EN ESPERA
Los proyectos estatales más concretos están en las universidades, la Red de Seguridad Alimentaria del CONICET y las plantas potabilizadoras que AySA pretende construir a largo plazo, tras un proyecto de mejoramiento de la red en ocho distritos. En la técnica, cada terreno conlleva su propia solución.
Edgardo Soto, ingeniero químico de la CIC, tiene su respuesta. Como integrante principal de la instalación de plantas de abatimiento de arsénico en La Viruta (Punta Indio), Paraje La Dorita (Carlos Casares) y Hale (Bolívar), explica que, sin contar traslado ni mantenimiento, una planta de 2000 litros por día puede costar alrededor de $200.000. Además, en esos sitios, su grupo de trabajo ha utilizado arcilla para retener el ar- sénico y reutilizarlo en ladrillos. “Una solución natural para un problema natural”, señala Soto. El ingeniero y exdiputado provincial por Moreno, Ricardo Vago, añade: “Las plantas no son caras, pero ni el Poder Ejecutivo ni los legisladores se ocupan de las iniciativas a largo plazo. Mientras, el problema se oculta, lo que impide la prevención”.
A más de cien años del primer ca- so de HACRE en la Argentina (en 1917, en el pueblo de Bell Ville, Córdoba), la segunda versión del Plan Nacional de Agua Potable y Saneamiento, lanzada en junio de 2017, concluye: “Este tema requiere ser profundizado con la finalidad de estimar las inversiones necesarias para superar este problema que afecta la salud de una cantidad significativa de personas”.