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Fiesta con funerales

La inauguraci­ón de la embajada norteameri­cana en Jerusalén tuvo como contracara protestas y medio centenar de muertes.

- Por CLAUDIO FANTINI *

Bella,

sonriente y vestida a la moda, Ivanka Trump descubría una placa imponente con el nombre de su padre, en la puerta de la embajada que se estaba inaugurand­o. En ese mismo instante y por esa misma razón, miles de palestinos protestaba­n y soldados israelíes les disparaban, matando a más de medio centenar.

Segurament­e, Hamas alentó la marcha hacia la frontera para que se produjera el enfrentami­ento y corriera sangre palestina. Los cadáveres de su pueblo son los misiles que Hamas lanza contra la imagen de Israel en la opinión pública mundial. Pero en este caso, lo increíble es la gratuita escusa que implica haber elegido un día inadecuado para hacer algo equivocado.

En el discurso televisado de Trump en el acto inaugural de la embajada norteameri­cana en Jerusalén, Donald Trump habló como si el traslado de la sede diplomátic­a fuese un acto suyo a favor de los israelíes. No es así

GUIÑO A LA DERECHA. Fue un acto a favor de una facción política de Israel. La facción que gobierna y encabeza Benjamín Netanyahu. Pero no fue un acto a favor de Israel. Nunca se puede confundir un gobierno con una Nación. Y tratándose de una democracia, tampoco se puede confundir un gobierno con el Estado.

El traslado de la embajada des- de Tel Aviv y su inauguraci­ón nada menos que un 14 de mayo, tuvo la intención de ser un acto de propaganda a favor de Netanyahu.

Para el Estado judío y para la Nación israelí fue propaganda negativa. Los noticieros y los diarios de todo el mundo mostraron las manifestac­iones, los soldados israelíes disparando sus armas y los cuerpos que caían baleados.

Ante semejante evidencia ¿alguien puede de verdad pensar que el traslado y la inauguraci­ón decidida por Trump fueron de verdad positivos

para el pueblo israelí?

Cada año, los días 14 de mayo unos lloran y otros festejan. Ese punto de partida explica el laberinto trágico en el que deambula la historia de la relación palestino-israelí.

Hace setenta años, David Ben Gurión anunciaba la creación del Estado judío en un acto realizado en el Museo de Arte de Tel Aviv. Al mismo tiempo, y contra esa fundación decidida en las Naciones Unidas mediante una resolución que imponía también la creación de un Estado palestino, comenzó la guerra que los vecinos árabes lanzaron contra el país recién nacido.

Ese conflicto, que estalló en 1948 y duró más de un año, aunque con intermiten­cias, implicó para la población palestina la Nakba: catástrofe.

En aquella primera guerra árabeisrae­lí desatada en 1948, centenares de aldeas palestinas desapareci­eron en desplazami­entos que alcanzaron al setenta por ciento de la población. En la desventura palestina, agravada por los posteriore­s conflictos de 1967 y de 1973, tuvieron responsabi­lidad los regímenes árabes que rechazaron la resolución de 1947 para la creación de dos Estados, lanzando la primera de las guerras. Pero está claro que al cumplirse siete décadas de aquellos acontecimi­entos con la cuestión pa- lestina aún sin resolver, aunque por esa falta de solución haya culpas en todas las partes del conflicto, inaugurar la embajada de Estados Unidos en Jerusalén resulta una provocació­n absolutame­nte innecesari­a. Un acto que sólo puede agravar el tránsito por estos días ardientes en los cuales, además, comienza el Ramadán.

El noveno mes del calendario islámico, en el que los musulmanes ayunan desde que amanece hasta el anochecer, se designa con la palabra Ramadán, que hace mención a lo que arde, lo que se quema. En la religión musulmana, lo que se incinera en el mes del Ramadán es el pecado. Pero en el marco de un conflicto sin resolución, arden también banderas y barricadas en la frontera de Gaza, en movilizaci­ones enervadas por la inauguraci­ón de la nueva embajada.

ALIADOS Y ENEMIGOS.

La decisión de Trump puede resultar vigorizant­e para el liderazgo de Netanyahu, pero eso no implica que sea bueno para el pueblo israelí. Nada que genere protestas palestinas en las que la represión deja decenas de muertos, puede ser bueno para Israel.

Al contrario, más de medio centenar de muertos entre los miles de gazatíes que marcharon hacia la frontera, sólo es funcional a Hamas y demás grupos extremista­s que promueven la desaparici­ón de Israel. Sin dudas, Hamás envía jóvenes y niños precisamen­te para que mueran baleados. Por eso mismo, no era el día para inaugurar una embajada en Jerusalén. El traslado es, en sí mismo, cuestionab­le. Y la inauguraci­ón en esa fecha fue un acto que no podía aportar nada que no fuese lo que ocurrió: protestas y muertes.

El traslado es cuestionab­le no sólo porque, sin que Netanyahu haya hecho gestos para reactivar la negociació­n, contravien­e decisiones de la ONU sobre Jerusalén; sino también porque viola compromiso­s asumidos por el propio Estado israelí, como el acuerdo que en 1993 suscribió el gobierno de Yitzhak Rabin con Yasser Arafat, establecie­ndo que el estatus definitivo de la ciudad será resuelto en una etapa más avanzada de la negociació­n.

Tomando la decisión del traslado, Trump comenzó a mostrar que su política en Medio Oriente es hacer lo que Netanyahu le pida. Lo confirmó al romper el Acuerdo Nuclear con Irán. La principal potencia de Occidente incumplió un compromiso que una teocracia de fanáticos oscurantis­tas estaba cumpliendo.

A renglón seguido se sumó al incumplimi­ento del acuerdo de 1993 sacando la embajada de Tel Aviv, como si tal acción pudiera ser beneficios­a en algo para Israel. Ciertament­e, el reconocimi­ento del Estado palestino en la ONU no estuvo en sintonía con el Acuerdo de Oslo. Pero sostener, como hacen los partidario­s de Netanyahu dentro y fuera de Israel, que las acciones del presidente norteameri­cano más cuestionad­o en Estados Unidos y en el mundo, pueden favorecer a Israel, resulta desopilant­e. Lo más probable es que sea exactament­e al revés.

Hamas es una organizaci­ón fanática y criminal que tiene de rehén a los gazatíes. Además, los palestinos están divididos en facciones lideradas por dirigentes sectarios y violentos. Pero nada de eso justifica una acción equivalent­e a echar leña al fuego. Y eso hizo Donald Trump por pedido del hombre que diseña su política en Medio Oriente: Benjamín Netanyahu.

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FOTO. Netanyahu, su esposa Sara, Ivanka y su esposo Jared. Selfie frenta a la embajada de Estados Unidos en Jerusalén.
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TRUMP. El presidente en un mensaje televisado durante la inauguraci­ón de la embajada.
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ENOJO. El presidente palestino, Mahmud Abbas, condenó la muerte de decenas de víctimas a manos de soldados israelíes en la Franja de Gaza.
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RESPUESTA. Mujeres agitan banderas palestinas frente a la Puerta de Brandeburg­o en Berlín, en protesta por la inauguraci­ón de la embajada de Estados Unidos en Jerusalén.

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