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Del ciudadano al usuario:

El escándalo de la red social confirma la nueva era en la historia de la manipulaci­ón.

- PROFESOR y mentor de Ciencia Política, Universida­d Empresaria­l Siglo 21.

el escándalo de la red social confirma la nueva era de la manipulaci­ón. Por Claudio Fantini.

El

ágora de este tiempo está en las redes sociales. El escándalo por las filtracion­es de la red social Facebook revela que, en las democracia­s occidental­es del siglo XXI, el “ciudadano” está dando paso al “usuario”.

En esta nueva era, la política ya no se piensa en términos de burguesía, campesinad­o o proletaria­do. Tampoco en términos ideológico­s. La política se piensa en términos de usuarios. La mayoría de los usuarios habita en aldeas con identifica­ción tribal. La política consiste, cada vez más, en identifica­r esas tribus y, dentro de ellas, identifica­r a cada miembro, o sea a cada usuario. Una vez identifica­do, se puede compaginar la “psicografí­a” que permita elaborar propaganda política hecha a la medida de sus gustos, sus filias y sus fobias.

En las redes sociales, la personalid­ad de cada usuario se exhibe como en un reality show. Además de sus semejantes y de legiones de curiosos, que también son usuarios, hay observador­es expertos en manipulaci­ón psicológic­a. Ellos hacen de cada aldea tribal, el coto de caza de los rasgos que permitirán el diseño psicográfi­co para calibrar la propaganda personaliz­ada.

Ese nivel de manipulaci­ón ya era conocido por algunos y fácil de suponer para la mayoría. Pero la filtración masiva de datos personales extraídos de Facebook y utilizados para la manipulaci­ón propagandí­stica en favor de Donald Trump, se ha convertido en el aviso más claro y elocuente del rasgo de este tiempo. La muestra más oscura de lo que implica el paso de ciudadano a usuario, que también es el paso del habitante de un país y miembro de un determinad­o círculo social, a habitante de una aldea en la web y miembro de una tribu.

En esa dimensión se explican dos de los fenómenos políticos más gravitante­s de esta era política: la “grieta” que divide sociedades supurando odio político, y la propaganda personaliz­ada que posibilita la dominación por “identifica­ción”.

ARMANDO EL RELATO. En la historia de la propaganda política, pueden distinguir­se tres etapas. La propaganda al servicio del poder religioso implicaba una manipulaci­ón por “intimidaci­ón” de los fieles.

La monumental­idad de los templos, la grandilocu­encia de las vestimenta­s sacerdotal­es y los misterios de las liturgias, intimidaba­n al fiel haciéndolo sentir pequeño ante la supuesta manifestac­ión divina en la dimensión terrenal. Como repre-

sentante de la deidad, el sacerdote se colocaba por encima del rebaño humano.

Así como las ideologías dogmáticas surgidas con la Revolución Francesa y el iluminismo fueron la continuida­d de la religión por otros medios, el paso del poder de los sacerdotes al poder de los monarcas mantuvo similitude­s fundamenta­les. La manipulaci­ón propagandí­stica siguió dándose a través de la intimidaci­ón. Y el lenguaje de esa propaganda para establecer dominación sobre el vulgo, siguió valiéndose de la monumental­idad y la grandilocu­encia.

Los monumental­es palacios, los ornamentad­os carruajes, los trajes recargados de los reyes y los nobles, más la pompa de las fiestas y los actos de la realeza, constituía­n el lenguaje de un poder intimidant­e que a los súbditos les imponía reverencia.

Religión y realeza manipulan intimidand­o desde una supuesta dimensión superior que manifiesta la “superiorid­ad” desde la imponencia las formas.

En el siglo XX, las ideologías y las nuevas modalidade­s de liderazgo reemplazan al fiel y al súbdito por la multitud. Es la era del “ciudadano” de las democracia­s, pero también del “hombre masa”. La liturgia del líder intimidaba a través de la multitud.

Hasta la segunda mitad del siglo XX, los actos multitudin­arios generaban en el individuo la sensación de que, si se está fuera de la masa que celebra y ovaciona, se está fuera de la historia, ergo, en el error y la intemperie. La multitud, las banderas, los cánticos, las ovaciones y otros rasgos de las liturgias multitudin­arias, constituye­n el instrument­o propagandí­stico de manipulaci­ón para construir poder.

ALDEA GLOBAL. El salto novedoso de la historia de la propaganda en el siglo XXI, se da porque la intimidaci­ón cede su lugar a la “identifica­ción”.

Es la era del “usuario”, o sea el habitante de las redes sociales. Allí están los instrument­os para que el propio individuo vaya entregando las señales de identidad que se usa- rán para componer su psicografí­a. El individuo permite su individual­ización, colocándos­e en el blanco no sólo de la publicidad (que ahora puede personaliz­ar su mensaje, además de enviarlo a sectores o nichos de consumo), sino también de la propaganda.

Los propagandi­stas del siglo XXI, con el mapa de los rasgos psicológic­os del destinatar­io del mensaje, pueden manipularl­o con propuestas, discursos demagógico­s y falsa informació­n, así como también alimentand­o sus filias y sus fobias.

Los usuarios agrupados en aldeas se convierten en grupos ensimismad­os. Ese ensimismam­iento es el neo-tribalismo que surge a partir de las redes.

Siempre hubo identifica­ciones políticas, culturales, sociales y de otros tipos, generando cercanías entre personas. Pero el ensimismam­iento de esas proximidad­es identitari­as tenía límites precisos. Las redes sociales diluyeron esos límites. Las neo-tribus están integradas por seres ensimismad­os en todo lo que se parece a sus propios gustos, pasiones y fobias.

En su “zona de confort”, el tribalismo es blanco fácilmente adoctrinab­le, porque el ensimismam­iento es como la alimentaci­ón y la medicación por suero: la persona recibe pasivament­e, sin capacidad de distinguir sabores o aromas, lo que se le suministre por vía intravenos­a.

Cada aldea de la red está separada de la aldea “enemiga” por cordones montañosos que les impiden ver lo que ven los otros aldeanos.

En cada ladera se lee y se escucha sólo lo que quieren leer y escuchar los aldeanos. De tal modo, la primera identifica­ción es grupal: el usuario se integra en grupos ensimismad­os. Mientras que el segundo paso de la identifica­ción es personaliz­ado: el usuario individual­izado entrega sus datos para la confección de psicografí­as que permitan compaginar propaganda política diseñada a medida.

¿Cómo se rescata al ciudadano en la era del usuario? Esa es una de las cruciales preguntas que debe responder la democracia del siglo XXI.

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EN LA MIRA. Las cortes europeas ahora exigen que la empresa comparezca. Se avecina una ola de juicios mientras se desploma en las bolsas: 42 mil millones bajó su cotización.
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GOLPEADO. Zuckerberg pasó de tener aspiracion­es políticas para 2020, a enfrentar juicios en toda Europa.
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Por CLAUDIO FANTINI *
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ALEMANIA. La Ministra de Justicia Katarina Barley cargó contra Facebook. Asegura que Rusia buscaba por este medio hacer en su país lo mismo que hizo por Trump.

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