No estamos solos
Dicen que el fútbol es una metáfora casi perfecta del estado de un país, y esa creencia resulta particularmente convincente en la Argentina, cuyo amargo desempeño en Rusia parece reflejar el sombrío escenario económico que aqueja a todos los argentinos. Pero este Mundial -si de metáforas se trata- también dejó en evidencia el bajo nivel del resto de los seleccionados latinoamericanos, que se quedaron afuera más rápido que en otras épocas, culminando una mala racha de 16 años sin ganar una copa del mundo. También a nivel regional la imagen futbolística resume el desempeño económico de América latina. No tanto para consolarse como para reflexionar a fondo, conviene tener en cuenta este contexto que acompaña la nueva crisis argentina.
América Latina va camino de otra década pérdida. Desde 2011 que no crece a más del 4% anual. Desde 2012 hasta 2018, nuestra región ha combinado años de expansiones mediocres con otros de contracción. Consultado para la nota que trata esta cuestión en la sección Economía de esta edición, el economista Federico Poli diagnostica con crudeza: “Vivimos de prestado del mundo y los estados viven por encima de lo que recaudan. Somos una región que consume un montón, no ahorra ni invierte. Asia también tiene déficit, pero porque hizo infraestructura. Entonces tenemos una baja productividad, una estructura productiva poco diversificada, pocas actividades intensivas en conocimiento y la sociedad más desigual del mundo. Tenemos el mismo problema que hace 60 años. No generamos cosas de calidad para justificar que una parte de la sociedad tenga el actual nivel de vida y tampoco tenemos los salarios bajos para producir productos de consumo masivo para vender a todo el mundo”. Clarísimo. Y oscurísimo. El gris no va más.