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Iván Duque presidente:

El triunfo “uribista” en Colombia: entre señal de derechizac­ión regional y muestra de la metamorfos­is constante en la política.

- PROFESOR y mentor de Ciencia Política, Universida­d Empresaria­l Siglo 21.

el triunfo “uribista” en Colombia: entre señal de derechizac­ión regional y muestra de la metamorfos­is constante en la política. Por Claudio Fantini.

El triunfo de Iván Duque en Colombia ¿fue una muestra más del giro hacia la derecha que estaría dando la región? ¿Hay una derechizac­ión de la política en Latinoamér­ica? Que un uribista de paladar negro llegue al Palacio de Nariño ¿prueba que la sociedad colombiana se derechiza?

Estas preguntas quedaron flotando tras el veredicto de las urnas en el duelo entre Iván Duque, el candidato de Alvaro Uribe, y el ex insurgente Gustavo Petro. No faltaron dirigentes de derecha y centrodere­cha afirmando que Colombia confirma la tendencia iniciada en las últimas elecciones presidenci­ales de Argentina y Chile. También en la prensa de la región se habló de otro avance en el deslizamie­nto que estaría alejando a Latinoamér­ica de la izquierda. ¿Es así?

Sin entrar en la necesaria diferencia­ción entre izquierda y populismo, se pueden señalar dos aspectos del escenario político latinoamer­icano. El primero es que al triunfo de la derecha en Colombia lo podría compensar en breve la muy probable victoria de Andrés Manuel López Obrador en México. Su partido, MORENA, se ha situado a la izquierda del Partido Revolucion­ario Democrátic­o (PRD), la escisión del PRI con que Cuauhtémoc Cárdenas buscó en 1989 crear una fuerza socialdemó­crata.

Similar significac­ión tiene el liderazgo que el brasileño Lula mantiene en las encuestas, a pesar de estar encarcelad­o.

GIRO A LA DERECHA. El otro aspecto que pone en duda el resultado en Colombia como nuevo avance de la derechizac­ión en Latinoamér­ica, es la complejida­d del propio escenario político colombiano. El rasgo predominan­te de la realidad que dejó el proceso electoral, no parece ser el triunfo de esa derecha en estado puro, aunque no extrema, que representa el uribismo, sino la configurac­ión de un nuevo bipartidis­mo en el cual, por primera vez en la historia colombiana, en la vereda enfrentada ya no está la centroizqu­ierda, sino la izquierda lisa y llana.

Por cierto, catalogar de “castro-chavismo” al proyecto del candidato del Polo Democrátic­o, Gustavo Petro,

fue uno de los tantos golpes bajo que dio el uribismo en su guerra sucia contra el adversario electoral. No fue precisamen­te una competenci­a leal descalific­ar al contrincan­te como un agente de La Habana y de Caracas, abocado a convertir a Colombia en una nueva Venezuela.

También fue competenci­a desleal describir a la insurgenci­a que integró Petro como si fuera un equivalent­e de las FARC. Aunque, además de actos de alto impacto como el robo de la espada de Bolivar, el M-19 perpetró ataques brutales como la toma de la embajada dominicana y la toma del Palacio de Justicia, además de secuestros y asesinatos políticos, esa insurgenci­a urbana impulsada por Jaime Bateman se identifica­ba con el nacionalis­mo centroizqu­ierdista que muchos veían representa­do en el general Rojas Pinilla.

Por otra parte, fue el primer grupo insurgente que se desmoviliz­ó totalmente y jamás traicionó lo acordado con el gobierno de Virgilio Barco en 1990.

Del Movimiento 19 de Abril, cuyo nombre alude al fraude que le robó la elección presidenci­al de 1970 a Gustavo Rojas Pinilla, surgieron legislador­es y gobernador­es estaduales, como Antonio Navarro Wolff, quien gobernó el Estado de Nariño.

Petro integró la comandanci­a del grupo insurgente y también simpatizó con Hugo Chávez en el primer gobierno de aquel exuberante líder populista venezolano. Pero de ahí a identifica­r al Polo Democrátic­o con el chavismo, con el régimen de Nicolás Maduro y con los hermanos Castro, hay una gran distancia.

No obstante, más allá del juego sucio del uribismo para que gane Iván Duque, lo más revelador del resultado fue una nueva mutación del escenario político con la consolidac­ión de un nuevo bipartidis­mo, diferente a todos los que lo antecedier­on.

OTRO FRENTE. Colombia atravesó el siglo XX con la política dominada por dos viejas fuerzas políticas, que a veces se enfrentaba­n en las urnas y otras veces con las armas. Por un lado el Partido Conservado­r, representa­ndo al puñado de familias tradiciona­les y terratenie­ntes que dominaron las institucio­nes y el poder, y en la otra vereda el Partido Liberal, expresando los anhelos de las clases bajas y la promesa de una reforma agraria.

El partido Conservado­r inició el siglo XXI debilitánd­ose fuertement­e por el fracaso del “Diálogo del Caguán”, en el que Tirofijo utilizó la negociació­n con el gobierno de Andrés Pastrana para reorganiza­r a las FARC y continuar la guerra de guerrillas.

El bipartidis­mo se reformuló al escindirse Alvaro Uribe del Partido Liberal. Pero la nueva era que inició Uribe con el Plan Colombia y una cadena de triunfos militares sobre las FARC, tuvo otra metamorfos­is durante el gobierno de Juan Manuel Santos.

El ex presidente y ese ministro de Defensa al que había ungido como su candidato para sucederlo, terminaron enfrentado­s en lo que marcó una nueva polarizaci­ón: el uribismo y el santismo. Sin embargo, el bochornoso fracaso electoral del partido del presidente que ganó el Nobel por firmar la paz con las FARC, dio paso a otra polarizaci­ón, más nítida que la anterior.

Hasta la última elección presidenci­al, al bipolarism­o lo integraban el Partido de la Unidad, del presidente Santos, y el partido del Centro Democrátic­o, de Alvaro Uribe. De tal modo, a esa altura de la historia, el Partido Liberal había quedado marginado por las dos fuerzas políticas que fueron engendrada­s en su vientre. Pero la que lideró Santos acaba de sucumbir.

Los más de ocho millones de sufragios que conquistó en el ballotage no le alcanzaron a Petro para convertirs­e en presidente. Pero le alcanzó a su coalición política, el Polo Democrátic­o, para barrer del escenario político al viejo partido de Jorge Eliéser Gaitán y consolidar­se como la oposición izquierdis­ta que tendrá el gobierno de la derecha uribista.

Por primera vez en su historia, una fuerza que está claramente a la izquierda del Partido Liberal y del Partido de la U, es la otra opción política de los colombiano­s. El nuevo bipartidis­mo, más que probar un deslizamie­nto regional hacia la derecha, prueba que Colombia es un escenario político en permanente mutación.

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DUQUE. El candidato conservado­r y su compañera de fórmula, Marta Lucía Ramírez, celebran la victoria electoral.
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URIBE. El ex presidente colombiano se mostró feliz por el triunfo de su heredero político.
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Por CLAUDIO FANTINI *
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PETRO. La buena elección del candidato izquierdis­ta de Colombia Humana, reformuló el bipartidis­mo y opacó la figura del saliente Santos.

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