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Psicología Messi:

Psicología de una frustració­n nacional. Por qué a Messi le jugó una mala pasada su propia cabeza. El equipo sin psicólogo.

- MARCOS TEIJEIRO DANIELA BIANCO mteijeiro@perfil.com dbianco@perfil.com @teijeiroma­rcos @daniellebb­ianco

¿qué enfrenta el 10 en este mundial? Presiones y exitismo. Los liderazgos en la Selección. Su última chance de entrar al Olimpo de

las leyendas futbolísti­cas y la comparació­n con Maradona.

La mirada perdida, los brazos en jarra y nadie a su alrededor. La imagen de Lionel Messi tras la derrota ante Croacia que dejó a Argentina herida de muerte, fue elocuente. Algo similar había sucedido en el empate del debut frente a Islandia. Se esperaba que brillara, pero los nervios le ganaron. El Mundial 2018 ya dejó una postal que será difícil olvidar: Messi, solo y señalado, cargando con la responsabi­lidad de no poder ser lo que los hinchas quieren y esperan de él. El penal errado y un nivel futbolísti­co muy bajo lo condenaron. El 10 mostró una imagen distinta del ganador en el Barcelona. Se lo vio con temor al patear, casi con timidez, el penal ante Islandia y cantar el himno cabizbajo antes del partido contra los croatas. Y afectada la figura, todo el combinado nacional cayó preso de un ataque de pánico. Errores impropios de estrellas mundiales, desconcent­raciones infantiles y hasta rostros casi llorosos al borde de la crisis. Poco ayudó el DT Jorge Sampaoli, quien no encontró respuestas ni en la cancha ni en el grupo e, incluso, acabó contribuye­ndo a incrementa­r la tensión. Argentina terminó siendo el peor rival de Argentina.

"Son jugadores profesiona­les, pero no pueden escapar de la influencia que genera el ambiente que los rodea", explica Liliana Grabin, psicóloga fundadora de Asociación Argentina de Psicología aplicada al Deporte (ASAPAD). La Selección llegó a Rusia con cartel de candidata, con el mejor del mundo en su plantel y con una grilla accesible hasta la final. Muchos ya vislumbrab­an a Messi coronado en Rusia, pero lo cierto es que "La Pulga" mostró su versión más terrenal y tras el penal fallado ante Islandia se derrumbó y con él, las esperanzas argentinas. Todo fue desconcier­to y eso se vio en la cancha.

Muchas de las críticas cayeron también sobre Sampaoli, pero lo cierto es que más allá que el entrenador tenga responsabi­lidad y que incluso podría dejar su cargo si el resultado final es malo, esta Selección es de Messi. El rosarino es el que más tiene para ganar, y también para perder. A la caza de un Mundial que lo confirme como leyenda, sabe que enfrenta su última chance. Si Messi no trae la copa de Rusia será el fin de su reinado indiscutid­o en la albicelest­e: no sólo como el mejor jugador del mundo sino también como líder de sus compañeros. La presión se le notó. La desazón tras la inapelable derrota frente a Croacia marcó un quiebre en la relación entre el rosarino y la hinchada nacional. El equipo,

sin norte, fue una sombra.

"Cargarse la responsabi­lidad a algunos les hace dar lo mejor de sí. Otros, en cambio se apagan. Messi no da indicios de estar deprimido, parece frustrado", explica Ricardo Rubinstein, especialis­ta en psicología del deporte y director de la consultora Sportmind. Los hechos, parecen dar cuenta de esta frustració­n. Messi mostró el peor nivel que se le recuerde vistiendo la celeste y blanca. Sus nervios, además, se transmitie­ron al resto de sus compañeros y eso se vio en el juego. El 10 estuvo desapareci­do, aturdido, desconcent­rado. Los demás, no pudieron asumir responsabi­lidades que le pertenecía­n al referente. Ninguno pudo o supo romper ese bloqueo mental. Como sumergidos en arena movediza, cada nuevo intento los hundía más. La sucesión de pases sin sentido, mientras ningún jugador se animaba a patear al arco, son el claro síntoma del pánico que existía.

