LA ÉTICA en tiempos de Macri
Carrió íntima: "Siento vergüenza ajena... y propia".
Desconozco si a Nicómaco, el hijo de Aristóteles, le decían “Nico”. Pero es irrefutable que con su “Ética a Nicómaco” (o “Ética nicomáquea”) el filósofo griego fundó los valores de la cultura occidental para guiar el desempeño civilizado de los individuos en la sociedad y, sobre todo, el de aquellos a quienes les toca ejercer el poder republicano. Brevísima síntesis: el sentido de la vida radica en alcanzar el placer y la felicidad verdaderos, es decir, los que provienen de la virtud; y la virtud, o sea, la disposición para hacer el bien, depende del conocimiento y, más aún, del hábito. La ética vendría a ser, entonces, una especie de arte basado en el aprendizaje y el ejercicio de hacer el bien. Somos occidentales. Grecoromanos. Judeo-cristianos. Aristotélicos y bíblicos. ¿Está adiestrado para hacer el bien aquel que no lo hizo hasta ayer a la mañana? Tal vez sí. Quizá no. Quiero decir: en todo caso, le falta tiempo. Conocimiento de la virtud. Adiestramiento en la virtud. Está verde.
A Nicolás Dujovne sí le dicen “Nico”. En confianza, él mismo se presenta así. También en su cuenta oficial de Twitter: @NicoDujovne milita en la red social del desparpajo y la descalificación desde 2011. Hace cuatro años, pleno Mundial de Brasil, el economista, quien aún no era ministro pero reportaba como asesor rentado del bloque radical del Senado y es de suponer que ya evadía impuestos a granel, replicó un posteo de un amigo con este texto: “Gracias a @fgrouco acá está la mejor bandera del mundial”. En una foto, la enseña nacional era sostenida por dos personas en la playa de Copacabana. Tenía escrito en aerosol negro: “AFIP LTA”, siglas del ente recaudador argentino y de la hiriente humorada maradoniana “la tenés adentro”. Viveza criolla. La evasión como deporte nacional. Hoy, “Nico” está a cargo del Palacio de Hacienda y es el principal responsable de la lucha contra el “negreo”. Desde hace una semana, cuando vio la luz la edición anterior de NOTICIAS, se sabe que, poco antes de ser designado, Dujovne asumió su estado de ilegalidad y se acogió a la amnistía contemplada en la eufemística “Ley de Sinceramiento Fiscal”. El tal @fgrouco del tuit de la banderita no sería otro que Federico González Rouco, un joven colega de “Nico” que en Linkedin se presenta como “Asesor de la Secretaría de Políticas Públicas de la Jefatura de Gabinete de la Nación”. Los descontrolados de ayer nos controlan ahora.
Los nombres Nicómaco y Nicolás reconocen orígenes similares. Ambos vienen del griego. Uno quiere decir “batalla victoriosa”. El del ministro significa “victoria del pueblo” (sic). La política es una batalla permanente contra la emergencia. En ninguna otra cosa se origina, por ejemplo, una ley de blanqueo de capitales. Falta plata. Punto. La necesidad tiene cara de hereje. Billetera mata galán. La virtud se reduce a bijouterie de campaña. La falta de ella brilla por su ausencia en distinguidos currículums.
El Caso Dujovne, el Caso Caputo, el Caso Aranguren, el Caso Triaca, y otros casos elevan al Caso Macri, en definitiva, a la categoría de dilema ético. No sólo en los jactanciosos ámbitos de intelectuales y comunicadores, ni apenas en los reductos del chiquitaje
El Caso Dujovne, el Caso Caputo, el Caso Aranguren, el Caso Triaca y otros elevan al Caso Macri, en definitiva, a la categoría de dilema ético.
opositor: la polémica se incrustó ó en la propia interna de Cambiemos. Y se cuece a fuego lento.
GUERRA DE ETHOS. Antes de contintinuar, repasemos los casos:
Caso Dujovne. Poco antes de llegar a ministro, blanqueó unos $ 20 millones hasta entonces ocultos del alcance fiscal. La ley prohibió que e se acogieran a ella altos funcionarios os y parientes directos. Mauricio Macri acri vetó este último punto y su hermano ano Gianfranco pudo acogerse con más de $ 600 millones. No se prohibió ibió que un evasor recién amnistiado ado fuera nombrado principal respononsable del combate a la evasión del gobierno que impulsó el blanqueo. ueo. Voz oficial más repetida: “Todo bien con la ley, a lo sumo habrá un problema ético”.
