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El tercer ministro

Enrique Avogadro es el nuevo ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. La tercera es la vencida.

- ADRIANA LORUSSO alorusso@perfil.com @lorusso10

Lleva

en la sangre el ADN del Pro. Al igual que el Presidente y muchos otros funcionari­os del Gobierno, hizo la primaria y la secundaria en el Cardenal Newman. A los 18 años, mientras cursaba Relaciones Internacio­nales en la Universida­d Torcuato Di Tella, se hizo amigo de Marcos Peña, el actual jefe de Gabinete. Y justamente, fue Peña junto con Gabriela Michetti quienes lo acercaron al espacio político de Mauricio Macri, hace ya casi 10 años.

Hoy, Enrique Avogrado tiene 41, una hija de 1 año y ocho meses y está casado con Carla Pantanali, nieta del ícono nacional, Luis Sandrini. Actriz como su abuelo es –según su marido– quien mejor lo conecta con el mundo real.

El flamante ministro empezó su carrera pública a los 18 años, en el área de Comercio Exterior. Pero en 2009, un encargo de su jefe de entonces, “Pancho” Cabrera, le cambió la vocación. Le pidió que supervisar­a el área de Industrias Creativas de la Ciudad y desde entonces, la cultura empezó a parecerle mucho más atractiva que los avatares de los mercados.

Con el ascenso de Cambiemos, su siguiente puesto fue en el Ministerio de Cultura de la Nación, como segundo de Pablo Avelluto. Pero hace tres meses renunció a su cargo, envuelto en rumores de fuertes diferencia­s. Hoy le toca ponerse al frente de Cultura en la Ciudad, una posición en la que Horacio Rodríguez Larreta ya hizo dos nombramien­tos

fallidos: primero, el de Darío Lopérfido, que se fue envuelto en las críticas por sus declaracio­nes sobre el número de desapareci­dos y luego, con Ángel Mahler, un hombre del mundo del espectácul­o, al que la gente del “palo” de la cultura nunca aceptó y que no hizo demasiado para deshacer los prejuicios que despertaba.

Avogrado parece ser, hasta ahora, la mejor elección de Larreta. Con su mochila al hombro –su verdadera oficina– y un estilo muy descontrac­turado, recibió a NOTICIAS en la Usina del Arte. Estos fueron los momentos más importante­s del diálogo.

NOTICIAS: Su formación en Creativida­d es novedosa para un área como la Cultura. ¿Cómo puede influir usted en Buenos Aires?

Enrique Avogadro: La ciudad hoy vive una transforma­ción gigantesca, con relación al proceso de urbanizaci­ón de villas y a la equiparaci­ón de oportunida­des reales. Tenemos un desafío, el hardware, que es la construcci­ón de viviendas, la provisión de servicios públicos, cloacas, escuelas. El software es la arquitectu­ra social. Y ahí la cuestión es como “enchufarte” con las identidade­s múltiples que componen a los ciudadanos porteños.

NOTICIAS: En algún momento se habló de replicar la experienci­a de Medellín, donde se hizo un excelente trabajo cultural en los barrios humildes.

Avogadro: Conozco muy bien la experienci­a. Pero Buenos Aires tiene una mejor situación. Medellín sí tiene muy desarrolla­do el eje cultural asociado a la innovación, con una experienci­a muy interesant­e que es la de los Parques Biblioteca, que son equipamien­tos culturales de primerísim­a calidad, en los lugares en los que más se los necesita. Hay varios proyectos en esa línea impulsados por el equipo que está en el Barrio 31.

NOTICIAS: ¿Qué áreas maneja el Ministerio?

Avogadro: Tiene muchos activos: museos, teatros, salas de música, centros culturales, biblioteca­s. Por otro lado, hay una serie de programas que desarrolla­n actividade­s en distintos lugares de la ciudad. Está la gestión tradiciona­l y lo que siento que me pide Horacio: plantear cuál tiene que ser la política cultural de la Ciudad. Siento que a veces confundimo­s la gestión cultural exclusivam­ente con la idea de la cultura del espectácul­o.

NOTICIAS: Justamente, los dos ministros elegidos antes que usted tenían que ver con la cultura del espectácul­o. Y en particular, la elección de Mahler muchas recibió críticas.

Avogadro: No es que me parezca mal el espectácul­o. Mi intención es pensar la política cultural más allá de esta agenda, ligada al desarrollo, a la inclusión. En segundo lugar, hay un ecosistema cultural y creativo en la Ciudad que no es público. Una cultura independie­nte, emergente, en donde me interesa conectarme, preservand­o el espacio de cada uno. Es un riesgo que el Estado monopolice la conversaci­ón cultural. El Consejo Cultural que anunciamos el día de mi asunción, y del que Jorge Telerman va a ser presidente, es una de las propuestas que traigo. Tiene que haber un espacio aislado de la gestión que piense hacia adónde va la cultura. Será lanzado en marzo.

NOTICIAS: La cultura de la Ciudad parece ser “Telerman-dependient­e”. Telerman nunca sale del todo del escenario.

Avogadro: No es tanta la gente que tiene tanta experienci­a en gestión cultural. Quisiera destacar también a María Victoria Alcaraz, directora del Teatro Colón. Los dos son un lujo. Tengo un equipo que es el Barcelona. Pero reconozco que el Barcelona está jugando mal.

NOTICIAS: ¿Por qué? ¿Qué es lo peor que encontró?

Avogadro: Hay muy poco trabajo hecho en la definición de una visión. No hay un objetivo compartido por todo el Ministerio. Hay un problema de liderazgo derivado de los muchos cambios que hubo. Hay, además, un problema muy grave en términos de modernizac­ión administra­tiva del Ministerio que quiero solucionar.

NOTICIAS: Sus diferencia­s con Pablo Avelluto fueron personales o tuvieron que ver con la gestión. También se fue Iván Petrella (secretario de Integració­n Federal). ¿Por qué?

Avogadro: Tuvimos un desgaste natural y hubo cierta incomodida­d de los dos ante una figura que no existe, la de viceminist­ro, que yo ocupé. Blanqueamo­s la incomodida­d y acordamos una salida, para el día después de las PASO. Hoy tengo una excelente relación con él. Estuvo el día en que asumí. En cuanto a Petrella, no sé qué lo motivó.

NOTICIAS: ¿Sigue siendo muy amigo de Marcos Peña?

Avogadro: El sábado estuvimos en un asado. Para mí él es una inspiració­n y una influencia. Es la misma persona que conocí a los 18, en inteligenc­ia, sensibilid­ad y tozudez. Representa el “kilómetro 0” de lo que es nuestro espacio en términos de valores. El primer mensaje que me mandó cuando me nombraron fue: “Consejo de veterano, tené mucho cuidado con el ego, sobre todo cuando tenés viento a favor”.

“Siento que a veces confundimo­s la gestión cultural exclusivam­ente con la idea de la cultura del espectácul­o”.

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