FACTORÍA DE ARTISTA
Si bien hay numerosas empresas, sólo tres se disputan la mayoría del mercado y tienen en común haber sido fundadas por artistas.
Cualquier canción de K-Pop que haya oído es probable que sea de algún grupo salido de las filas de SM Entertainment. Es una de las más activas, y fue
creada por Lee Soo Man en 1995, productor que acaba de ser destacado en Variety como Líder de la Música Internacional por ser “un elemento de cambio para reorganizar el mercado musical”. Tiene en su catálogo a figuras como Super Junior y EXO, pero además controla el mercado japonés.
Otros emprendedores son los de JYP Entertainment, cuyo mentor es el cantante y compositor Park Jin Young y fue la primera en ingresar al Billboard Hot 100 con el corte “Nobody” de Wonder Girls.
Completa el terceto, YG Entertainment, fundada por Yang Hyun Suk (ex miembro de Seo Tai-ji & Boys), y quien tiene al archipopular PSY, inventor del “Gangnam Style”. Más grandes o más chicas, todas contribuyen a un fenómeno en plena expansión mundial.
LA USINA. La búsqueda de nuevos talentos con condiciones naturales para una carrera musical o actoral jamás se detiene. Por eso se realizan audiciones masivas y los elegidos comienzan un entrenamiento intensivo y exigente que dura entre dos a cuatros años, donde se potencian sus habilidades mientras continúan estudios formales.
La finalidad es crear intérpretes multidisciplinarios que permitan recuperar la apuesta de tiempo y dinero. Nadie menciona cifras pero extraoficialmente se rumorea que la inversión en cada grupo llega a US$ 400.000.
El K-Pop evolucionó, y en la última década presenta -en generalformaciones numerosas que hacen música pegadiza, difundidas en vídeos impactantes con coreografías perfectas y vestuarios llamativos, viralizados especialmente a través de Youtube.
Los masculinos llevan cortes de pelo muy fifties con aires de raperos, mientras las agrupaciones femeninas lucen más angelicales, como lolitas escapadas de la novela homónima de Nabokov.
Ambos sexos se aúnan al exhibir cuerpos delgados, rostros atractivos y aspectos adolescentes. Y algunos hasta se operan los párpados para redondearlos y verse con rasgos occidentales.
EN BAIRES. La realidad es que el estilo traspasó las fronteras asiáticas y se escucha en todo el planeta. Cada día son millones los jóvenes, y no tanto, que tararean y bailan al ritmo de sus artistas favoritos.
Por eso, Corea del Sur se transformó en una potencia exportadora de música elaborada industrialmente. Los empresarios privados y las autoridades surcoreanas entendieron este objetivo estratégico, se retroalimentan y promocionan sus productos con entusiasmo y generosos apoyos.
Un ejemplo concreto es la final multitudinaria del Concurso K-Pop Latinoamérica que se realizó en Buenos Aires a comienzos de junio: contó con un jurado integrado por Changjo (de la banda Teen Top), la actriz Soledad Silveyra, el músico Christian Basso, y la conductora Majo Martino.
Lo organizó el Centro Cultural Coreano en Argentina, con apoyo del Ministerio de Cultura, Deporte y Turismo de la República de Corea del Sur. Reunió a trece grupos y solistas de diferentes países de Latinoamérica que compitieron por premios aportados por Samsung, y la posibilidad de clasificar para la fase mundial del K-Pop World Festival.