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Por qué tanta reforma

En el Gobierno admiten que buscan ordenar las cuentas públicas. En la academia dudan de que consiga apuntar al crecimient­o.

- ALEJANDRO REBOSSIO arebossio@perfil.com @ale_rebossio

La

reforma previsiona­l fue la más peleada, pero Mauricio Macri logró también en estas últimas semanas que el Congreso le aprobara la tributaria, el pacto fiscal y la ley de responsabi­lidad fiscal con las provincias y el presupuest­o 2018. La laboral se discutirá en marzo próximo.

En el Gobierno admiten: “Con las reformas queremos ahorrar la mayor cantidad de guita posible para reducir el déficit fiscal porque el déficit actual es insostenib­le a largo plazo”. A eso apunta también la reducción del personal estatal de estos días. “Ahora puede que estés cagando un poco a los jubilados, pero a largo plazo se van a beneficiar”, argumentan en el gabinete. La reforma laboral también apuntaría a mejorar las cuentas: “Traerá inversión y esta mejora la recaudació­n (tributaria)”.

Pero en el PRO suenan por lo bajo voces de alerta: “En el Gobierno dicen que están en plenas reformas, pero el mercado no lo ve. En el Gobierno dicen que con esto llegan a 2019, pero en el mercado no, por los déficits gemelos, fiscal y de cuenta corriente (que abarca fundamenta­lmente la balanza comercial de bienes y servicios). Bajaste gasto primario (antes del pago de intereses) aumentándo­les tarifas a familias y empresas, pero subiste el pago de intereses de la deuda y tenés que endeudarte más. El Gobierno prevé que el mundo le va a prestar,

pero con la reforma tributaria de (Donald) Trump habrá repatriaci­ón de capitales hacia Estados Unidos y va a crecer la tasa para los mercados emergentes. El Gobierno cree que está sentando las bases para atraer inversione­s directas (reales), pero los PPP (proyectos público-privados) no arracan. Lo que tenés es una inversión fenomenal en obra pública. Vas a un crecimient­o del 3% en 2018, pero para licuar el déficit con más recaudació­n y sin tocar más gasto necesitás crecer al 5% o 6%”.

Macri es quien más presiona por podar erogacione­s, pero su jefe de Gabinete, Marcos Peña, le explica razones políticas para seguir con el gradualism­o que hasta ahora ha conquistad­o al electorado y a los mercados de deuda. Los vicejefes de Gabinete, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, bajan las órdenes a los ministros. Entre estos, el de Modernizac­ión, Andrés Ibarra, es uno de los ansiosos por que se vean cuanto antes los resultados de las reformas.

VOCES. ¿Qué opinan los economista­s fuera del Gobierno? En noviembre pasado, el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegg­er, acusó a los académicos de la Asociación Argentina de Economía Política (AAEP) de evadir los debates de coyuntura. Pero el presidente de la AAEP, Fernando Navajas, que también es economista jefe de la Fundación de Investigac­iones Económicas Latinoa- mericanas (FIEL), opina de las reformas: “Habrá que ver su impacto en la inversión, sobre todo en extranjera directa, y en capacidad de colocación de deuda externa. Tenemos dificultad­es de sostenibil­idad externa, que es parienta de la sostenibil­idad fiscal. Necesitamo­s inyeccione­s cuantiosas de inversione­s financiera­s y reales para que aumente el crecimient­o. Si esto se empantana, se complicará en el frente externo”.

“Las reformas no son grandes y además en el pasado hemos aprendido a que te ayudan a ordenar la economía, pero no son disparador­es de crecimient­o”, recuerda el economista de FIEL, el think tank que llegó al Ministerio de Economía con Ricardo López Murphy en 2001 y duró allí sólo dos semanas por la oposición al ajuste que proponía. “Se sobrevendi­eron estas reformas como cruciales para el crecimient­o, pero este depende de las exportacio­nes, que serían relativame­nte beneficiad­as. Hay dos doctrinas de las reformas: las del ajuste del cinturón ahora mismo, que se hizo en marzo de 2001 pero te fuiste a las dos semanas; y las reformas como las que hizo el mundo desarrolla­do tras la crisis de 2008, que lograron que los gobiernos accedieran a financiami­ento pero tuvieron efectos de mediano y largo plazo. Pero el Gobierno no hizo ni una ni la otra. Con lo que pasó en la calle por la reforma previsiona­l, la discusión entre shock o gradualism­o quedó zanjada. El Gobierno quiere evitar el shock, pero agarró una reforma estructura­l, la previsiona­l, para hacer caja y cerrar una reforma política (devolver a la provincia de Buenos Aires el Fondo del Conurbano sin perjudicar a las demás). Debe estar contento porque le dio más capacidad de financiami­ento, control político y posibilida­d de mostrar que hace cosas, pero la inversión dependerá de la reelección en 2019”, opina Navajas.

