Richard Thaler, Nobel de Economía:
Es el mayor impulsor de la Economía del Comportamiento, una disciplina que eleva la mirada por encima de la del libre mercado.
es el impulsor de la Economía del Comportamiento, una disciplina que eleva la mirada por encima de la del libre mercado.
Los
datos del físico argentino Martin Zimmermann eran claros: no se podía explicar el comportamiento impredecible de los mercados de valores por puro azar. Su sorpresa fue cuando sí funcionaba si a su modelo basado en sistemas dinámicos le incluía la idea del comportamiento humano: que haya noticias y líderes de opinión que provocan un comportamiento gregario, algo esencial en una gran parte de los mamíferos y por su puesto dentro de la especie humana. El paper que se divulgó en un Nature News era otra de las innumerables pruebas que vienen surgiendo aún desde las ciencias duras: en economía no se puede dejar al hombre y sus decisiones subjetivas de lado. Por su puesto, entrar dentro del hombre implica encontrarse con disciplinas como la psicología, algo que no es de buen agrado en gran parte de los Chicago Boys, aquellos apóstoles del libre mercado que han desarrollado la Teoría Económica usando matemáticas avanzadas pero donde los roles subjetivos se dejan de lado.
David. Sin embargo, en la década del 70, los rebeldes encabezados por los psicólogos israelíes Daniel Kahneman y Amos Tversky comenzaron a trazar los lineamentos de lo que luego se conocería como Economía del Comportamiento: toda una nueva disciplina que creció en forma marginal hasta 2002 cuando Kahneman fue reconocido con un Nobel. Para esas fechas ya hacía siete años que había ingresado Richard Thaler, la estrella del momento, nada más y nada menos que a la Universidad de Chicago: algo así como mojarle la oreja al Golliat de la economía mundial. En ese momento, un periodista le preguntó a Merton Miller, un referente de los Chicago Boys y también premio Nobel, por qué habían permitido su ingreso; a lo cual contestó: “Porque cada generación tiene que hacerse cargo de sus propios errores”. Pero desde su cátedra, Richard Thaler no hizo más que aumentar su influencia, y lo que era una rama secundaria y muy poco conocida pasó a crecer y consolidarse como disciplina. La
economía del comportamiento dejó de ser vista con recelo para formar parte de los cursos más demandados por los estudiantes. “Realmente no intenté convencer a nadie de los que forman el status quo. No creo que la gente cambie de opinión. Simplemente me concentré en los jóvenes en los aún no tienen su opinión formada”, señala Thaler.
LENGUAJE. Quizá el cambio del lenguaje, el agregar a las matemáticas otras disciplinas, influyó en la rápida divulgación de la Economía del Comportamiento. Dan Ariely, profesor del área en la Universidad de Duke, en Estados Unidos. lo hizo como nadie y hoy es referencia mundial del tema dentro del universo de las charlas TED (un modelo de conferencias cortas para inspirar ideas que en Argentina tiene su expresión máxima en TEDx Rio de la Plata). Una referencia en management como Dan Pink, aplicó ideas de Dan Ariely, a su vez basadas en teorías de Thaler, para diseñar un FEDx Day. Descubrieron que al contrario de lo que se intuye, la gente no trabaja mejor porque le den recompensas económicas en sus trabajos. “Eso solo sucede cuando se trata de tareas repetitivas. Pero para agregar valor e innovación no había diferencia si se daba o no la recompensa monetaria como motivación”, señala Pink. Sin embargo, si a las personas se las libera y se las deja ser protagonistas de la organización, ahí sí agregan valor. Con esta idea se hicieron los FEDx Day que son jornadas de 24 horas de innovación dentro de las organizaciones donde hay un entregable, a la manera de un paquete FEDx. “Parece algo sencillo pero tiene toda una teoría de la Economía del Comportamiento por detrás, y varios de los proyectos más famosos de Google son el resultado de FEDx days” señala Pink.
MOTORES. Los resultados de la economía del comportamiento y su aplicación a diversas situaciones que van más allá de los grandes temas económicos, han sido un motor para la evolución de la disciplina. En forma paralela se dieron dos situaciones: el desarrollo de las neurociencias que la nutren con un mayor marco teórico y la explosión de Internet con su big data asociado. Ahora hay un laboratorio formal para las disciplinas sociales del cual la economía del comportamiento puede aprovecharse para contrastar sus diversos modelos.
No todo fueron rosas para el flamante premio Nobel. Sus columnas tituladas Anomalías Journal of Economy Perspectives sembraron varias de las ideas que se desarrollaron en la disciplina aunque fueran frecuentemente objeto de burlas. Thaler si- guió publicando papers con diversos colaboradores para darle un corpus teórico y la Economía del Comportamiento no pudo dejar de ser ignorada y pasó a protagonizar las ideas de la naciente sociedad digital.
Richard Thaler. por otro lado, es un personaje carismático que no deja de tocar todos los temás en su cuenta de Twitter -como su reciente apoyo a una ONG para crear un mejor seguro de salud, el tema candente en los Estados Unidos. Su libro Nudge que escribió junto a Cass Sunstein y fue editado como “Un pequeño Empujón” por editorial Taurus, lo convirtió en best seller y llevó sus teorías a diversos ámbitos como el diseño de políticas públicas. Los autores promueven el término «paternalismo libertario»: tenemos libertad, pero el gobierno y las empresas privadas se convierten a menudo en «arquitectos de elección» porque nuestras percepciones suelen depender de cómo organizamos las diferentes opciones que se nos plantean. El mundo está lleno de estos «arquitectos» –padres, líderes religiosos, profesores, médicos...–, que influyen en nuestras elecciones y tienen la responsabilidad de darles forma mediante «empujoncitos» que no nos limitan pero que pueden compensar el error humano si son utilizados correctamente. Esa arquitectura de elección sumada a nuestro comportamiento gregario muestra la gran responsabilidad que el mundo actual le sigue otorgando a quienes ocupan el rol paternalista. Y entender cómo funciona es el gran paso que falta para lograr una nueva mirada que, cual fantasma de la Opera, nos lleve por detrás de los números y sus máscaras para llegar más allá de las verdades y de las mentiras.