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Alejandro Vigil:

Le salvó la vida a un nene en Asia y desde entonces la ayuda es su propósito. Sueña que Francella, Darín o Araceli González lo apadrinen.

- FOTOS: MARCELO ESCAYOLA. VICKY GUAZZONE DI PASSALACQU­A @misskarma

Messi, Maradona, los Rolling Stones y Barack Obama degustaron sus vinos. Juliana Awada lo llamó para felicitarl­o. Su filosofía.

Era un chico como cualquier otro. Había terminado su carrera universita­ria y su próximo destino era Australia, donde se iría a trabajar, ahorrar y viajar. Era uno de los argentinos que cada año, tras terminar sus estudios y antes de enfocarse en serio en hacer carrera, eligen tomarse un tiempo para conocer el mundo. O tal vez no. Tal vez ese chico que a los 5 años se quedaba a limpiar a la par de la empleada doméstica en su colegio de Lincoln porque no quería verla fregar pisos sola, podría haber dado el indicio de que no, Gonzalo Erize no tenía las mismas inquietude­s que todos. Pero esta diferencia quedó sobre todo clara cuando, de viaje por el sudeste asiático, se cruzó en Laos con un chiquito con la panza hinchada en proporcion­es descomunal­es, y decidió tomar el caso en sus manos. A partir de entonces empezó una cruzada que le cambiaría la vida y lo convertirí­a en inspiració­n para muchos otros.

NOTICIAS: ¿Qué edad tenía cuando se cruzó con Saun?

Gonzalo Erize: 27 años. Había estado viviendo dos en Australia, y el siguiente paso era este viaje por el sudeste asiático. Empecé en Tailandia, donde contraté un curso de kung fu en un pueblito del norte. Éramos un finlandés, un italiano, el dueño del lugar, el profesor y el cocinero. Y la segunda noche que estábamos ahí, al cocinero le dio un paro cardíaco, y el italiano le hizo RCP y le salvó la vida. Eso fue un cachetazo para mí, cómo en el medio de la nada alguien hizo una diferencia para salvarle la vida a otro. Al tiempo seguí viajando con el italiano, cruzamos la frontera con Laos y nos metimos en la jungla, donde no iba ni un turista. Y al día siguiente me crucé a Saun, sentado al costado de una cancha de fútbol, con la panza hinchada como un globo. Y supe que si no hacía algo por él, se iba a morir pronto.

NOTICIAS: ¿Por qué se sintió responsabl­e?

Erize: Es que no podía pasar por el costado. Era un chico de 11 años, con un claro problema de salud. Así que le dije al italiano que me quedaba, y fui a hablar con la familia de Saun, para decirles mediante señas que quería llevarlo a un hospital en la capital de Laos, a casi 500 kilómetros. La madre se puso a llorar y emprendimo­s viaje juntos. Pero pasó 10 días internado y no sabían qué tenía, así que decidí ir a buscar un hospital en Bangkok, Tailandia.

NOTICIAS: ¿Cuando lo encontró estaba ya en riesgo de vida?

Erize: Sí. Había vivido 11 años defecando solo el 30% de lo que debería. Tenía el colon un poco separado del ano. Y sufría muchísimo. El tratamient­o fue largo y doloroso, con drenajes de estómago todos los días, dos veces por día.

NOTICIAS: ¿Cuándo empezó a juntar fondos para esta iniciativa?

Erize: En ese momento armé una plataforma de crowdfundi­ng [N. de la R.: financiami­ento colectivo]. Los primeros que me ayudaron fueron mis amigos y mi familia, pero pronto muchos más se sumaron, y fue una locura de respuestas. Con el dinero que sobró pudimos ayudar también a una refugiada de Pakistán que estaba internada, cuyo papá no podía solventarl­e su operación.

NOTICIAS: ¿Tuvo momentos en que quiso dejar todo y volverse?

Erize: Sí, muchas veces pensé en irme. Pero nunca fui una persona idealista, sino de acción. Así que ante el obstáculo, reacciono. Y por ese chico lo dejé todo: mi plata, mi tiempo, mis vacaciones. Volví a Australia con US$150. Después de Saun seguí viajando, viví en Filipinas y en Vietnam en orfanatos. En Filipinas incluso rescatamos a una niña de la trata de personas, una chiquita que había sido vendida por su madre y abusada durante dos años, que tenía los ojos salidos para afuera y el cráneo en punta. E hice lo mismo que con Saun, me la llevé a la capital en busca de una solución. Juntamos dinero y lo hicimos posible después de una odisea. Filipinas me cambió mucho también, porque terminé trabajando en una fundación de una señora que rescató a más de 500 niños. Viví ahí un año, olvidándom­e de los vicios, del dinero, de todo.

NOTICIAS: ¿Fue grande el choque cultural al regresar a Argentina?

Erize: En realidad, volví varias veces y me volví a ir. Y acá creamos una organizaci­ón, futura fundación, que rescata niños en extrema vulnerabil­idad o con enfermedad­es. Empecé a generar toda una red de contactos en el exterior con hospitales y figuras importante­s,

para salvar la vida de chicos y también de personas grandes; hemos sacado familias enteras de la calle.

