Lula entre rejas: el primer caso de un ex presidente latinoame- ricano que va preso. Gritos, llantos, aplausos y carteles: “No vuelven más”.
El PT se desangra en llantos, un duelo que aplaza la necesaria elección de un heredero.
Quiero que me devuelvan mi inocencia", rogaba el ex presidente brasilero, Luiz Inácio Lula da Silva, para que lo escucharan los jueces de la Corte Suprema. La estrategia dio frutos, pero no alcanzó. La mayoría en el máximo tribunal fue para los “inconmovibles” que rechazaron por 6 votos contra 5 el recurso de hábeas corpus presentado por su defensa. Y ahora el líder del Partido de los Trabajadores (PT) será encarcelado.
Así, el favorito en las encuestas para las elecciones presidenciales de oc- tubre, seguramente estará en prisión mucho antes y será inelegible.
Hallado culpable de los delitos de corrupción y lavado de dinero, deberá purgar la pena de 12 de prisión que le impuso el Tribunal Federal Regional de la Cuarta Región con sede en Porto Alegre, que de paso le elevó la condena de 9 años que le había dictaminado su némesis, el juez del Lava Jato, Sergio Moro.
MESÍAS. Hoy, a sus 72 años (la prisión domiciliaria corre en Brasil desde lo 80 años o en casos de gra- ve salud), Lula está muy lejos de ser "el líder más influyente del mundo" que ocupaba la portada de la revista Time.
Y lejos también de los círculos del poder y acorralado por su rivales políticos, ya no le quedan cartas por jugar para eludir las rejas. La defensa del ex presidente brasileño pensaba presentar un recurso conocido como el "embargo del embargo aclaratorio". Pero el juez Moro se adelantó y dictó orden para su detención (un ultimátum que le permitió a Lula entregarse voluntariament antes de las 17hs del viernes 6).
"No estoy por encima de la Ley. Pero quiero que paren de mentir, si encuentran una prueba, me callo", dijo el lunes pasado ante miles de militantes en Río de Janeiro, una patriada similar a la que Cristina Kirchner armó frente a los tribunales de Comodoro Py en abril de 2016.
"Si no me dejan andar, voy a andar con las piernas de ustedes. Si no me dejan hablar, hablaré por su boca", dijo posterior al fallo en la corte, a modo de despedida con sus simpatizantes, que gritaban enojados contra la justicia y lloraban a mares.
Debilitado tras la muerte de su segunda esposa Marisa Leticia, Lula finalmente se resignó a dar un -obligado- paso al costado. Pero sigue sin designar sucesor en un PT que -como el kirchnerismo- todavía seduce a una buena parte del electorado (casi el 35% en intención de voto aunque perdiendo puntos todas las semanas) pero se tambalea políticamente al borde del KO.