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PsicoMessi:

Pasó de ser un jugador defenestra­do a ícono del patriotism­o light. La esquizofre­nia argentina que, en el fútbol, no tiene filtro.

- MARCOS TEIJEIRO mteijeiro@perfil.com @teijeiroma­rcos

el capitán de la Selección argentina pasó de ser un fracaso a un ídolo total. El

exitismo argentino como marca de nuestra idiosincra­sia. Irracional­idad y angustia. La psicología de los futbolista­s y la necesidad de ayuda profesiona­l.

infierno al cielo. La angustiosa clasificac­ión de la Selección argentina al Mundial no sólo destrozó los nervios de todos los fanáticos del fútbol que sufrieron hasta el pitazo final del referí, sino que también dejó en evidencia el exitismo nacional y el peso del aspecto psicológic­o en el deporte de elite. Porque un triunfo cambia todo y ya no importa si Lionel Messi cantó o no el himno. El pasaje a Rusia asegurado lo volvió a convertir en nuestro “Messias”. Los hasta ayer criticados se convirtier­on en héroes de la noche a la mañana y las críticas quedaron archivadas hasta una nueva derrota. El 10 argentino volvió a Barcelona como el héroe de la clasificac­ión y, además, como la máxima esperanza a la que se aferran los argentinos para volver a ser campeones del mundo en Rusia.

“La Argentina es un país muy exitista. Cuando se gana, está todo bien y cuando se pierde, todo mal”, resumía hace más de una década otro exitoso deportista nacional, el tenista David Nalbandian, cuando lo atacaban por los malos resultados en la Copa Davis y poco parece haber cambiado desde ese momento a hoy. Por el contrario, los ánimos se exacerbaro­n. Si hasta la banda irlandesa U2 debió posponer el inicio de su recital en la ciudad de La Plata para no superponer­se con la “final” que jugaba la selección en la altura de Quito. “Al final fue una fiesta completa, pero cuando arrancó ganando Ecuador éramos miles de personas calladas”, describió uno de los asistentes del show que vio el partido en la pantalla gigante. “Gracias Messi”, dijo el carismátic­o cantante Bono, alegrándos­e no sólo por Argentina, sino también porque gracias a ese resultado la gente coreó sus canciones con más energía. “Hubiera sido la muerte si quedábamos afuera”, grafica otro de los asistentes al show.

Como en pocos lugares, el humor social depende de si la pelota entra o no en el arco. Un movilero de televisión apostado en el Obelisco, apenas consumada la clasificac­ión, lo

resumió en una imagen: “La gente está muy contenta y canta por Messi, pero si se hubiera perdido estarían pidiendo la cabeza de (Jorge) Sampaoli”. En este juego de extremos es en el que los jugadores de la Selección dejaron de ser “una vergüenza” para volver a subirse al pedestal de los ídolos.

ÁNGELES O DEMONIOS. “Son jugadores profesiona­les, pero no pueden escapar de la influencia que genera el ambiente que los rodea”, explica Liliana Grabin, psicóloga fundadora de Asociación Argentina de Psicología aplicada al Deporte (ASAPAD). Para la especialis­ta, el modo en que se vive el fútbol en el país es clave para poner en evidencia la irracional­idad con la que los argentinos reaccionan ante los sucesos futbolísti­cos. “Después de que Argentina clasificó, comenzó a circular un video agradecien­do a Messi por lo que hace por la Selección y por cómo se pone el equipo al hombro. Pero eso debería haber circulado el día antes del partido. No esperar a que esté el diario del lunes para reconocer al otro. Además, si el resultado hubiera sido otro, el video no existiría”, asegura.

Así, sin términos medios, el fanático argentino no entiende de racionalid­ades. Ganar es la única alternativ­a válida. Según explicó el psicólogo deportivo Marcelo Roffé, los argentinos “confundimo­s derrota con fracaso y éxito con victoria. Y olvidamos que hay maneras de ganar y maneras de perder”. Pero al hincha eso no le importa. La sensación de fin del mundo tras el tempranero gol de Ecuador, mutó en júbilo cuando Messi dio vuelta el resultado. Una especie de “Dr. Jekyll y Mr. Hyde” pero dependiend­o de si la pelota entra o no.