Otro economista de la academia, Daniel Heymann, profesor de las universida­des de Buenos Aires (UBA) y San Andrés, razona que “con las reformas el Gobierno busca reducir presión impositiva sobre la actividad productiva y el reordenami­ento de las finanzas públicas, y algún efecto puede que tengan”. En cuanto a la reforma previsiona­l, “es un intento de ahorrar gasto público manteniend­o el valor real de las jubilacion­es, pero el cambio ha dado lugar a una controvers­ia legítima y justa”.

Pero más allá de las reformas, Heymann advierte en consonanci­a con Navajas: “El Gobierno busca ahorrar para bajar la carga tributaria en relación con el PBI, pero para que el

PBI crezca hay que aumentar las exportacio­nes. El atraso cambiario en algún momento se manifiesta en restricció­n externa (escasez de divisas). Lo que más me preocupa es el déficit de cuenta corriente: es un problema de primera magnitud en la historia argentina. Lo que restringe el crecimient­o es que el país se quede sin divisas”. El déficit comercial batirá un récord en 2017 y se compensará con deuda externa. “Este esquema tiene limitacion­es. Es factible algunos años, pero más allá se vuelve difícil. Hay que mirar a tres o cuatro años”, concluye Heymann.

El decano de la Escuela de Gobierno de la Universida­d Torcuato Di Tella, Eduardo Levy Yeyati, dirige el programa gubernamen­tal Argentina 2030 y es más optimista: “Las reformas tienen varios objetivos. Uno es cumplir la meta de reducción del déficit fiscal primario. Si no la cumplís, tendrás un impacto en el financiami­ento del déficit y de las inversione­s. El segundo es dar los primeros pasos hacia un nuevo esquema tributario que cargue menos a las empresas y más a las personas, como en los países avanzados. Estas reformas no son las últimas que se harán sino que dibujan un camino. Van a ser necesarias varias de estas”.

Levy Yeyati opina que se cumplirá con la meta de déficit fiscal de 2018. “Ahora los mercados están más tranquilos al respecto”, acota. “Pero el impacto en la inversión está por verse. Las reformas tardarán en entrar en efecto. La inversión está creciendo a cerca de los niveles máximos de los últimos años, pero dependen de la estabilida­d, la rentabilid­ad, de más reformas y de que no estemos condenados a la apreciació­n cambiaria en los próximos años”, cierra el directivo de la Di Tella.

Un vocal de la AAEP, Ramiro Albrieu, investigad­or del Centro de Estudios Estado y Sociedad (CE- DES) y profesor de la UBA, califica de “correcta la lista de temas de las reformas”. Elogia que comiencen a discutirse asuntos que van más allá de un período de gobierno. “Pero hay que ver en qué medida desatan los nudos que hay en lo previsiona­l, lo tributario y lo laboral, y qué temas clave para crecer a largo plazo están excluidos de la lista”, señala.

PACTO. “Para hacer reformas estructura­les hay que hacer un proceso de discusión dolorosa pero con pacto con todos los involucrad­os, con chequeo de costos y beneficios”, agrega Albrieu. “Pero estas reformas apuntan a los márgenes, no a los cuellos de botella. No creo que se logren los cambios esperados. Por ejemplo, con rebajas de aportes no se logró bajar el empleo en negro en el pasado. Se dice que se apunta a la competitiv­idad, pero falta un plan de competitiv­idad”, lamenta el economista.

Otro vocal de la AAEP y profesor de la UBA, el radical Adrián Ramos, observa que “las reformas buscan establecer una nueva relación entre Nación y provincias a partir de ordenar las cuentas fiscales mutuas, y establecer condiciona­mientos fiscales a todos los sectores en forma gradual y a mediano plazo”. Confía en que el primer objetivo se logre, pero aclara: “En principio ordena un poco el camino para los próximos dos o tres años. Pero la reforma previsiona­l ni se empezó a discutir y la evolución de la economía dependerá de otras variables: rentabilid­ad, inversión y exportació­n, que a su vez dependen de condicione­s externas e internas, como la mejora de la infraestru­ctura y que no se aprecie más el tipo de cambio”. Palabras de la academia.

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FOTOS: CEDOC. INFOGRAFÍA: FERNANDO SAN MARTÍN.
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MENTORES. Las reformas fueron impulsadas por Macri, de brindis por las fiestas, y por el trío de la Jefatura de Gabinete: Lopetegui, Peña y Quintana.
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