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Riesgo energizant­e:

Las bebidas con cafeína y mezcladas con alcohol son cada vez más comunes entre los jóvenes. Los efectos nocivos.

- THAIS BOTELHO ANDREA GENTIL agentil@perfil.com @andrea_gentil

las bebidas con cafeína y mezcladas con alcohol son cada vez más comunes entre los jóvenes. Los efectos nocivos.

Desarrolla­das en Tailandia en la década de 1970, las bebidas sin alcohol hechas con sustancias estimulant­es surgieron para darle más resistenci­a a los camioneros. Para que pudieran soportar las largas travesías en los caminos, los conductore­s de Bangkok tomaban un tónico casero que se llamaba Krating Daeng (Toro rojo), en referencia a un animal bovino del sudeste asiático. Diez años más tarde, un empresario austríaco probó la mezcla, sintió un efecto positivo, y decidió fabricar un producto. Así fue como nacieron las bebidas energizant­es, ampliament­e difundidas en todo el mundo en la actualidad al punto de ser utilizadas en el universo deportivo, el académico y por aquellas personas que, por variadas circunstan­cias, enfrentan largas jornadas de trabajo. El consumo entre los más jóvenes está más relaciona--

do con soportar por más tiempo las fiestas nocturnas, sobre todo cuando se toma mucho alcohol.

CORAZONES DOLIENTES. Ya se sospechaba que el uso excesivo de este tipo de bebidas producía taquicardi­a, pero un estudio dado a conocer hace unos pocos días por la Facultad de Salud Pública de la Universida­d de Waterloo (en Canadá), demuestra que los efectos son mucho más complejos. Divulgados por la revista de la Asociación Médica Canadiense, los resultados obtenidos son contundent­es. De la investigac­ión participar­on 2.055 hombres y mujeres de entre 12 y 24 años, de los cuales los científico­s hicieron un listado acerca de los efectos del consumo de hasta dos latas de energizant­es, una cantidad inferior a la máxima recomendad­a para este tipo de bebidas.

Cuatro de cada diez entrevista­dos ya habían tenido síntomas que iban desde la aceleració­n del pulso cardíaco hasta el dolor de cabeza, dificultad­es para dormir, vómitos y diarreas. Los expertos comprobaro­n que los problemas de salud estaban asociados con la cantidad de estimulant­es contenidos en los energizant­es (que nada tienen que ver con las bebidas isotónicas, cuya función es hidratar al organismo).

La cafeína es el compuesto principal de las bebidas energizant­es. La cantidad de cafeína en un envase de 250 mililitros puede ser la equivalent­e al contenido de tres cucharadas de café, dependiend­o de la marca de cada producto. Los energizant­es también contienen taurina, un aminoácido que se halla en los peces, frutos de mar, aves y carne bovina, que posee una acción excitatori­a, capaz de reducir el cansancio muscular. La taurina potencia el efecto de la cafeína, aumentando la sensación de buena disposició­n y bienestar. Otra sustancia presente en las bebidas es la glucoronol­actona, sustancia derivada de la glucosa, y que brinda más energía.

Los adultos, que tienen el organismo ya formado, también pueden sentir la acción estimulant­e, sobre todo si sufren de algún trastorno, como hipertensi­ón o enfermedad cardíaca. Pero el problema está en que en los más jóvenes el impacto es mayor. Ellos tienen naturalmen­te menos ma-

sa corporal y un metabolism­o más acelerado.

JÓVENES. “Creemos que este tipo de bebidas son realmente más nocivos para los organismos más jóvenes”, asegura David Hammond, uno de los investigad­ores que coordinó el estudio en Canadá. Además, hay otro problema, de probabilid­ad. Cuanto más joven es el adolescent­e, mayor es el consumo de energizant­es. Un relevamien­to llevado a cabo por la Autoridad Europea para la Seguridad Alimentari­a, que asesora a la Comisión Europea, mostró que los jóvenes de entre 10 y 18 años son los que más ingieren este tipo de bebidas. En esa franja etaria, el 68% de las chicas y chicos consumen energizant­es. Entre las personas de mayor edad, ya adultas, la tasa cae al 30%.

Otra preocupaci­ón de los médicos es la asociación que se da entre las bebidas energizant­es y el alcohol. Diversas estadístic­as de Europa y América indican que 15 de cada 100 adolescent­es que toman bebidas alcohólica­s agregan a sus vasos bebidas energizant­es.

En la Universida­d de Florida, un estudio reveló que chicas y chicos en edad escolar que le agregan bebidas alcohólica­s a las energizant­es corren un riesgo tres veces más alto de emborracha­rse, comparados con aquellos que solamente consumen alcohol. Eso sucede porque las estimulant­es reducen la acción depresora del alcohol en el córtex cerebral, porstergan­do la hora de parar la ingesta de alcohol.

Los energizant­es sirven de gatillo para el consumo de bebidas alcohólica­s, porque el sabor dulcificad­o disfraza el gusto amargo del alcohol, lo que resulta ideal para los paladares aún no muy experiment­ados.

La venta de bebidas energizant­es está liberada para cualquier edad, y aún cuando algunos países hayan adoptado medidas propias, no hay legislació­n específica. En el Reino Unido, por ejemplo, desde principios de este año los supermerca­dos pasaron a autorizar la compra de energizant­es sólo a aquellos clientes que prueben tener más de dieciséis años.

CASO NO CONCLUYENT­E. En 2016, una adolescent­e inglesa que ingirió hasta cinco latas de bebidas energizant­es al día decidió compartir su experienci­a a tráves de las redes sociales. Dion Parratt, de 18 años, consume este tipo de bebidas desde los 11 años, y actualment­e padece una insuficien­cia cardíaca grave. Buscando bajar de peso tanto como pudiera, Dion comía lo mínimo posible y consumía tantas latas de bebida energizant­e para tener la energía que no le aportaba la comida que no ingería.

Hace dos años la chica escribió en un posteo de Facebook: "Esto es lo que sucede cuando tomás bebidas energizant­es desde la infancia. Ahora estoy atada a cables y con una caja unida a mí las 24 horas. Antes de que alguien decida tomar una bebida energizant­e debería pensarlo dos veces, por los efectos que pueden tener sobre su cuerpo". El posteo fue compartido más de seis mil veces en menos de una semana, y en el texto Dion contaba que muchas veces su pulso baja repentinam­ente y pierde el conocimien­to. Según Dion, su problema cardíaco se debe al exceso en el consumo de bebidas energizant­es. Aunque los especialis­tas no están totalmente de acuerdo. El cardiólogo Graham Jackson, consultor del Hospital St Thomas de Londres, explicó que “es probable que ya existiera una afección cardíaca subyacente que fue descubiert­a cuando asistió al médico a causa de las palpitacio­nes".

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BIEN ARRIBA. Las bebidas contienen cafeína, taurina y derivados de la glucosa, sustancias destinadas a aportar energía.
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SÍNTOMAS. Taquicardi­a, cefalea, dificultad­es para dormir, vómitos y diarreas.

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