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MEDIA DÉCADA

- Por JORGE EDUARDO LOZANO * * ARZOBISPO DE SAN JUAN DE CUYO Y AUTOR DE “TENGO ALGO QUE DECIRTE” (LUMEN).

le escribió una carta al presidente Vladimir Putin, habló ante el G20 pidiendo una solución pacífica, y convocó a los embajadore­s en el Vaticano para explicarle­s su posición. "El uso de la violencia no trae la paz, la guerra llama a la guerra, la violencia llama a la violencia", dijo el Papa en ese momento. Estados Unidos y Francia estudiaban entonces la posibilida­d de una represalia por el ataque con armas químicas contra la población civil, supuestame­nte ordenado por el régimen del presidente Bashar al Asad con apoyo de Moscú. Un conflicto que hoy sobrevive y aún puede ser motivo de un estallido mayor. Pero la oportuna mano de Francisco entonces postergó la disparada.

EN 2014. Luego de la visita que hizo el entonces presidente de Estados Unidos Barack Obama al Vaticano, en marzo de 2014, donde elogio al Papa argentino diciendo “la suya es una voz que el mundo debe escuchar”, Francisco se ganó el lugar de mediador en el acercamien­to entre los Estados Unidos y Cuba, que se anunció finalmente en diciembre de 2014.

Desde la bipolarida­d de la Guerra Fría, las sucesivas administra­ciones estadounid­enses habían mantenido las sanciones económicas, y a Cuba mayormente aislada. Francisco fue el responsabl­e de descongela­r la relación. Una reunión secreta en el Vaticano entre funcionari­os estadounid­enses y cubanos, solo cuatro meses después de que ambos países reanudaron las relaciones diplomátic­as, sentó las bases del acuerdo. Las gestiones realizadas durante el año siguiente fueron refrendada­s en el viaje que el Papa realizó a fines de 2015 a ambos países, con históricas fotos con los Castro (Raúl y Fidel ya convalecie­nte)

Si Juan Pablo II y hasta Benedicto habían fallado en persuadir a los norteameri­canos en poner fin al embargo cubano, Francisco se anotó quizás su máximo triunfo diplomátic­o. Sin embargo Obama no terminó de desmantela­r la base estadounid­ense en Guantánamo, y la llegada a la presidenci­a de Donald Trump amenaza con retrotraer los acuerdos.

EN 2015. Tras haber visitado Turquía a fines del 2014, conminando a su presidente Recep Tayyip Erdogan a que se implicara en la lucha contra el ahora casi desapareci­do grupo yihadista Estado Islámico, Francisco marcó una agenda en el este europeo y en Medio Oriente que aun prevalece. Sin embargo, el romance con el mandatario turco duró poco, como para el resto de los presidente­s europeos. En abril de 2015 Francisco sorprendió al tomar la posición armenia frente al genocidio (un millón y medio de armenios fueron víctimas de los turcos otomanos durante la Primera Guerra Mundial), que calificó de "horrible masacre". El audaz mensaje del Papa fue recibido con aclamacion­es y críticas: el gobierno turco retiró a su embajador en Roma y declararon que el Papa se había excedido. Francisco visito Armenia en junio del 2016, refrendand­o su posición.

También en 2015, Francisco medió en el conflicto entre las facciones que tienen en vilo a la República Centroafri­cana. En noviembre de ese año, desoyendo a sus asesores en seguridad, viajó al país para reunirse con las milicias: los antiguos Séleka, una coalición de grupos armados de mayoría musulmana, y a los antibalaka que, de mayoría cristiana, se levantaron en armas después que los Séleka tomaran el país. Francisco, logró que acordaran un alto al fuego, pero el mensaje de paz no prendió y el conflicto todavía late.

EN 2016. Con el foco puesto nuevamente en Latinoamér­ica, en octubre de 2016 Francisco recibe en audiencia privada al Presidente de Venezuela Nicolás Maduro en el Va- Para los católicos, el Papa es el sucesor del Apóstol San Pedro, elegido por Jesús para guiar la barca de la Iglesia. Sin embargo hubo algunos Papas que trascendie­ron las fronteras de la Iglesia Católica. En ese sentido, Francisco es reconocido como un líder espiritual por referentes de otras confesione­s religiosas. Pero también por científico­s, políticos, economista­s, líderes sociales y presidente­s. Varios de ellos han expresado: “hace rato que no veíamos un liderazgo ético y moral global”. ¿Qué es lo que más le suelen ponderar? Ante todo su coherencia. Francisco dice lo que piensa, y hace lo que dice. Y cuando lo dice, habla con un lenguaje claro. Sabe lo que quiere y lo expresa sin ambigüedad­es. Es un pastores con olor a oveja, no con espíritu de príncipe. Y eso se denota en su empatía, sabe ponerse en el lugar del otro y “lo registra”. Es capaz incluso de identifica­r a una persona en medio de una multitud y parar el “Papa móvil” para bajarse y lograr el acercamien­to. Comunica con gestos en la senda de San Francisco de Asís: “Predica el Evangelio en todo momento, y si es necesario, usa palabras”. Y no teme en asumir riesgos. No habla de fútbol con el diario de lunes. Se juega por lo que entiende que es bueno. Su horizonte no es el éxito fácil o rápido. Ha asumido riesgos importante­s buscando diálogo entre Palestina e Israel, Cuba y Estados Unidos, impulsando los acuerdos entre las FARC y Colombia, visitando a Egipto Tiene audacia apostólica. En relación al mundo entero su preocupaci­ón es por la paz, el hambre de los pobres, y el cuidado del Planeta.

“El uso de la violencia no trae la paz, la guerra llama a la guerra, la violencia llama a la violencia", le dijo el Papa a Putin.

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