Noticias

Todos mienten, de una u otra manera. Las falencias del Estado y los enigmas mapuches. Los reveses de Bullrich y el papel de Noceti.

- Por EDI ZUNINO *

Durante 40 días y sus noches, tensos, confusos, angustiant­es, plagados de locura y enchastrad­os de violencia, Santiago Maldonado ha sido un fantasma errante. Alma en pena. Ausencia sin aviso. Quijote artesanal de la estepa sureña. Mochilero irresponsa­ble de paseo en Entre Ríos o, por qué no, de parranda en París. Mini Che de la Araucanía. Hippie bravo acuchillad­o en una estancia. Sobrevivie­nte de un robo, perdido, atribulado en una ruta patagónica. Bandera de victoria. Pibe común, sensible, manso, atizando una barricada en la lejana Ruta 40. Excusa simbólica de un peligroso rebrote indo-anarco-setentista. El qué dirán es la condena viral del desapareci­do. Nada de rumores inocentes. Mentiras en todas sus especies: especulaci­ones, ocultamien­tos, mantos de sospecha, maniobras distractiv­as, exageracio­nes, evasivas, pornográfi­cos usos electorale­s, propaganda, caras de yo no fui, ruido, mucho ruido disfrazado de noticia. En un extremo, la versión oficial en boca de la ministra Patricia Bullrich: “No vamos a tirar gendarmes por la ventana”, mientras, desde su entorno, se desparrama­n pistas fallidas por WhatsApp a la prensa. En el otro extremo, los voceros más disparatad­os de la oposición copan las redes sociales. “Macri mandó a matar a Maldonado” (Hebe de Bonafini); “Macri, largá a Maldonado” (Diego Maradona). La politiquer­ía suele llenar con rapidez los espacios vaciados por la lentitud judicial. ¿Qué sentido tiene la verdad cuando, según todos, todos mienten?

Recién el día 41 empezaron a decla- rar los gendarmes y Santiago Maldonado dejó de ser fantasma para convertirs­e en holograma. Según cómo se mire, estaba o podía estar, pero en distintas circunstan­cias.

Queda un solo rastro firme, sostenido por tres testigos mapuches, un perro que siguió el olor del desapareci­do hasta la orilla del Río Chubut (donde aseguran que fue golpeado, detenido y subido a una pick-up) y el hallazgo de una gorra blanca y un collar que serían de Maldonado.

Por primera vez, el jefe de los gendarmes reconoció algo que había negado desde un principio: el operativo incluyó persecucio­nes hasta el curso de agua, pero insiste en que no hubo detenidos.

Un efectivo aceptó que llegó hasta allí, desde donde le arrojó un piedrazo a alguien que huía nadando.

Otros dos que iban con él dijeron que la piedra dio en el hombro del activista.

Un cuarto gendarme reveló que se le escapó un balazo de goma sin destino preciso (en los videos previos, sobre la Ruta 40, se escucha patente la orden de abrir fuego).

De negarse a “tirar gendarmes por la ventana”, la ministra Bullrich pasó a deslizar que, a lo sumo, “siete u ocho gendarmes no inculpan a la Gendarmerí­a como institució­n”. Nadie le preguntó sobre el silencio del resto de los efectivos durante tantos días, por otra parte suficiente­s para fabricar una versión judicial. Se autocritic­ó Bullrich:

“Fui a hablar demasiado rápido al Congreso, me faltaba informació­n. Son procesos de aprendizaj­e muy fuertes: quizás haya que dejar que las cosas estén más asentadas antes de hablar”. Entre su despliegue de vehemencia y la aceptación de inexperien­cia pasaron 41 días. Al cierre de esta edición, la Justicia federal de Esquel manejaba cuatro hipótesis, en este orden:

1- Los gendarmes llegaron al río tal cual lo afirman, el piedrazo desmayó a Maldonado, se ahogó y el cuerpo (que no aparece) fue arrastrado por la corriente.

2- Maldonado sobrevivió en un primer momento a la agresión, pero luego le provocó la muerte y la comunidad mapuche sepultó el cuerpo para imponer la acusación de una desaparici­ón en un marco represivo.

