La importancia de saber inglés
La Asociación Argentina de Cultura Inglesa cumplió 90 años. Borges, Victoria Ocampo y otras mentes brillantes que pasaron por sus aulas.
La Asociación Argentina de Cultura Inglesa festejó su cumpleaños con el recuerdo de Victoria Ocampo y Jorge Luis Borges.
Una
persona con un buen nivel de inglés puede ganar un 30 por ciento más que alguien que no posee dominio de este idioma. Para ese alguien, su crecimiento laboral tiene un techo concreto, en tanto que un bilingüe tendrá muchas más puertas abiertas a su disposición. El dato, impresionante y derivado de diversos estudios, es una de las guías que han regido la labor de la AACI, Asociación Argentina de Cultura Inglesa, que este año cumplió orgullosos 90 años de vida.
Pero aunque hoy es fácil entender que el inglés es el idioma del mundo, hace casi un siglo esa visión fue de vanguardia. Por eso no debería sorprender que entre su listado de miembros honoríficos se cuenten algunas de las mentes más brillantes del país, desde Jorge Luis Borges a Victoria Ocampo, pasando por premios Nobel como Luis Federico Leloir o Bernardo Houssay.
ENTRE TALENTO E IRONÍA. Todo comenzó en 1927, cuando Josefina Molinelli Wells, una joven profesora del Lenguas Vivas, le pidió ayuda al embajador británico Malcolm Robertson para crear una sociedad de cultura inglesa. Encantado con la idea, este se reunió “con un grupo de argentinos e ingleses de buena voluntad”, y el 10 de noviembre de ese año se eligió la Comisión Directiva. Acababan de formar la primera institución mundial de esta naturaleza. “Cuando se fundó la AACI, el inglés era importante pero no tanto. La literatura científica solía venir en alemán, y el idioma diplomático era el francés”, ilustra sobre la época Julio Curutchet, quien supo ser presidente de la institución. La tarea se inició al año siguiente en el primer piso de Charcas 556, con 115 inscriptos y cuatro cursos. Para 1929, ya eran 900.
Aún entre los vaivenes históricos a través de las guerras, los cambios y conflictos políticos, AACI continuó incrementando sus alumnos y medidas, incorporando incluso profesores nativos de Inglaterra. Aunque quizás lo más interesante sucedía con las personalidades locales involucradas. Jorge Luis Borges, por caso, fue creador y profesor de la cátedra de Literatura Inglesa, precisamente después de que Perón lo echara de su trabajo en la biblioteca municipal Miguel Cané y lo nombrara “inspector de mercados de aves de corral”. “En ese entonces el presidente de AACI era Armando Braun Menéndez, un gran historiador, y fue quien tuvo la idea de sumarlo”, relata Curutchet. Cada sábado, entonces, Borges brindaba sus “Readings in Old English Poetry” (lecturas en poesía inglesa antigua), de las que decía con gran ironía que las debía a la “cir-
Recuerdo sentarme junto a la madre de Borges y ver como todos nos íbamos cautivando por la voz de su hijo. Julio Curutchet, ex presidente de AACI.
cunstancia fortuita de que me echaran de la biblioteca y de tener que ganarme la vida de algún modo”.
Con el paso del tiempo abandonó la asiduidad de su cátedra, pero no así su participación en la asociación: fue también conferencista y miembro de la Comisión Cultural. “Cuando daba sus conferencias venía con la mamá, que era como su lazarillo”, evoca Curutchet. “Recuerdo sentarme junto a ella en primera fila y ver cómo todos nos íbamos cautivando por la voz finita pero genial de su hijo, siempre plena de un sarcasmo que no lastimaba, pero que se reía del que lo oía”.
Quien también contaba con ese humor e inteligencia finos era Victoria Ocampo, otro miembro de la Comisión Cultural (presidenta incluso) que dejó su huella. En épocas de la revista “Sur”, se involucró en este mundo inglés, dejando anécdotas para el recuerdo. Por caso, la de la vez que, como el teatro de la asociación no era lo suficientemente grande para presentar una obra y debieron pedir prestado el espacio de la iglesia Nuestra Señora del Socorro, que no permitía cobrar entrada, se ubicó ella misma en la puerta y, con una canasta, no dejaba pasar a nadie hasta que no hubiera hecho su aporte. “Tuvimos tanto éxito que fuimos a pedir presentar la obra en el Teatro San Martín. Y claro, quién le iba a cerrar la puerta a ella. Era imperativa y lograba lo que se proponía”, recuerda el ex presidente.
La misma impresión podría haberse llevado Virginia Woolf y su grupo de literatos ingleses, a quienes Victoria, de visita en Londres, solía impresionar con sus relatos sobre Sudamérica. “Les había hecho creer que acá existía una mariposa gigante, de casi
medio metro. Era fantasiosa y muy divertida, y los ingleses le creían todo sin dudar”, ríe Curutchet, quien asegura que aunque Victoria tenía más cultura francesa que inglesa, cree que vio en esta última un modo de abrir la Argentina al mundo.
DESFASADOS. Esa apertura fue precisamente el espíritu que siguió AACI. A lo largo de los años, su impronta fue emulada en distintas ciudades del interior y también en el resto del continente. La asociación misma, en tanto, cuenta con seis sedes en CABA y GBA. “Hemos sido exitosos en entender que la gente ya no viaja para buscar el colegio; ahora las madres lo quieren cerca de sus casas. Por eso hace unos años compramos una casa en Caballito, y luego en Barracas, Lomas de Zamora y Ramos Mejía. Todas desbordan de alumnos, a los que fuimos a buscar precisamente cerca de su hogar”, apunta Curutchet. Y es que un dato vital de esta institución es que apunta su enseñanza a todo tipo de alumnado, tomando entonces un rol importante en la nivelación de oportunidades.
Además de sus clases, ofrecen cursos a medida, capacitación online y certificaciones de exámenes nacionales e internacionales. “A futuro queremos apoyar y ayudar sobre todo a los sistemas públicos y en el interior, para que el nivel de inglés mejore para todos. Incluso a distancia se puede hacer muchísimo”, apunta Sonia Ruseler, directora ejecutiva, quien asegura que el dominio del idioma no sólo es un valor personal y profesional, sino además una cuestión de competitividad de país. “De acuerdo con el estudio mundial del nivel de inglés, Argentina es el mejor de América Latina. Pero hay un gran desfase, no sólo dentro de la ciudad de Buenos Aires, sino también en el interior”, apunta.
Han pasado varios años del Comité Cultural más brillante de esta institución, pero las anécdotas evocadas permiten soñar con revivir un movimiento así. “Estamos a la búsqueda de referentes contemporáneos que renueven y acerquen público joven a la institución”, comenta Curutchet. Ruseler va un paso más allá: “Yo sueño con que Elena Roger sea parte”. Si el empuje es inglés, ese idioma que mueve al mundo, la concreción no debería estar muy lejos.
Queremos apoyar y ayudar sobre todo a los sistemas públicos y en el interior, para que el nivel de inglés mejore para todos. Sonia Ruseler, directora de AACI.