El miedo como arma política:
Por qué un crimen privado puede revelar las tensiones de una sociedad. El historiador Ivan Jablonka lo explica a NOTICIAS.
por qué un crimen privado puede revelar las tensiones de una sociedad. El historiador Iván Jablonkja lo explica a NOTICIAS.
Laëtitia
Perrais era una camarera de 18 años que vivía junto a su hermana melliza con una familia de guarda, en una pequeña ciudad balnearia cercana a Nantes, sobre el Atlántico francés. En la noche del 18 al 19 de enero de 2011, desapareció camino a su casa. Pocos días después, a pesar de que su asesino se negó a decir qué había hecho con ella, su cuerpo descuartizado se encontró en dos estanques de la zona. El “caso Laëtitia” se convirtió en una cuestión de estado: los medios de Francia le dedicaron centenares de páginas y shows en el “prime time”, el presidente Nicolás Sarkozy encontró un argumento para arremeter contra la justicia francesa que tenía en la mira, el sistema judicial reaccionó declarando una huelga.
Pero el crimen contra la adolescente hubiera sido un caso de femicidio más, desvanecido en el trajín de la actualidad, sin el historiador Ivan Jablonka, que en su libro “Laëtitia o el fin de los hombres” -que acaba de publicarse en la Argentina bajo los sellos Anagrama/Del Zorzal- reconstruye en detalle no solo el asesinato sino la vida misma de Laëtitia, la sociedad que dió contexto al crimen y la cadena de injusticias que permitieron que se convirtiera en víctima desde su primera infancia: las hermanas Perrais pasaron de una familia violenta a un hogar de niños, y de ahí a una familia de guarda donde se revelarían luego abusos sexuales.
Jablonka, de 44 años, es doctor en Historia por la Sorbona y profesor universitario. También es uno de los intelectuales más reconocidos de Francia, por sus libros donde convergen la literatura, la no ficción y las ciencias sociales, como “Historia de los abuelos que no tuve” (premio Guizot de la Academia Francesa, publicado aquí por Del Zorzal), donde siguió el rastro de la vida y la muerte de sus abuelos, asesinados en Auschwitz, desde una doble entrada: como nieto y como académico, combinando una prosa sensible y potente con el método y los recursos de su profesión.
Con “Laëtitia…”, que ganó el premio Le Monde y el Médicis, entre otros, retoma la ambición de reconstruir una vida anónima a merced de las atrocidades de su tiempo, en este caso la violencia contra niños y mujeres, además de trazar un ensayo sobre la justicia, la utilización política del crimen y el sistema carcelario moderno (“esa incubadora de rabia”) que recuerda las tesis más brillantes de pensadores como Michel Foucault. “Sueño a Laëtitia como si estuviera ausente, retirada en un lugar que
“En una sociedad sacudida por todo tipo de convulsiones, un caso criminal revela 'movimientos tectónicos' sociales”