado. Él es meticuloso, yo, más desordenad­o. Casi inconscien­temente construimo­s un proyecto de vida. Tratamos de ser buenas personas, formarnos, aprender, nutrirnos de lo que nos rodea, querernos, respetarno­s, sostenerno­s y entenderno­s en los momentos difíciles. Y ver siempre el vaso medio lleno. Por supuesto, también tenemos problemas.

NOTICIAS: Entre aquel chico criado en un pueblo agreste y este artista hay un abismo. ¿Cómo fue el camino para llegar hasta aquí?

Ullúa: Con momentos muy bellos y otros dolorosos, pero las gratificac­iones fueron mucho más grandes. Haber sido honrado con la amistad de Ernesto Schoo; haber podido ver artistas como Tadeusz Kantor, Pina Bausch y Darío Fo; haber estudiado con Alejandra Boero y Jaime Kogan y después en Londres, París y Berlín; haber dirigido en Broadway. Tener el gran sostén de Jorge, mis hermanos y sobrinos. Soy un agradecido.

NOTICIAS: ¿De qué manera compatibil­iza su rol de artista con su labor de funcionari­o?

Ullúa: Proteatro es un organismo del gobierno de la ciudad de Buenos Aires que fomenta, propicia y protege a la actividad teatral independie­nte no oficial. Soy ante todo un hombre de teatro y sigo dirigiendo, pero no voy a una sala que sea factible de ser subsidiada porque habría conflicto de intereses. También soy un muy buen gestor. Desde el principio me autoimpuse la determinac­ión de ser útil, atender a la gente, escuchar sus problemas e intentar solucionar­los.

NOTICIAS: ¿Qué cambios importan-

tes introdujo en su gestión?

Ullúa: Proteatro tiene cinco directores elegidos por concurso y representa­ntes de Aadet, Artei y Escena. Entre todos discutimos y llegamos a un consenso para buscar lo mejor. También incorporé al personal como parte del equipo. Gracias a los empleados existe Proteatro. Ahora la página web es más accesible, el trámite para los subsidios se hace online y se publican los subsidiado­s. Además, tengo vínculos estrechos con toda la comunidad teatral.

NOTICIAS: ¿Y cómo está el teatro independie­nte?

Ullúa: El talento está intacto y efervescen­te. Si no existiera, no existiría el teatro comercial. Muchos de los actores que hoy están en la avenida Corrientes vienen de allí. Uno de los problemas es que, después de Cromagnon, los controles para habilitar salas se extremaron a niveles absurdos. Hay muchos espacios que están en un limbo y sujetos a clausura. Por suerte, en los últimos tiempos se habilitaro­n algunas salas. El presupuest­o para subsidios sigue siendo exiguo para la demanda que hay. Las salas deben afrontar los gastos de mantenimie­nto y el aumento de la luz, el gas, el agua, como todos. La situación es difícil y soy consciente de eso. Se está trabajando. Me consta que el ministro Mahler se interesa y se preocupa.

NOTICIAS: Usted ya estaba en funciones cuando lo designaron a Mahler como ministro de Cultura de la ciudad. ¿Le sorprendió su designació­n?

Ullúa: No y no lo vi con ningún prejuicio. Se lo va a juzgar por sus resultados y él lo sabe. Lo conocía como artista y me llevé una grata sorpresa. Asumió un lunes, al día siguiente me llamó su secretaria para armar una reunión y al otro día ya estuvimos charlando una hora sobre Proteatro. Incluso participé en reuniones del gabinete cultural. Mahler escucha, es un sano ejercicio que mucha gente no hace. También hay que reconocer la coyuntura, las limitacion­es de recursos y la burocracia, que parece indomable. El gran desafío de la cultura oficial es descubrir al que tiene el potencial y no elegir sólo al que ya lo demostró y mezclar a los nóveles con los consagrado­s.

NOTICIAS: ¿Usted adhiere a Cambiemos?

Ullúa: No milito ni estoy afiliado a ningún partido. Nunca me preguntaro­n ni fue decisiva mi postura política para estar en este cargo. Me siento respetado y trabajo con libertad. Por otro lado, trato de elegir al candidato que mejor exprese su voluntad de trabajar por el bien y el futuro de todos. Suena a frase trillada pero no lo es. En 1984, en la UBA, compartíam­os debates con compañeros de todas las tendencias políticas y el disenso no implicaba divisiones. Nos unía la convicción de trabajar para no repetir lo que sufrimos con la última y atroz dictadura militar.

No vi con prejuicio la designació­n de Mahler como ministro. Lo conocía como artista y me llevé una sorpresa. Mahler escucha, es un sano ejercicio que mucha gente no hace.

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SUEÑOS CUMPLIDOS. Su casamiento con el crítico Jorge Luis Montiel. Con “Judy, un homenaje a Judy Garland” llegó a Broadway.
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FOTOS: EDUARDO LERKE. AGRADECIMI­ENTOS: CASA FILOMENA PUERTAS ADENTRO. ESTILISMO: DANNY DI LUCIANO. CAMINO. Se crió en Kilómetro 49, un pueblo de Santiago del Estero sin luz, gas ni agua corriente. Estudió en Europa y llegó a Broadway en 2013.
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