Política de estado
Con buen tino, el festival de jazz de la ciudad ha podido atravesar gestiones, reciclarse, rediseñarse y mostrarse cada vez más vivo.
Elfestival de jazz que produce el Ministerio de Cultura porteño, desde hace una década bajo la dirección artística del pianista Adrián Iaies, tiene una larga lista de méritos, pero uno principal: el haber sostenido un proyecto que viene de gestiones anteriores. Y aunque las gacetillas lleven a alguna confusión pretendiendo olvidar ese pasado, la que concluyó fue la edición número 16 de este encuentro que se ha terminado instalando como política cultural de Estado.
El jazz en Argentina y, sobre todo en Buenos Aires, es una curiosidad casi milagrosa. Territorio del tango, del rock “nacional” y hasta de variantes urbanas de eso que llamamos folklore, ha permitido en las últimas décadas un crecimiento, un desarrollo y una expansión sorprendentes del género afronorteamericano. Y se da la paradoja de que en nuestra ciudad resulta mucho más accesible escuchar jazz que cualquiera de las otras músicas.
En ese contexto sin du- das favorable, de mucho músico local muy bien formado y de un público que ha ido abriendo sus orejas y haciendo más numeroso, el festival ofrece una serie de variantes y opciones que no serían posibles de otro modo.
Una amplia oferta de sedes en espacios públicos y privados –incluido alguno nada convencional, como el barrio Cildáñez–, la participación de los clubes y bares que habitualmente son parte de la movida jazzera, la rotación de artistas, la feliz convivencia de distintas variantes del gé- nero, los estrenos y los encargos especiales, los cruces entre músicos argentinos e invitados extranjeros –probablemente uno de los mayores aciertos de esta gestión–, los talleres y clases, las películas, la novedad del “jazz & tonic”, la instalada y muy lógica inclusión del ciclo “Jazzología” que sostiene desde hace décadas el periodista Carlos Inzillo, la falta de prejuicio para sumar propuestas que en principio no resultan “puramente” jazzeras, son algunos de esos méritos que mencionábamos al principio.
Como es lógico, el mayor interés del público y la prensa estuvo en la presencia de figuras internacionales. Y en ese rubro, merecen ser destacadas las visitas del contrabajista Gary Peacock que abrió el festival con su Now This Trio, del pianista alemán/francés Jacky Terrason, de la baterista alemana Eva Klesse, de los pianistas norteamericanos Matthew Shipp y Marc Copland, de la pianista italiana Rita Marcotulli, del guitarrista sueco Gustav Lundgren, del baterista Joey Baron, etc. Pero hay unos cuantos créditos locales que no les van en zaga y fueron piezas destacadas en los cruces mencionados, como el baterista Fermín Merlo, los contrabajistas Juan Bayón y Arturo Puertas, los guitarristas Rodrigo Agudelo, Tomás Fraga y Rodrigo Penovi, los saxofonistas Pablo Ledesma y Andrés Hayes, el pianista Pablo Raposo y el superlativo trompetista Mariano Loiácono, entre muchísimos más.