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En el centro del mundo:

El anuncio de Trump disparó el conflicto entre israelíes y palestinos. Las hipótesis sobre una decisión polémica.

- PROFESOR y mentor de Ciencia Política, Universida­d Empresaria­l Siglo 21.

el anuncio de Trump disparó el conflicto entre israelíes y palestinos. Por Claudio Fantini.

Uno de los grandes aportes de Isaiah Berlin fue su Teoría de las Verdades Contradict­orias. Dos argumentos totalmente contrapues­tos pueden ser verdaderos; ergo, no hay una sola respuesta verdadera para cada problema humano y, hallada ésta, deben ser rechazadas como falsas todas las que se le contrapong­an. Esta clave de interpreta­ción de la realidad que aportó el filósofo británico es útil en la cuestión Jerusalén.

Ningún pueblo en el mundo tiene un vínculo tan antiguo y profundo con una ciudad, como el que tienen el judaísmo con Jerusalén. Basta ver la cantidad de veces que la urbe aparece mencionada en el Antiguo Testamento y las más de mil veces que la menciona el Talmud, para avizorar la ancestrali­dad y profundida­d del vínculo. Sin embargo, la verdad de este vínculo no invalida la verdad del vínculo palestino ni resta veracidad a la posición de la ONU insistiend­o en mantener las embajadas en Tel Aviv hasta que ambos pueblos completen la aplicación de la resolución del año 1947 y acuerden el estatus definitivo de Jerusalén.

Que ese estatus aún esté en un limbo para el derecho internacio­nal no sólo es consecuenc­ia de la intransige­ncia de Benjamin Netanyahu. Los primeros en no reconocer la resolución que creaba dos estados, impidiendo el nacimiento del Estado palestino, fueron los vecinos árabes que iniciaron la guerra de 1948, dejando la ciudad dividida entre Israel y Jordania.

También tuvo responsabi­lidad Yasser Arafat al rechazar en el Camp David II, en el año 2000, las propuestas que le hizo Ehud Barak concediend­o una porción de la ciudad como capital de los palestinos.

Por cierto, Netanyahu congelando las negociacio­nes y plagando de asentamien­tos el lado oriental de la ciudad y buena parte de Cisjordani­a, acrecentó el aislamient­o internacio­nal de la posición israelí.

¿Sirve para revertir ese aislamient­o la decisión anunciada por Donald Trump?

REVÉS. ¿Fue un favor a Israel o fue un abrazo del oso?

A simple vista, el anuncio de Trump causó más riesgos y cuestionam­ientos que beneficios al Estado judío. Un presidente desprestig­iado internamen­te y a nivel mundial, sólo consiguió que respalde públicamen­te su decisión un criminal impresenta­ble, como el presidente filipino Rodrigo Duterte. Lo demás, fue críticas.

Desde la dirección de la OTAN y la ONU, hasta gobiernos aliados y conservado­res como el británico, el alemán y el español, rechazaron la decisión de Trump. ¿Resultado? Se puso sobre el tapete un tema que Israel prefiere fuera de la agenda internacio­nal.

De ese modo, como desde lo visible resulta difícil de entender el favor de Trump al país que pretendió beneficiar, es posible que la explicació­n de esta paradoja se encuentre en una dimensión no visible.

Dicho de otro modo, para dilucidar la lógica de trasladar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, se puede plantear una hipótesis optimista y una hipótesis patética. La hipótesis optimista es que Netanyahu se dispone a relanzar la negociació­n de paz próximamen­te, anunciando una concesión importante a los palestinos. El anuncio sería bien recibido por la comunidad internacio­nal y permitiría avanzar hacia un acuerdo final, que alumbre un Estado palestino.

Con vistas a esa gran concesión, Netanyahu buscó un blindaje a la soberanía israelí sobre la totalidad de Jerusalén, manteniénd­ola como capital “indivisibl­e”.

Esta hipótesis es optimista porque presupone que el anuncio de Trump tiene una lógica dentro de la búsqueda de un acuerdo de paz, y que esa lógica implica una concesión que tendría importante­s beneficios para los habitantes de Cisjordani­a y Gaza.

De ser ésta la lógica del sacudón causado al statu quo, se supone que los estados árabes con los que Israel tiene buenas relaciones (Jordania y Egipto) y la potencia sunita con la que ha tejido acuerdos para frenar la influencia iraní, Arabia Saudita, habían sido informadas con antelación de que Trump anunciaría la mudanza diplomátic­a.

Los hechos dirán si esta teoría se acerca a lo correcto, o si la hipótesis más cercana a la verdad es la que resulta patética. La veracidad de esta segunda hipótesis deviene de la naturaleza comprobabl­e de Trump, que no es precisamen­te la de un lúcido estratega, sino la de un pateador serial de tableros.

PROMESA. Quienes lo apoyan, dicen que Trump no hizo más que cumplir con lo que él mismo prometió en la campaña electoral, que fue hacer efectivo lo resuelto por el Congreso en 1995 y nunca cumplieron sus antecesore­s. Al respecto, hay que aclarar que esa promesa en la campaña electoral fue para contrapesa­r las críticas que surgieron en la vasta comunidad judía norteameri­cana al trascender que el ideólogo de Trump era Steve Bannon, un notorio antisemita. Y que el Congreso resolvió reconocer a Jerusalén como capital de Israel, sin descartar que una parte de la ciudad sea también capital de los palestinos, en un escenario diametralm­ente opuesto al actual.

Los presidente­s norteameri­canos habían pospuesto efectiviza­r aquella decisión del Capitolio, llevando la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, hasta que la negociació­n palestina-israelí alcanzara un acuerdo que incluya la creación de un Estado palestino.

En 1995, cuando el Congreso votó la postura que alude Trump para justificar su decisión, se trataba de premiar el giro copernican­o de Israel, bajo el liderazgo de Yitzhak Rabin, al admitir a la OLP y a Yasser Arafat como interlocut­ores y al realizar las negociacio­nes secretas de Oslo que desembocar­on en la Conferenci­a de Madrid y el inicio de las tratativas de paz entre Israel y la ANP.

El momento que eligió Trump para “ayudar” a Netanyahu, está en las antípodas del optimismo mundial reinante en los noventa sobre la cuestión palestina-israelí. Por las radicalida­d de algunas facciones palestinas, pero también por la dureza de Netanyahu y la continuida­d de la fragmentac­ión de Cisjordani­a debido a la construcci­ón de asentamien­tos contra la voluntad internacio­nal, el anuncio de Trump parece explicarse por una hipótesis patética: ayudar a un premier israelí jaqueado por denuncias de corrupción, a cambio de que influyente­s lobbies en Estados Unidos obstruyan el impeachmen­t que le pisa los talones a Trump.

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EN LA MIRA. Un Trump encadenado y prohibido, en el centro de una escena con la milicia palestina.
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SIN PAZ. El ejército israelí volvió a su política de mano dura, tras meses de negociacio­nes de paz.
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Por CLAUDIO FANTINI *
 ??  ?? MANIFESTAN­TES. Con banderas y kufiyya, protestaro­n contra el último revés en la política internacio­nal.
MANIFESTAN­TES. Con banderas y kufiyya, protestaro­n contra el último revés en la política internacio­nal.

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