EL PAPA Y LA COMUNICACIÓN
Tomo como punto de partida a Mons. Bergoglio en Buenos Aires. Poco antes de asumir como arzobispo, me invitó a cenar afuera (gesto poco usual en él) y me manifestó que no sabía cómo encarar el tema de los medios, “Invéntame algo” me dio por única consigna y fue así como diseñé la oficina de prensa. La idea fue no exponerlo en forma directa, sólo lo hacía en sus alocuciones públicas y el que salía a hablar con la prensa después era yo.
Cuando llegó al papado era poco conocido, aún aquí. Él decidió comunicar en forma directa, dio entrevistas y cada gesto suyo era amplificado. Contestaba cartas que le escribían y hablaba por teléfono con distintas personas, que después hacían públicas llamadas privadas. Comenzó en Roma el desfile de argentinos, para lo cual abrió el famoso corralito en la Plaza de San Pedro y ahí los saludaba personalmente. Sin saber distinguir entre audiencia privada; los oportunistas de turno daban su discurso: “el Papa me dijo….” Francisco confesó una vez y me lo reafirmó en privado: “Me he sentido usado muchas vece. No puedo salir a desmentir todo el tiempo después de cada audiencia que tengo”.En Bs. As. cuando un político pedía de verlo le preguntábamos si quería audiencia privada, sin divulgar su contenido. Si decía que sí; lo recibía solo. Si pensaba hacer declaraciones, yo participaba de la reunión para poder aseverar o contradecir la versión de sus dichos. Creo que la intención del Papa ha sido recta, las consecuencias dañinas: demasiados voceros extraoficiales hablando en su nombre, una versión criolla del Observatore Romano que acaba de dejarse de publicar y su vocero oficial que manda un saludo en inglés al pueblo argentino y una demasiado postergada visita a su país natal. Urge corregir las vías locales de comunicación.