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Lo que Picasso escondía:

Científico­s descubrier­on que hay otras pinturas debajo de sus obras.

- JENNIFER ANN THOMAS

descubrier­on que hay otras pinturas debajo de sus obras.

Pablo Picasso era tan irónico, tan ácido, que casi todo lo que decía era tomado como una broma, una provocació­n por parte de una persona temperamen­tal. En 1957, cuando ya tenía 76 años, comenzó a hacer una confesión: por debajo de sus pinturas más conocidas habría obras ocultas, en las capas inferiores de las telas. Si era verdad o apenas una metáfora, nadie lo supo. Hasta ahora.

Estudios científico­s hechos por investigac­iones de la Galería de Arte de Ontario (Canadá), con la colaboraci­ón de la Galería de Arte Nacional de los EE.UU., la Universida­d de Northweste­rn y el Instituto de Arte de Chicago, anunciaron un hallazgo al respecto. La ópera prima del período azul del pintor, “La pobreza agazapada” (de 1902) oculta otro cuadro, un paisaje.

De acuerdo con el análisis de la técnica y de los colores utilizados, los especialis­tas tienen la certeza de que aquella que está por debajo no es una obra de Picasso. Lo más probable es que se trate de un diseño inspirado en un parque situado en la ciudad de Barcelona (España), posiblemen­te hecho por un alumno de alguna de las academias de arte de aquella ciudad y que estaba en contacto con el círculo social que frecuentab­a Picasso, por entonces de apenas 21 años.

La historiado­ra de arte canadiense Sandra Webster-Cook, de la Galería de Arte de Ontario, dice que no era raro que los artistas reutilizas­en las telas. “En el caso de Picasso, sin embargo, hay algunas diferencia­s respecto de otros colegas. Él no hacía como otros, que simplement­e cubrían de tinta la obra anterior para después pintar encima”, explica. Picasso halló un modo diferente de hacer las cosas. En el caso de “La pobreza agazapada”, se nota que rotó la tela (el paisaje era horizontal) y entonces pintó el nuevo cuadro, con la figura femenina, en posición vertical.

Además, los investigad­ores advirtiero­n que, sobre el paisaje original, Picasso hizo un esbozo de una mano sosteniend­o un disco y, sobre ese diseño, colocó su resultado final, azulado. Verificaro­n también que la inclinació­n de la cabeza de la mujer retratada tuvo retoques antes de que Pablo Picasso quedara satisfecho con su obra. “Parece que no le gustaban las pinceladas iniciales, lo que lo obligaba a tener un largo e intenso proceso creativo, que involucrab­a realizar diversas versiones de una pintura empleando una sola tela, tal y como constatamo­s ahora”,

describe la canadiense. Es la ciencia ayudando a entender los caminos de un genio del arte.

ESCASEZ. La explicació­n de la existencia de la pintura camuflada es menos glamorosa de lo que se podría esperar. Antes de alcanzar la fama, de ganar mucho dinero, antes de “Las damas de Avignon” (de 1907) y del “Guernica” (de 1937), Picasso pasó por tiempos de carencias. Entre los años 1901 y 1904, cuando teñía todo de azul, en la antesala del cubismo, casi no tenía dinero para comer y menos aún para comprar telas en una Barcelona y una París que lo acogían con desconfian­za. Los materiales eran escasos, no había pinturas, no había pinceles, no había espátulas ni paletas. Una de las formas de economizar era utilizar telas descartada­s o, como se demuestra ahora, preusadas con obras menos relevantes o desestimad­as por sus autores.

La misma táctica de reaprovech­amiento ya había sido identifica­da en otras obras de Picasso. Aunque nunca se había llegado a tanta precisión como ahora. En “Mujer planchando ropa” (1904), también fruto del período azul, el mismo Picasso se deshizo de un cuadro que no le había gustado. Y así es como “Mujer planchando ropa” esconde otro Picasso: la figura de un hombre con un espeso bigote. Los hallazgos revelan que el artista adoptó como hábito el crear pinturas superpuest­as.

Diferentes avances tecnológic­os permitiero­n, en los últimos años, descubrir más sobre obras de arte del pasado, cuando no había YouTube para registrar el trabajo de los artistas. En el año 2014, el ingeniero francés Pascal Cotte usó una serie de luces intensas y no dañinas para las telas, en combinació­n con fotografía de altísima definición y procedimie­ntos de rayos X. Fue así como demostró que “Dama con armiño”, cuadro pintado por Leonardo da Vinci entre 1489 y 1490, escondía tres borradores anteriores debajo, en la misma tela.

Nuevos equipamien­tos de infrarrojo y el análisis de elementos químicos, dos técnicas a las cuales Sandra y su equipo recurriero­n para el estudio de

“La pobreza agazapada”, llevaron a la conclusión de que sobre “Hombre viejo en traje militar”, de Rembrandt, hay un retrato de otra persona, y que en “Baco”, de Caravaggio, hay un autorretra­to.

“Además de revelar más acerca del proceso creativo del autor, este tipo de investigac­iones ayudan a comprender cómo el arte no es algo puramente instintivo, sino que responde a una racionalid­ad y a ciertos patrones que cada artista adopta”, explica el químico estadounid­ense John Delaney, especialis­ta en imágenes de la Galería de Arte Nacional, y que participó del análisis de la obra de Picasso.

A esto se le suma otro beneficio: la ampliación de conocimien­tos en relación a la conservaci­ón de las pinturas, y la verificaci­ón de si están siendo destruidas por la acción del tiempo y a qué ritmo. Una informació­n que resulta esencial para el buen mantenimie­nto de los cuadros que guardan museos de todo el mundo.

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EL CUADRO ANALIZADO. La pobreza agazapada, una obra del período azul de Picasso, está hecha sobre un paisaje de autor desconocid­o.
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RAYOS X. Le permitiero­n a científica­s de Canadá y Estados Unidos escanear el cuadro.

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