Entre el sol y la luna
Mucho más que historia, viñedos, bodegas y montañismo. La provincia es referente del turismo astronómico y geológico. Un viaje en el tiempo.
San Juan es un destino paleontológico extraordinario y su gran estrella es el Parque Provincial Ischigualasto, que en quechua significa “sitio donde se posa la luna” y que popularmente se conoce como “Valle de la luna”. Trescientos treinta kilómetros separan a este impactante lugar, declarado Patrimonio de la Humanidad, de la capital sanjuanina. Es una invitación a viajar 240 millo- nes de años atrás y encontrarse con una escenografía de 62 mil hectáreas donde se palpa la magnitud de la naturaleza con formaciones geológicas del Período Triásico, el primero en que se divide la Era Mesozoica. Allí, se ha hallado al dinosaurio más antiguo y un ejemplar carnívoro y otro herbívoro que son los más primitivos del mundo. Quien visita Ischigualasto, camina sobre los mismos senderos que recorrieron los dinosaurios. Si entonces el paisaje era similar al de la sabana africana, hoy el suelo tiene un aspecto lunar y está poblado de geoformas esculpidas a lo largo de millones de años por el agua, el sol y el viento sobre las rocas.
Se puede optar por cinco circuitos. El diurno lleva tres horas, se recorren 40 km y cinco estaciones con geoformas distintas y se visita el Museo de sitio Dr. William Sill. Allí los turistas tienen el privilegio de observar, desde una pasarela, el trabajo que los paleontólogos realizan in situ. El circuito de luna llena es una experiencia inigualable de dos horas cuando la visita coincide con esa fase lunar, que en julio será del 25 al 28 del mes. El del Cerro Morado dura tres horas y consiste en llegar a la cima para disfrutar de la majestuosa panorámica y avistar cóndores. Hay otro sendero para hacer en bicicleta, disponibles para
quienes quieran pedalear dos horas por un trazado con paisajes diferentes al circuito tradicional; y el de trekking, con senderos de baja dificultad. En invierno, el parque está abierto de 9 a 16 hs. y la entrada general cuesta 300 pesos, los menores de 6 años no pagan y tanto los residentes de la provincia como los jubilados tienen el 50% de descuento.
VENTANA AL CIELO. A 396 km al sudoeste del Parque Provincial Ischigualasto, Barreal es una postal cuyana con calles mayoritariamente de tierra, arquitectura rural y una lograda infraestructura hotelera. Los viñedos, frutales, plantas aromáticas y alamedas dan color y perfuman a este escenario natural que tiene de telón de fondo a las cadenas montañosas. Desde cualquier punto, e incluso en verano, se ven los picos nevados de la Cordillera de los Andes; el Río Los Patos recorre el trazado del pueblo con aguas de deshielo; y, al este, se multiplican los colores de la Precordillera del Tontal. Todo el entorno es de una extrema belleza pero nada supera el mirar al cielo: sin contaminación visual, de noche, es un verdadero viaje a las estrellas, y de día, al celeste más diáfano. Esta zona tiene el plus de contar con los picos más altos de los Andes Áridos, todos superiores a los seis mil metros: el cerro El Mercedario, de 6770 msnm, tercero en altitud de toda América; Polaco de 6000 msnm; La Mesa de 6200 msnm; Alma Negra de 6120 msnm y La Ramada de 6400 msnm. Los cerros confluyen en el Valle Colorado, en un paisaje que combina glaciares, campos de peni-
tentes, saltos de agua y una rica flora y fauna. Se puede hacer trekking, rafting, ascensos, cabalgatas, pesca o travesías en 4x4. Barreal Blanco, a 25 km, es una planicie seca de alrededor de 12 km de largo por 5 de ancho que es famosa por sus condiciones para hacer carrovelismo, una disciplina que se puede practicar en muy pocos lugares del mundo y que consiste en montar un carro a vela, impulsado sólo por el viento. Como ese terreno fue el fondo de una cuenca lacustre en el período Cuaternario, es un suelo plano, duro, resistente y con resquebrajamientos poligonales. El viento puede alcanzar los 80 km/h, lo que hace subir la adrenalina. Pero aun si fuese un día sin demasiado viento, vale la pena porque se disfruta de un paisaje alucinante y de un modo poco frecuente.
A 35 km de allí, está el Parque Nacional El Leoncito, donde el cielo es protegido por ley para preservar la gran oscuridad de nocturna y resaltar las más de 250 noches por año despejadas de nubes, casi sin viento, y con una atmósfera sin contaminación. Esas particularidades hacen que funcionen dos complejos astronómicos: el Observatorio Astronómico Carlos U. Cesco y el Complejo Astronómico El Leoncito (CASLEO). Si bien se privilegia la investigación científica, se pueden hacer visitas diurnas, en el CASLEO de 10 a 12 hs y de 14:30 a 17 hs (hasta el 30 de septiembre) y en el CESCO DE 9 a 12 y de 16 a 18 hs; o nocturnas. En CASLEO, empiezan a las 17 hs. con un recorrido guiado de 30 a 40 minutos. Luego se sirve la cena en el comedor y más tarde, si las condiciones lo permiten, se puede hacer la observación de planetas, estrellas dobles, galaxias, cúmulos estelares y la luna, por ejemplo. Como esa actividad se realiza al aire libre, hay que llevar suficiente ropa de abrigo.
Sin telescopios, el cielo en San Juan se siente mucho más cerca. Con ellos, la experiencia conmociona y queda en la memoria para siempre.