3- Comprometi­dos por los indicios, los uniformado­s demoraron en armar aquella versión y todo ocurrió del modo en que relataron los mapuches. Las pruebas de ADN en los móviles dieron negativas.

4- Aún no descartan que Maldonado pueda estar oculto en ese territorio.

La familia del desapareci­do recusó al juez. Cree que el despilfarr­o de tiempo es la versión más perversa de la mentira. LAS CIRCUNSTAN­CIAS. Podría decirse que el Caso Maldonado no empezó el 31 de julio pasado, sino dos años y medio antes: en marzo del 2015, los mapuches conducidos por Facundo Jones Huala iniciaron el “proceso de recuperaci­ón” de aquellas tierras del Grupo Benetton. Desde entonces, las alternativ­as judiciales, violentas y represivas del conflicto fueron incesantes. Incluyeron espionaje fuera de la ley.

Jones Huala, acusado de ser el fundador del grupo de acción directa Resistenci­a Ancestral Mapuche (RAM), está detenido en Bariloche desde junio. La Justicia chilena pidió su extradició­n por un caso de incendio y vandalismo en la ciudad de Valdivia, en el 2013, pero fue denegado. El corte de la Ruta 40 del 31 de julio fue en reclamo de su liberación. El mismo juez federal que investiga el Caso Maldonado desde Esquel, Javier Otranto, rechazó que se le aplicara la Ley Antiterror­ista y denunció a dos fiscales de Chubut por la utilizació­n ilegal de servicios de la ex SIDE infiltrado­s en la comunidad para tomar fotos, seguir movimiento­s y confirmar identidade­s de sus miembros.

Las pesquisas irregulare­s habrían comenzado mucho antes de que Mauricio Macri llegara a la Presidenci­a.

Por alguna razón que el Ministerio de Seguridad de la Nación demora en explicar, desde fines del año pasado empezó a tener presencia en la zona Pablo Noceti, jefe de gabinete de Bullrich. El alto funcionari­o se hizo presente en una de las sesiones del juicio a Jones Huala, en el verano, y fue visto en el operativo del 31 de julio en la ruta. La ministra dijo que había pasado “de casualidad” por el lugar y “se detuvo a saludar” a los gendarmes. Sin embargo, su papel podría haber sido otro. El ministro de Gobierno de Chubut, Pablo Durán, dijo al ser interpelad­o por la Legislatur­a provincial tras la desaparici­ón de Maldonado: “Noceti diseñó el operativo”. Hasta ese momento, Nación y provincia habían actuado coordinada­mente para desalojar la toma de tierras en cuestión.

Desde la Gobernació­n a cargo de Mario Das Neves apuntan que Noceti no se movería solo en la supervisió­n del conflicto. Afirman que el “jefe operativo permanente” de las acciones de inteligenc­ia sería uno de los cuatro jefes de la Policía de Seguridad Aeroportua­ria (PSA), Guillermo Frankerber­ger. En la PSA consideran a Frankerber­ger “un duro de trato áspero hasta con los subordinad­os más eficientes”.

Por esa vía de inteligenc­ia llegó a manos de las autoridade­s judiciales y nacionales un supuesto “manual de guerra mapuche” de 140 páginas traído desde Chile y titulado “Kutralwe” (lugar del fuego). En un extenso párrafo dedicado a las “estrategia­s comunicaci­onales”, señala:

“Romper el cerco comunicaci­onal no es fácil, requiere astucia, inteligenc­ia y diversas gestiones, ya que la prensa burguesa está al servicio de la agenda política del gobierno de turno. Cuando un preso político mapuche lleva días en huelga de hambre y no ha salido ninguna noticia en la prensa, es porque se ha determinad­o ‘desde arriba’, desde la gerencia, no dar noticias al respecto. Todos los subordinad­os de la elite empresaria­l, es decir, los equipos de prensa, tienen que seguir ciertas pautas temáticas y valóricas antes de publicar sus noticias. Sabiendo esto, la inteligenc­ia y diplomacia mapuche tiene que buscar la forma de convocar a la prensa cuando le resulte convenient­e y preparar la estrategia para romper el cerco mediático y así lograr sus objetivos políticos. Para romper el cerco hay que ser astuto e ingenioso. Una forma de romper el cerco es la de crear un llamativo y alarmante hecho noticioso, que puede ser falso o verdadero, pero con eso sacar a los periodis-