“La grandeza del deporte está en la convicción de que todos tenemos que hacer algo por ganar y de acompañar a los que nos representa­n en las buenas, obvio, pero en especial, en las malas”, asegura Grabin. Sin embargo, en un país donde las muertes por la violencia en el fútbol superan las tres centenas, este tipo de reacción es imposible.

Así como Diego Maradona fue endiosado a límites inauditos, con una religión pagana que lo sigue, Messi no alcanzó ese nivel de idolatría por no poder ganar el Mundial y se le achaca “falta de compromiso” con la Selección. Sin embargo, sus tres goles y la posterior clasificac­ión hicieron que el 10 del Barcelona vuelva a ser apreciado. Un sube y baja extremo.

Para muestra, un botón: antes de que arrancara el trascenden­tal partido en Quito, durante los himnos, Messi se mantuvo cabizbajo, mirándose los pies y ni siquiera tarareó la canción patria. En las redes sociales fue atacado por esta actitud y resucitó esa acusación de “español”. El gol de Ecuador antes del primer minuto de juego sólo potenció el enojo

LILIANA GRABIN Psicóloga deportiva Él tiene que cargar con toda la responsabi­lidad. Si gana Argentina es un triunfo de la Selección y si pierde, el derrotado es Messi”. MARCELO ROFFÉ Ex psicólogo AFA Los argentinos confundimo­s derrota con fracaso y éxito con victoria. Y olvidamos que hay maneras de ganar y maneras de perder”.

virtual con el 10. Pero el devenir del partido le sonreiría al futbolista. No sólo convirtió los tres goles y fue el principal artífice del triunfo y, por ende de la esquiva clasificac­ión, sino que además se lució en un partido definitori­o, desterrand­o otra de las críticas que recibió desde que debutó en la Selección hace más de una década: ser un jugador que se borra en las difíciles. Con la victoria consumada, los mismos que despotrica­ban en las redes sociales pasaron a congratula­rlo y a vitorearlo con todos los halagos posibles. Pasó de ser un fracaso a un patriota light.

SOBRE SUS HOMBROS. “Él tiene que cargar con toda la responsabi­lidad. Si gana Argentina es un triunfo de la Selección y si pierde, el derrotado es Messi”, afirma Grabin, quien agrega: “Si uno presta atención, son varios los jugadores que no cantan el himno, pero sólo se lo critican a él y en los partidos en que Argentina no puede ganar”.

Javier Zanetti, ex capitán y jugador de la Selección nacional fue claro: “Sólo en Argentina discuten a Messi”, dijo hace un tiempo. Mientras el resto del mundo lo idolatra, en nuestro país se lo mira de reojo. Es que el actual jugador del Barcelona nunca gozó de la simpatía plena de la hinchada nacional. Siempre comparado con Maradona y con su superlativ­o nivel cuando juega para el Barcelona, la actual figura de la Selección debe cargar con el estigma de sólo ser indiscutid­o en caso de ganar un Mundial.

Para peor, las tres finales perdidas en tres años (Mundial 2014 y Copas América 2015 y 2016) sólo potencian la bronca en un país que no tolera la derrota.

Messi jugará su cuarto Mundial en 2018. Él mismo se encargó de buscarse una nueva chance de levantar la copa y dejar de ser discutido. Jorge Sampaoli dijo que el fútbol le debe un Mundial a Messi. Sólo el tiempo dirá si lo consigue, lo único seguro es que mientras use la camiseta de la selección, no podrá escapar de esa relación maniquea de amor y odio.

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FOTOS:
 ??  ?? DOS CARAS. Messi celebró la clasificac­ión para el Mundial de Rusia, de la que es responsabl­e (arr.). Tras el empate contra Perú, era todo preocupaci­ón (ab.).
DOS CARAS. Messi celebró la clasificac­ión para el Mundial de Rusia, de la que es responsabl­e (arr.). Tras el empate contra Perú, era todo preocupaci­ón (ab.).
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LA GRIETA. Las banderas demostrand­o cariño a Messi se multiplica­n en las tribunas. Pero también fue criticado.
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SOBRE SUS HOMBROS. Por calidad futbolísti­ca, trayectori­a y experienci­a, la responsabi­lidad de la Selección recae sobre el 10.
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FELIZ. Claudio “Chiqui” Tapia, actual titular de la AFA, estuvo en Quito y saludó efusivamen­te a Messi y Mascherano tras el partido.

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