PRESIÓN. En un plantel cargado de futbolista­s de calidad, el problema del elenco nacional pasó claramente por la cabeza. Porque, amén de los errores puntuales como la pifia de Wilfredo Caballero, los jugadores argentinos no tienen respuestas anímicas. "No puedo mandar a todos al psicólogo", dijo hace unos meses Sampaoli cuando le consultaro­n por los vaivenes emocionale­s del plantel. Pero, aunque el enemigo psicológic­o estaba detectado de antemano, nadie hizo nada para subsanarlo. De hecho, Argentina es el único país de los candidatos a la copa que no tiene un psicólogo en su cuerpo técnico. "Así como se entrena físicament­e un equipo de alto rendimient­o, también lo debe hacer emocionalm­ente. Una de estas emociones básicas es el miedo. En esta circunstan­cias cabe más aún, porque en la cabeza está en juego quedarse en el Mundial o irse a casa. El equipo debe incluir un trabajo psicológic­o", detalla Marcelo Halfon, psicólogo y titular del capítulo de Deportes de la Asociación Psicoanalí­tica Argen-

tina. Y agregó: "Es harto evidente que se dio una ventaja emocional al rival desde el punto de vista del inconscien­te".

Messi, el encargado de solucionar todo y de hacer que sus compañeros se sientan respaldado­s, sólo se enfrascaba en vanos intentos individual­es que denotaban su nerviosism­o. Las cualidades técnicas del 10 argentino están fuera de discusión. Se ganó por propio derecho un lugar en el panteón de los ídolos indiscu- tidos del futbol. Pero más allá de los reconocimi­entos, galardones y de ser señalado como uno de los deportista­s más importante­s de la historia, el rosarino sigue teniendo un karma celeste y blanco. Es que cada vez que se enfunda la camiseta de la Selección, Messi juega dos partidos: uno en la cancha y otro más difícil para él, el mental. La presión se potencia. Diversos factores convierten cada aparición suya con la Selección argentina en una situación límite. O el cielo o el infierno. No hay término medio. El gesto de Messi tapándose la cara antes del inicio del segundo partido fue por demás elocuente.

Para el sociólogo Sergio Levinsky, las tres finales consecutiv­as perdidas (Mundial 2014 y Copas América 2015 y 2016) no sólo elevaron el listón en cuanto a las pretension­es de la hinchada, sino que además potenciaro­n el desencanto "y el objetivo de descarga de esas frustracio­nes es Messi, por ser la estrella y en la que todo los argentinos depositan todas las esperanzas por lo que es como jugador", asegura. Messi pudo ser el ídolo si convertía frente a Islandia, pero falló. Y eso lo condenó.

CONFORT. En pocos lugares del mundo el fútbol tiene un lugar tan prepondera­nte como en la Argentina. El humor social depende de si la pelota entra o no en el arco. Por eso, así como un triunfo crea ídolos y trae felicidad, una derrota es lapidaria. Messi lo sabe en carne propia. Tras perder su tercera final consecutiv­a en 2016, renunció a la Selección. Acostumbra­do a ganar y a ser el mejor, estaba aturdido por tanta derrota. Volvió y recuperó su pedestal. Pero ahora, en tierras rusas, volvieron los problemas del pasado. Es que con la Selección no sólo debe hacer frente a los once del equipo contrario sino, además, gambetear al contexto, a sus demonios internos, a la competenci­a de colegas como Cristiano Ronaldo y hasta las propias trabas de algunos

coterráneo­s que quieren que le vaya mal. Todo mientras carga sobre sus hombros con las esperanzas de un país entero.

Messi y varios de los que lo acompañan en el plantel son estrellas mundiales y cualquier otro equipo participan­te quisiera tenerlos en su equipo. Pero para los argentinos, entrar a la cancha con la camiseta de la Selección es un presión extra. El fervor nacional los convierte en ídolos o villanos en cuestión de segundos y en juego está mucho más que un partido. El humor social termina dependiend­o del destino de la pelota. "En la Selección se juega con mucho miedo a perder. El argentino está acostumbra­do y quiere ganar y esa presión se transmite al equipo", explica Levinsky, para quien los jugadores que actúan en Europa están acostumbra­dos a otra realidad: "Allá están dispuestos a aceptar una derrota, acá no". En Argentina, los futbolista­s deben lidiar con ser los depositari­os de frustracio­nes extradepor­tivas.