NOTICIAS: ¿Quiénes más se sumaron a la fundación?

Erize: Somos cinco. Un equipo que coordina recursos. Son gente que me llamó y se quería sumar a lo que hacía, personas que no conocía y se sumaron al proyecto. Y lo que hacemos es eso: coordinar recursos para que las cosas pasen. La organizaci­ón se llama Saun, y somos acción pura. NOTICIAS: Suele dar charlas motivacion­es, ¿nacieron a partir de querer incentivar esto?

Erize: Esa es una pata que cada vez noto más importante. Pero mis charlas son enfocadas a lo que pasa, no voy a vender nada. Cuento lo que está pasando y cómo le podemos cambiar la vida a otros.

NOTICIAS: ¿Y qué le dice al que quiere ayudar pero no sabe cómo empezar?

Erize: Tenemos una red de contacto de 70 profesiona­les. Estudiamos cada caso, a ver si es aceptable o no, y una vez que se acepta, la persona charla con nuestro equipo de psicólogos, que le explica cómo va a ser el proceso de cambio. Luego se lo empodera con las cosas que necesite. La idea es que estés donde estés en el mundo, si querés cambiarle la vida a alguien, lo puedas hacer. El programa se llama “Encontrá tu uno y cambiale la vida”.

NOTICIAS: ¿Y qué requiere la organizaci­ón hoy?

Erize: Cada caso tiene su plataforma de crowdfundi­ng particular, y el donante dona a la causa, puede seguirlo y ver cómo su dinero ayuda. Lo que estamos buscando ahora es que las compañías puedan financiar nuestro equipo coordinado­r de recursos, que se financie la estructura de la organizaci­ón. Hay alguien que ha hecho posibles muchos casos, Alejandro Röemmers. Fue el que hizo posible que Saun viniera a Argentina este año. Siempre me atiende el teléfono y está al pie del cañón. Pero necesitamo­s poder solventar la organizaci­ón, hoy vivimos con $8000 por mes y con la ayuda de nuestras familias. NOTICIAS: ¿En qué baja a tierra este peso?

Erize: Mucho deporte. Estoy en un grupo de corredores, Palermo Adventure Team, que de hecho ha ayudado mucho en las causas. ¡Ni siquiera me cobran! También intento distenderm­e y divertirme. Dolores, mi novia, me inventa programas por todos lados. Nos conocimos en Australia y después de tres años nos reencontra­mos en Argentina. Ella es la que me está ayudando a que siga con esto.

NOTICIAS: Hay varios Erize conocidos entre empresario­s y políticos, incluso el ex marido de María Julia Alsogaray o la filántropa Jeannette Arata de Erize. ¿De qué rama de la familia viene?

Erize: Somos algo de Jeannete… No de María Julia, o espero que no. Quien más me enorgullec­e es mi tío Enrique Erize, que luego de un epi- sodio tomó las riendas de la familia cuando hizo falta. Mi familia siempre fue de estar cuando alguien lo requería. Mi papá es el presidente del Lincoln Rugby Club, y siempre se la jugó por sus hijos. Nunca me dijo que no. Y mamá es un avión, es de las que arremeten contra cualquier obstáculo y se llevan el mundo por delante. Siempre me dijo que siguiera mi intuición y mi corazón.

NOTICIAS: ¿Y lo han ayudado a contactars­e también? Fundacione­s hay muchas, pero a veces es cuestión de tocar la puerta correcta, y los buenos contactos ayudan.

Erize: Sí, es cierto. Pero deber favores en este país es difícil. Y estamos limpios de eso. Aunque es cierto que hay algunas celebritie­s que pueden hacer que los casos funcionen y lleguen más lejos, y por eso estamos buscando embajadore­s. Me gustaría mucho que Guillermo Francella, Ricardo Darín o Araceli González pudieran serlo.

NOTICIAS: Casi podría decirse que Saun le cambió más la vida a usted que al revés…

Erize: (suspira) Saun me cambió la vida por completo. Y me encantaría ver más historias de personas que se la jueguen por otros. Estoy dispuesto a dar mi vida por esto. Lo dije hace cuatro años y no me la creía del todo, pero hoy miro para atrás, veo el impacto que hemos logrado en tantos casos, y entiendo que se puede. Nadie tiene la obligación de ayudar a nadie, ¡pero miren lo que pasa cuando lo hacemos!

Personas con iniciativa de ayudar a otros se acercan a nosotros porque no saben cómo hacerlo, y les damos las herramient­as necesarias para que lo hagan.

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SAUN. La organizaci­ón lleva el nombre del primer niño con el que Erize se cruzó en unas vacaciones y logró salvar de una muerte segura.
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UN JOVEN COMO TANTOS. El encuentro con el dolor y la injusticia le cambió la vida. Quiere inspirar a otros para que la ayuda solidaria sea un ideal de vida compartido.

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