Cuestión de ondas:
Una distinción al trabajo de cuatro décadas y a la comprobación de la teoría de Einstein.
una distinción al trabajo de cuatro décadas y a la comprobación de la teoría de Einstein.
El14
de setiembre del 2015 fue la primera vez que un grupo de científicos pudo observar ondas gravitacionales por primera vez. Habían sido predichas por Albert Einstein cien años antes, y llegaron provenientes del choque de dos agujeros negros. A las ondas les tomó 1.300 millones de años llegar al detector LIGO USA. La señal era muy débil cuando llegó a la Tierra, pero revolucionó la astrofísica.
LIGO, Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales, es un proyecto colaborativo con más de mil investigadores de más de veinte países. “Los laureados con el premio Nobel 2017, con su entusiasmo y determinación, han llevado al invaluable éxito de LIGO. Pioneros, tanto Rainer Weiss como Kip Thorne, junto con Barry Barish, el científico que lideró y llevó el proyecto a su realización final, aseguraron que el esfuerzo de cuatro décadas por fin llegada a la observación de las ondas gravitacionales”, resumió el comité que entrega los Nobel.
Ya a mediados de la década de 1970 Rainer Weiss (desde el Instituto de Tecnología de Massachusetts, MIT) había analizado cuáles podían ser las posibles fuentes de ruido de fondo que podían alterar las mediciones, y también había diseñado un detector, que consistía en un interferómetro láser. Unos años después, el físico teórico Kip Thorne comenzó a trabajar en el diseño de dispositivos similares en el Instituto de Tecnología de California. Ambos proyectos quedaron unidos en el actual LIGO, cuya construcción fue aprobada en 1990.
Las ondas gravitacionales se propagan a la velocidad de la luz, llenando el universo, tal y como Albert Einstein lo describiera en su Teoría de la Relatividad. Ella implica que algunos de los cuerpos más violentos del universo (como el caso de los agujeros negros) liberan energía en forma de ondas gravitacionales que se expanden por el espacio-tiempo a la velocidad de la luz, deformándolo como hace una piedra al caer en un estanque. Estos cuerpos están tan lejos que, al llegar a la Tierra, esas ondas serían demasiado débiles como para poder ser detectadas y por eso es que Einstein pensó que nunca serían percibidas.
Pero el proyecto LIGO utilizó un par de interferómetros láser gigantes para medir modificaciones que son miles de veces más pequeñas que el núcleo de un átomo, a medida que la onda gravitacional pasa por la Tierra.
Aunque se han empleado todo tipo de radiación electromagnética y partículas para explorar el universo, llámense rayos cósmicos o neutrinos. Pero las ondas gravitacionales son un testimonio directo de las disrupciones que se han producido en el espacio tiempo. Hasta ahora LIGO registró cuatro señales de ondas gravitacionales: la última fue apenas una semana, y habría sido generada por dos agujeros negros de unas 30 veces la masa del Sol.