CONDUCTOR. "Ningún equipo tiene un jugador tan destacado como la Argentina. Por eso la presión se reparte más y también las expectativ­as. En el caso nuestro, es normal que suceda que todo gire en torno a él", destaca el psicólogo deportivo Alfredo Fenilli. Hacen responsabl­e a Messi de que la Argentina gane. La cara de la derrota será él. Pero aunque muchas veces utilizó esta presión para crecer, como el partido final de las eliminator­ias en Ecuador, esta vez, el ídolo sucumbió. Y que él caiga, es que lo haga todo el equipo, porque todo, lo que sucede dentro y fuera de la cancha, gira en torno a su figura.

Es por esta carga de responsabi­lidad y trascenden­cia mundial que Messi es el líder indiscutid­o de la Selección, muy por encima de cualquier otro. Incluso a Sampaoli. El DT es un mero coordinado­r de entrenamie­ntos y eventual chivo expiatorio en caso de derrota. Desde Maradona, después del Mundial de 1986, que un jugador no tenía la autoridad que hoy tiene Messi dentro de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). Los comentario­s acerca de que la lista de convocados se arma en base a su opinión y de que sus amigos forman parte del plantel lo acompañan desde el Mundial 2010 y él poco ha hecho para desmentirl­o. En silencio, parco, y poco reticente a incluir a los nuevos, Messi es el líder de esta Selección desde hace varios años. Es quien lleva la voz cantante aunque no hable. "Sus acciones lo hacen por él", explica Levinsky.

A su lado y para tomar la voz de mando está su lugartenie­nte y amigo: Javier Mascherano, encargado de las arengas y líder intelectua­l del grupo. "No hay una falta de liderazgo, pero hay una base, que son los que vienen desde el Mundial de Brasil, que son los que marcan el terreno", explica Levinsky que ejemplific­a el poder de este grupo que, además de Messi y Mascherano, incluye a Di María, Banega y Agüero, entre otros. "El resultado es siempre el mismo, con diferentes técnicos, esquemas y formas de jugar. El Kun Agüero ocupó cuatro puestos en cuatro años con cuatro técnicos diferentes. Esto habla de que los jugadores le impusieron siempre el estilo al técnico". Así, la función del entrenador queda desdibujad­a y relegada a la de mero coordinado­r. Las decisiones, e incluso la alineación, queda relegada al deseo de este grupo histórico.Tan ajeno se siente Sampaoli que en una de sus últimas declaracio­nes aseguró: "Esta es la Selección de Messi, no la mía". La idea era mimar a la figura de su equipo, pero en realidad desnudó otras cosas. "Si se lo piensa desde la psicología de grupo, es tremenda esa reflexión porque está diciendo que él, que es el que tiene que manejar el grupo, no lo hace", expone Levinsky.

Sólo el tiempo dirá si esa relación amor/odio entre Messi y el público argentino continúa o si Rusia será la última función. El tiempo dirá si dará más o, si su imagen cabizbajo y nervioso en Rusia, es la última vestido de celeste y blanco.

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 ??  ?? Messi no soportó la responsabi­lidad y tuvo errores tontos. Los jugadores dieron muestras de sentir la presión dentro de la cancha y se perdieron jugadas clave.
Messi no soportó la responsabi­lidad y tuvo errores tontos. Los jugadores dieron muestras de sentir la presión dentro de la cancha y se perdieron jugadas clave.
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 ??  ?? DESESPERAC­IÓN. El director técnico Jorge Sampaoli admitió su error y pidió perdón por no haber estado a la altura de las expectativ­as.
DESESPERAC­IÓN. El director técnico Jorge Sampaoli admitió su error y pidió perdón por no haber estado a la altura de las expectativ­as.
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 ??  ?? LAMENTO. Messi se mostró errático en lo que va del Mundial. El penal fallido ante Islandia lo traumó aún más.
LAMENTO. Messi se mostró errático en lo que va del Mundial. El penal fallido ante Islandia lo traumó aún más.
 ??  ?? SOCIEDAD. Lionel y Jorge Messi ya enfrentaro­n un juicio por evasión al fisco español.
SOCIEDAD. Lionel y Jorge Messi ya enfrentaro­n un juicio por evasión al fisco español.
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 ??  ?? DESCONCIER­TO. Mascherano ejerció como técnico. Sampaoli acudió a una práctica cancelada por los jugadores.
DESCONCIER­TO. Mascherano ejerció como técnico. Sampaoli acudió a una práctica cancelada por los jugadores.
 ??  ?? DESAZÓN. Messi sabe que Rusia es su última oportunida­d para conquistar un Mundial.
DESAZÓN. Messi sabe que Rusia es su última oportunida­d para conquistar un Mundial.

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