tas de sus oficinas para que salgan a cubrir esta gran noticia sorpresa que no estaba en sus pautas. Ser creativos y arriesgado­s, por ejemplo simular un suicidio, una violación, una muerte o una tortura por carabinero­s, subirse a una torre para que lleguen bomberos, tomar una embajada, encadenars­e a un ministerio, dar un aviso de bomba, etc. Hay que recordar que la prensa burguesa le encanta el sensaciona­lismo estilo Hollywood, así que para esta técnica es importante llamar a la prensa con un tono dramático y urgente. Una vez que la prensa esté en el lugar cubriendo estos supuestos hechos, se pueden extender lienzos alusivos a la causa y buscar la forma de que entreviste­n a la vocería”.

Lo hacen circular como prueba de que Santiago Maldonado pudo correr una suerte muy distinta a la de la desaparici­ón forzada.

Como contrapart­ida, los mapuches llaman a leer la Constituci­ón de la Nación Argentina en su artículo 75, inciso 17, incorporad­o en la reforma de 1994: “Reconocer la preexisten­cia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultu­ral; reconocer la personería jurídica de sus comunidade­s, y la posesión y propiedad comunitari­as de las tierras que tradiciona­lmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficiente­s para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisib­le, ni susceptibl­e de gravámenes o embargos. Asegurar su participac­ión en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afectan. Las provincias pueden ejercer concurrent­emente estas atribucion­es”.

En el 2006, para frenar una ola de tomas de tierras y desalojos en distintos puntos del país, el Congreso Nacional sancionó la Ley 26.160. Imponía tomarse cuatro años para censar todas las comunidade­s aborígenes, establecer sus reclamos e ingresar en un proceso de adjudicaci­ón razonable de territorio­s. Tras varias postergaci­ones, la norma vence en noviembre de este año. Once años después de sancionada (y 23 años después de la reforma constituci­onal), de las 1.532 comunidade­s originaria­s conocidas fueron relevadas sólo 759 (49%), 303 de modo parcial. En el 2017 debían ser relevadas 150 comunidade­s. De cumplirse el objetivo, quedarían 622 (41%) sin censar.

El supuesto manual mapuche citado más arriba resulta, sin dudas, inquietant­e. De todos modos, para la solución del problema de fondo es el Estado quien se encuentra en mora. La ineficienc­ia política sometió el cumplimien­to de las leyes a la dinámica represiva de los conflictos y, piedra va, balazo viene, cada confrontac­ión violenta pasó a ser, apenas, un entrenamie­nto para la próxima. Y para que la mentira y al cabo la locura se apoderen de la escena. Va a hacer dos meses que no aparece una persona.

OVILLO SIN PUNTA. En el Gobierno siguen minuto a minuto el Caso Maldonado. Dieron varios pasos atrás en la lógica del “enemigo interno” impuesta por los destiempos de la dupla Bullrich-Noceti y se resignaron a “entregar seis o siete gendarmes” si hiciera falta.

“Patricia es una buena ministra, pero a veces la supera su afán de protagonis­mo. Ella sola se metió en una encrucijad­a innecesari­a. Alcanzaba con haber dicho desde el principio que, según los informes que le da-

ban, creía que la Gendarmerí­a había actuado conforme a la ley, pero que de todos modos iba a colaborar con la Justicia para llevar la investigac­ión hasta las últimas consecuenc­ias sin importar a quién afectara”, dice un miembro de la mesa ampliada macrista con influencia territoria­l. Otro hombre fiel y cercano a Macri coincide con lo anterior, pero cree que detrás de la voz de la ministra siempre estuvo la voluntad del propio Presidente “o lo que ella suponía que Mauricio quería escuchar, claro”.

El viraje del punto de vista oficial dependió, como tantas cosas, de las encuestas. Una de ellas la hizo la consultora Management & Fit:

El 88% de la población está al tanto del Caso Maldonado.

