Veto a veto
Esta semana, Mauricio Macri hizo historia. Al vetar la ley antitarifazos que acababa de sancionar el Congreso, activó la memoria colectiva respecto del otro gran veto polémico de los últimos años: el que ejecutó la entonces presidenta Cristina Kirchner cuando la oposición del año 2010 votó -contra la voluntad oficialista- la ley del 82% móvil jubilatorio. No casualmente, el Presidente hizo referencia explícita a la ex presidenta durante la discusión de estos días, cuando instó al peronismo a “no seguir las locuras de Cristina”. Es claro que se ha generado un juego de espejos entre ambas coyunturas históricas, que vale la pena comparar, para valorar similitudes y diferencias.
En la Cámara de Diputados, la ley anti K tuvo 136 votos a favor, mientras que ahora, 133 legisladores opositores levantaron la mano por la ley de reducción de ajustes tarifarios. En Senadores, en cambio, el escenario fue distinto según las épocas. Aunque tanto en 2010 como en 2018 perdió el oficialismo en el recinto, hay que recordar que el vicepresidente Julio Cobos desempató a favor de la oposición, con la que se había alineado aunque era vice de CFK. En el ca- so actual, los 37 senadores opositores bastaron para obligar a Macri a vetar una ley que calificó como irresponsable, con argumentos presupuestarios muy similares a los que, en su época, utilizó Cristina para rechazar la promulgación del 82% móvil.
Ambos quedaron, cada uno a su turno, frente a una chicana opositora que tomaba consignas socialmente sensibles para hacer demostraciones de fuerza en el Parlamento, sin detenerse a hacer cuentas públicas: esa amarga tarea quedó en manos de los respectivos jefes de Estado. Más que leyes, Macri y Cristina enfrentaron cañonazos a sus liderazgos: ella estaba padeciendo la fragmentación oficialista tras la derrota electoral de 2009, él está pagando los costos políticos del acercamiento al FMI, contra una oposición fragmentada que cree vislumbrar una oportunidad de aglutinarse. ¿Es un problema crónico de liderazgos? Quizá se trate más bien de un sistema institucional enfermo de mezquindad.