Caso Caputo. El ministro de Finanzas, área que se ocupa de e la deuda externa, integró fondos s de inversión offshore en el extranjero ro y no declaró la propiedad de esas ac- ciones, cion como lo exige la Ley de Ética Pública. Públ Entre los títulos negociados por d dichos fondos, había bonos de la deuda. deud Su mano derecha en el Ministerio, niste Santiago Bausili, sigue cobrando bran premios del Deutsche Banck, donde dond trabajó hasta asumir su cargo. Ese banco fue elegido por la gestión Caputo Capu (también trabajó allí) como uno de los mayores colocadores de deuda, deud tarea que implica cobro de comisiones. com
Caso C Triaca. El ministro de Trabajo puso a su empleada doméstica como c personal del Sindicato de Obreros Obre Marítimos Unidos (SOMU), inter intervenido por la cartera a su cargo. El je jefe de Gabinete, Marcos Peña, lo cons consideró “un error”.
C Caso Aranguren. El ministro de Ene Energía fue forzado por la Oficina Antic Anticorrupción a vender sus acciones en la petrolera Shell y debe absteners nerse de opinar sobre casos que involu volucren a dicha compañía. Llegada la cir circunstancia, ¿sus subordinados no le preguntarán nada, siendo además el mayor experto en la materia? Por o otra parte, y pese a integrar un gabi gabinete que llama a “confiar en el país país”, declaró que mantendrá sus ahor ahorros fuera del país hasta que “se recu recupere la confianza”.
Fr Frente a la mayoría de los escandaletes desatados, buena parte del periodi riodismo nacional hizo la vista gorda o fue benevolente y el núcleo dirigente del de Gobierno respondió con más
El Gobierno explica: “Muchos funcionarios vienen del sector privado. Las cuentas del empresario dependen de vivir al límite de la ley”.
maniqueísmo que nicomáquea. Allá por el siglo III, se llamó maniqueístas a los seguidores del sabio persa Mani. Se presentaban como portadores de la “fe definitiva”, entendida como la superación del judeo-cristianismo, el budismo y el islamismo. Para ellos, el cosmos estaba dividido de modo tajante entre el Bien y el Mal. Ellos eran el bien, claro. Como los macristas, quienes descreen de los grandes ideales y todo lo contrastan con el fantasma del Mal K, que acecha y no debe volver. Tal razonamiento (dualista, binario, embrutecedor) busca evitar la discusión sobre la gaseosa y lábil ética oficialista. O morigerar la crítica, volviéndola culposa. Prestigiosos periodistas para quienes el Caso “Nico” marcó cierto límite de tolerancia, caen en la trampa de acla- rar con mano blanda que “Dujovne no es Cristóbal López, Aranguren no es De Vido y Luis Caputo no es Lázaro Báez”. Claro que no lo son en términos personales, profesionales, fácticos ni judiciales (aunque, en esto último, quién sabe cómo reaccionarán en el futuro los “amigos” de Comodoro Py). Hay un conflicto repetido, sin embargo, que los emparenta desde el punto de vista político: la tentación del poder de ocupar ambos lados del mostrador, de ser juez y parte. A ver si me explico…
La ética es el estudio de la conducta humana en relación con los valores. Viene de ethos: rasgos de la conducta humana que forman la personalidad y el carácter. La ética es un concepto colectivo, general. Un mar. El ethos es un concepto indivi- dual o de grupo más o menos diferenciado. Un barco. El macrismo ha consolidado en la sociedad argentina una guerra de ethos.
Puertas adentro de la Casa Rosada, donde predomina un ethos empresarial, los frecuentes “conflictos de intereses” son explicados así: “¿Qué quieren? Muchos funcionarios vienen de la actividad privada. Las cuentas del empresario dependen, muchísimas veces, de vivir al límite de la ley o a veces eludiéndola. Además, no seamos hipócritas: ¿o la mayoría de los argentinos tienen todo en blanco? Este es un gobierno de personas reales y muchas vienen de empresas reales que decidieron dejar por la función pública. Desde ahí hay que cambiar”. La suya es una ética del resultado e, incluso, del secreto. Dujovne no aclara su situación porque, de hacerlo, “violaría el secreto fiscal”. Caputo no revela de quién serían en realidad las acciones offshore que están a su nombre por la misma razón.