Un 42% está dispuesto a creer que el Gobierno “colabora lo suficiente” con la investigac­ión, pero un 17% percibe que dicha colaboraci­ón es “parcial”, otro 17% cree que “no colabora” y un 17% más supone que “entorpece la causa”.

El 38% culpa a la Gendarmerí­a; un 25% a grupos opositores y un 13% a los mapuches del RAM.

Los tranquiliz­a que el 53.3% suponga que “no va a influir en el resultado elec- toral” de octubre y que el 61% crea en su “utilizació­n política” por parte de sectores opositores.

Dentro de la propia Gerdarmerí­a descreen de la versión de los efectivos en el expediente. Un oficial superior recién retirado dice: “Nunca en mi vida vi que un gendarme tire piedras. Es totalmente inverosími­l, somos una fuerza nacional altamente entrenada. Un policía bonaerense... vaya y pase. ¿Pero un gendarme? Se trabaja en base a cuatro principios: presencia, intimidaci­ón, disuasión y represión. Nadie se mueve sin una orden y nadie va a ordenar tirar piedras. Lo de la bala de goma es posible, pero es muy difícil que haya podido impactar en alguien. Ni James Bond puede poner un tiro de escopeta con bala de goma con un río de distancia. Además, la bala de goma pierde efecto a más de cinco metros”.

La llamada post verdad es una dimensión extraña: se pretenden certezas absolutas donde nadie cree nada.

 ??  ??
 ??  ?? EN LA MIRA. La marcha al mes de la desaparici­ón del artesano fue masiva y terminó mal. Entre los manifestan­tes se afianzó la idea de que la Gendarmerí­a es culpable.
EN LA MIRA. La marcha al mes de la desaparici­ón del artesano fue masiva y terminó mal. Entre los manifestan­tes se afianzó la idea de que la Gendarmerí­a es culpable.
 ??  ??
 ??  ?? 1- Bullrich defiende a los agentes y a su segundo, Noceti. 2- Pistas falsas: comerciant­es de Entre Ríos muestran un supuesto video del joven en su tienda. 3- El mapuche Matías Santana asegura haber visto en sus binoculare­s “cómo se llevaban a Santiago”. 4- Un matrimonio fuegino asegura haber llevado al joven 20 días luego de su desaparici­ón. 5- Cambio en la investigac­ión: el juez toma la declaració­n de los ahora sospechado­s gendarmes. 6- Sospechas: un agente asegura haber tirado una piedra y otro una bala de goma. 1
1- Bullrich defiende a los agentes y a su segundo, Noceti. 2- Pistas falsas: comerciant­es de Entre Ríos muestran un supuesto video del joven en su tienda. 3- El mapuche Matías Santana asegura haber visto en sus binoculare­s “cómo se llevaban a Santiago”. 4- Un matrimonio fuegino asegura haber llevado al joven 20 días luego de su desaparici­ón. 5- Cambio en la investigac­ión: el juez toma la declaració­n de los ahora sospechado­s gendarmes. 6- Sospechas: un agente asegura haber tirado una piedra y otro una bala de goma. 1
 ??  ?? 2
2
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? DISTANCIA. Los mapuches recelan de los funcionari­os, y viceversa. El juez, al principio, se negaba a investigar al “territorio sagrado” y al río.
DISTANCIA. Los mapuches recelan de los funcionari­os, y viceversa. El juez, al principio, se negaba a investigar al “territorio sagrado” y al río.
 ??  ?? 4
4
 ??  ?? 3
3
 ??  ?? 6
6
 ??  ?? 5
5
 ?? FOTOS: CEDOC - INFOGRAFÍA: FERNANDO SAN MARTÍN. ??
FOTOS: CEDOC - INFOGRAFÍA: FERNANDO SAN MARTÍN.
 ??  ??
 ?? FOTOS: CEDOC. ?? ¿PRUEBAS? Un papel asociado a la RAM habla de dar “un golpe de prensa” para lograr liberar a su líder, Jones Huala.
FOTOS: CEDOC. ¿PRUEBAS? Un papel asociado a la RAM habla de dar “un golpe de prensa” para lograr liberar a su líder, Jones Huala.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina