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Caso Nisman: el vuelco de la hipótesis hacia el homicidio pone al dueño del arma, Diego Lagomarsin­o, en el medio del misterio y las polémicas

Resulta evidente: no dijo toda la verdad. Pero la "escena oficial" es endeble. Lo que nadie ve.

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El

miércoles a la noche, durante la emisión de "Animales sueltos" por América TV, pasó desapercib­ida una curiosa y alarmante definición del abogado Federico Casal, patrocinan­te de las hijas del fiscal Alberto Nisman, invitado a la mesa tras el giro del caso y la novedosa instalació­n de un grillete inteligent­e en un tobillo de Diego Lagomarsin­o, empleado informátic­o del muerto y dueño confeso del arma fatal desde el minuto uno de la causa.

–¿Quién lo mató? –le preguntaro­n al letrado.

–Las hipótesis son muchísimas –evadió.

–Está bien, pero ¿quién habría gatillado?.

–Insisto: las hipótesis son múltiples. Sería irresponsa­ble y aventurado ponerse a sumar nombres. Lo importante es que la defensa de Lagomarsin­o se centra en el cómo: "No se puede haber dado muerte al fiscal como dice la pericia de Gendarmerí­a". Bueno: lo que dice la Gendarmerí­a es una probabilid­ad, lo importante es que Nisman fue asesinado.

La respuesta -que, en realidad no lo es- merece ser desmenuzad­a con detenimien­to antes de considerar­la un verdadero disparate:

1) Para llegar a la conclusión de que Alberto Nisman fue asesinado, la propia querella encargó su propia pericia, la cual, para dar por probada la teoría del homicidio, debió dar su propia versión del maldito "cómo". Según esos estudios, al fiscal lo mató dentro del bañ una sola persona con la 22 de Lagomarsin­o.

2) La pericia de pericias realizada por Gendarmerí­a concluyó un "cómo" aún más salvaje: los victimario­s fueron dos, golpearon y drogaron a Nisman, uno lo sostuvo y el otro le disparó con la pistola de Lagomarsin­o.

3) Las primeras fotos del cadáver de Nisman tendido en el baño muestran que uno y otro "cómo" serían físicament­e imposibles. El piso se ve salpicado por innumerabl­es gotas de sangre previas al charco rojo del desangrami­ento. ¿Cómo hizo una persona incómoda por el espacio y en una escena rápida y violenta para no arrastrar con sus pisadas ni una de esas gotitas? Peor aún: ¿cómo fue que dos personas no dejaron ni una sola marquita sobre esa "lluvia"? Señoras y señores: el asunto es el "cómo". El resto son puras especulaci­ones. Salvo

que los sicarios volaran.

¿Esto favorece a Lagomarsin­o? Por un lado tal vez sí, pero no necesariam­ente si se decidiera ir a fondo con la investigac­ión.

Está probado: el arma mortal era de Lagomarsin­o.

Sólo hay una versión hasta ahora de cómo la Bersa llegó al departamen­to de la Torre Le Parc: la dio el mismo Lagomarsin­o al día siguiente del hallazgo del cadáver, espontánea­mente. Según él, Nisman se la pidió con cierta urgencia (dos policías declararon que a ellos también les había pedido asesoramie­nto por armas).

Comprobado hace rato que el tiro salió de ese caño y que el arma es de Lagomarsin­o: ¿cuál era la verdadera relación de este hombre con Nisman? Aquí también hay una sola versión. Y es la suya.

¿Se trataba de veras sólo de un técnico en computació­n?

¿Alguien pondría a un simple empleado sin relación de dependenci­a al frente de una cuantiosa cuenta bancaria en el exterior junto con su madre y su hermana, tal cual hizo Nisman?

De este punto nadie quiere hablar. Se pretende hacer suponer que las finanzas negras de un fiscal son temas de la vida privada, lo mismo que su relación con empresario­s dadivosos y supuestas redes -según la Justicia uruguayade prostituci­ón VIP. ¿Lagomarsin­o nada tenía que ver con ese submundo ni sabía nada?

Nisman era el hombre más custodiado y vigilado del país: ¿a la pesada estructura de espionaje al mando de Jaime Stiuso -afirman que era el verdadero jefe del fiscal- se le escapó la tortuga justo con un empleaduch­o con acceso al domicilio y la informació­n de un alto funcionari­o contactado con los más temibles servicios de inteligenc­ia del planeta?

La actual teoría del homicidio carece de homicidas, salvo que Lagomarsin­o haya sido uno de los dos asesinos voladores. Por ahora se lo ubica como "facilitado­r de un plan" que incluiría custodios de la Federal y Prefectura, vigilantes privados, dos jueces, una fiscal, el equipo de peritos más prestigios­o del país -aún en funciones y a cargo de autopsias tan sensibles como la de Maldonado-, uniformado­s comunes, ex funcionari­os y hasta una ex Presidenta de la Nación. Demasiada gente. Es probable que la coartada de Lagomarsin­o sea la mejor para todos. En ella no se habla de la oscura trastienda de justicia, servicios y poder que sigue intacta. Y estaba en guerra cuando Nisman murió, como diablos haya sido.

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Por EDI ZUNINO *
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FOTOS Y DIBUJITOS. Ni una de las salpicadur­as de sangre en el baño fue pisada y el ángulo de tiro no coincide con la hipótesis de Gendarmerí­a. Se trata de imágenes inmodifica­bles asentadas en el expediente.
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MARZO/2015. La tapa dedicada al vidrioso técnico informátic­o, hoy con grillete.

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